En el capítulo 27 de Bereshit/Génesis encontramos el suceso en el cual Iaacov se disfraza de Esav para ser bendecido por su anciano padre.
Algunos célebres comentaristas (y modestamente nosotros en otras ocasiones) han brindado explicaciones apologéticas, para mitigar o hacer desaparecer el engaño en la conducta de Iaacov en aquella ocasión.
Sin embargo, desde el mismo texto, desde el midrash, así como en el comentario de otros renombrados estudiosos se manifiesta la acusación de que aquí no se actuó de la mejor manera posible. Se pueden brindar excusas, justificar, encontrar motivos que parecen válidos, pero nos quedamos con las palabras del midrash (en boca de la matriarca Lea cuando reprende a su marido):
“אכן צדקת רמאית בת רמאי אני, אך אתה יעקב היית לנו למורה ומדריך ברמאות שלך,כשרימית את אביך, וכשגנבת את הבכורה מאחיך עשו.”
“Tienes razón, soy una engañadora hija de engañador, pero tú Iaacov eres un maestro y un guía con tus engaños, como cuando engañaste a tu padre y cuando tomaste la primogenitura de tu hermano Esav”.
(Tanjuma, Vaietze 11)
No quiero tratar este tema directamente, ni dilucidar si el patriarca estafó a su hermano, engaño a su padre, se manejó de manera vil. No es el tema que quiero tratar en este artículo.
Más bien pretende que veamos cómo opera el EGO, algunos de sus mecanismos y tal vez aprender a ser un poco más libres, menos esclavizados a sus artimañas.
Espero que sea una redacción breve y concisa, pero preciso que tengas a mano el texto del capítulo 27, aunque realmente iremos de adelante para atrás por la parashá Toledot.
Esav es el cazador, el hombre rudo, el incivilizado, el indomable, aquel que sigue sus propias reglas, el que es capaz de vender conscientemente su derecho a la primogenitura a cambio de un plato de comida porque “muere de hambre” en ese momento. Esav es la representación del Yo Vivido, que se conforma de las innumerables máscaras que vamos adquiriendo a lo largo de la vida, a las que asumimos como nuestra identidad, pero que generalmente están para tapar nuestra verdadera identidad, nos alejan de nuestro Yo Auténtico. Nuestros padres nos ponen máscaras, nuestros maestros, los amigos, los familiares, los colegas, los hijos, la gente en la calle, nosotros mismos tejemos muchas de ellas. Creemos ser tal o cual máscara, o conjunto de ellas, porque no estamos conectados a nuestro Yo Auténtico, al que mantenemos alejado, apartado de la conciencia, encerrado.
Ese Yo Auténtico es representado por Iaacov, que es descrito en el texto de la Torá como un hombre simple, sencillo, íntegro, que se asienta en las tiendas (la casa). Iaacov que es un hombre interior, reflexivo, compasivo, razonante, que evalúa las situaciones y no se deja llevar por la pasión o la necesidad de los impulsos. Es el verdadero ser, la chispa de divinidad que resplandece dentro de cada uno.
Nacen juntos, aunque vemos primero a Esav, porque es externo, es visible, es al que le ponemos nombres, al que vamos modelando para que sea según nuestro parecer. A diferencia de Iaacov, que no se lo ve, que no se lo siente, que es imposible de ser manipulado, que está ahí detrás, activo pero en silencio.
El plano emocional parece llevarse mejor con Esav, no es que Esav le beneficie, solamente parece hacerlo. Esav sabe cómo engañar, cómo hacerse pasar por lo que no es, disfrazarse en todo momento, parecer un santo sin serlo. Esa es la finalidad del Yo Vivido, hacer pasar la vida en un engaño, armar un tinglado y representar una obra en él. El plano emocional queda prendido de las trampas desarrolladas por Esav. Apariencias es un buen resumen de Esav.
No suele ganarle Esav al intelecto frío y calculador, quien reconoce las trampas y prefiere decantarse por lo seguro, lo tranquilo, lo auténtico.
Lástima que en la vida cotidiana no dirige el intelecto, sino que está adormecido, a media máquina, más ocupado en cuestiones pasajeras y banales que en encontrar la armonía existencial, en procurar una construcción de shalom.
Por ello, Esav termina siendo el jefe, cuando solamente debiera ser un utensilio más para Iaacov.
Termina liderando Esav, porque Iaacov no encuentra el patrocinio del intelecto ni la fuerza del plano emocional.
Encontramos en el relato que estamos trabajando un cambio a lo que es tan corriente.
De repente Iaacov toma el rol de Esav, engaña, se disfraza, miente, se hace pasar por quien no es.
¿Cómo puede ser esto?
¿El Yo Auténtico actuando como Yo Vivido?
¿Qué ha pasado?
¿Qué es esta corrupción?
Tal parece que se nos quiere enseñar un método para avanzar en nuestro proceso de armonización, de maduración, de aprendizaje para la felicidad.
Es necesario que encontremos cual de los rostros dibujados por el Yo Vivido pueden calzar a la perfección para representar a nuestro Yo Auténtico. Establecer un canal de comunicación entre ambos. Para que de ese modo se consiga el concurso del plano emocional, a través de un trabajo del intelecto, para liberar a la persona del yugo del EGO.
Fue necesario satisfacer con placer legítimo al plano emocional, brindarle deleites permitidos, que gozara de lo que es aceptable.
Siempre el gozo de lo permitido, sin apartarse hacia lo negativo.
Porque las cosas placenteras son buenas, disfrutar de ellas es parte de nuestra misión en la vida, es un tesoro de experiencias que llevaremos eternamente en nuestra memoria espiritual.
Pero sin dejarse caer en lo que es malo, lo que excede el límite consentido.
Darle al plano emocional lo que precisa para colmar sus apetitos, es parte del método para armonizar el Yo Auténtico con el Yo Vivido.
A diferencia de los que pregonan ayunos, castigos, severas represiones, negación del deleite, nosotros estamos descubriendo el valor profundo del disfrute permitido.
Que no falte el placer, de todo aquello que se puede disfrutar. Tal como enseñaban los primeros maestros jasídicos, entre otros, que el cuerpo reciba su gozo, que las emociones también, porque ello en vez de aprisionar en verdad permite liberar chispas de Luz, contribuye a la liberación y armonización del hombre y la sociedad.
Recuerda, todo con la moderación y santidad apropiados.
Ese es el rostro que debe tomar el Yo Auténtico en armonía con alguno de los antifaces del Yo Vivido.
Uno que dibuje satisfacción profunda, sincera, donde el placer es el idioma, donde el gusto es experimentado sin culpa ni remordimiento, sino con intensidad.
Allí brota espontáneamente la bendición, aunque antes se temiera lo contrario.
Es cuando el hombre se permite ser él mismo, en gozo, en armonía, en paz consigo mismo, cuando resplandece su Luz interna y alumbra rincones hasta entonces dormidos.
Resulta entonces que lo que parecía un engaño de Iaacov, termina no siéndolo. Sino que es Iaacov encontrando aquello que le corresponde dentro de lo que le usurpó Esav.
Hasta ahora parecía que Iaacov debía vivir escondido, en penurias, alimentándose con migajas y de luto; pero encuentra que su lugar no es ese, sino que es también uno que repercute en la vida diaria, en las cuestiones habituales, en los momentos compartidos con otros, en cada ocasión. A través del disfrute sincero, de la alegría auténtica, de ser él mismo y de llevar a toda su multidimensionalidad a planos de armonía que emiten y reciben bendición.
Te pido que este texto lo leas y releas varías veces. Me parece que es sencillo, pero puede resultar complejo si no le brindas la atención y comprensión que se merece.
Si encuentras el camino para aumentar tu autoestima, tu felicidad, tu compromiso hacia lo que es bueno y justo, entonces has comprendido y hecho carne su mensaje.
Gracias por compartir conmigo tus comentarios y opiniones constructivas.
(Escrito para mérito espiritual del papá del querido amigo Edgar Torres, fallecido recientemente; y para bendición y larga vida llena de Luz de su señora madre, de él y su familia).