Hace mucho tiempo una persona me preguntó como hacía para cambiar, la respuesta fue breve, directa, típica del Moré: «pues, cambiando».
No hay más ciencia, y podría terminar este post acá.
Pero lo extenderé unas pocas líneas.
Para bañarse, hay que mojarse.
Para pasear al perro, hay que salir a la calle (parque, jardín, etc.).
Y así podría seguir con un millón de acciones que se acompañan de habituales circunstancias.
No podemos pretender que el cambio se produzca por milagro, a través de algún ritual religioso o amuleto supersticioso. Ni deberíamos tener el tupé de esperar que venga Dios, rodeado de una mágica nube, para transformar nuestro alrededor según nuestro deseo.
El cambio comienza por nosotros y en nosotros.
No es digitando el cambio en los demás, ni esperando a que sea el otro el que cambie según nuestro criterio o parecer.
Ni debemos desperdiciar nuestro sagrado esfuerzo y valiosos recursos diagramando planes imposibles, cuando lo que tenemos que hacer es dar el primer paso.
Por supuesto que tampoco es lanzarse al agua sin revisar antes las perspectivas de lograr nadar. Por lo cual, un poco de análisis, de valoración, de planificación, de corrección de lo planificado, de aceptar consejería cuando la hemos requerido, además de confianza en Dios y en nosotros mismos. Para luego sí, dar ese primer paso, el que suele resultar el más, o uno de los más difíciles.
Dar el paso y avanzar en la dirección del cambio.
El resultado final no depende nunca de nosotros, como individuos, porque no somos todopoderosos y por tanto las limitaciones múltiples condicionan nuestro avance y resultado.
Pero el paso dado en alcanzar el cambio, es lo que estamos precisando justo ahora.
Así pues, si quieres realmente cambiar, lo haces cambiando.
Puedes empezar ahora y hacer un cambio enorme aportando a esta noble y santa causa de espiritualidad:
https://youtube.com/yehudaribco