Se fue pronto el poeta

Fallece un allegado, puede ser un familiar, tal vez un amigo,
entonces su presencia ya no está,
en su lugar ha quedado un vacío.

La energía que destinábamos a sostener la relación,
ya no encuentra destinatario,
como si estuviera perdida y sin tino.

Ahí anda, suelta, recargando nuestro sistema,
haciendo que zozobre nuestra emoción,
por el flujo mal contenido.

También sentimos esa falta,
ya no de la palabra, el cuerpo, el suspiro,
sino también del sentido que era compartido.
 

Suele quedar un gusto más amargo ante la muerte
cuando sucede de imprevisto,
o sabiéndola probable, suponíamos que se podía aplazar.

Es que, de un instante al siguiente
nos invade el sentimiento de abandono,
el agobio del descuido.

En la oscuridad de la mente (lo que los poetas llaman corazón) se forma la idea irracional
que hemos sido dejados a un lado,
eso es lo que ha
ocurrido.

Hemos sido abandonados,
el otro se ha marchado,
nos ha dejado, tal vez ha huido.

Sí, ya te dije que es un borbollón descabellado,
que pergeña la mente
inventando excusas para dar orden al caos percibido.

No es una reacción extraña y ajena a lo habitual,
sino propia de nuestra humanidad,
tan impotente en su delirio de control total.

El otro se fue, aquí nos quedamos,
sintiendo el desprecio,
la soledad, la indignidad, el desabrigo.

Brota la rabia,
también la
culpa
así como
otras sensaciones no muy bonitas.

Se echan culpas,
se agrían las relaciones,
se lamenta por las inacciones.

Nada de ello devolverá al muerto
ni rearmará aquello que no se ha producido,
pero contribuirá a profundizar la miseria y el sufrimiento.

Cuando el otro se fue, ya es un poco tarde para rehacer la agenda,
apenarse por las oportunidades desperdiciadas,
las visitas nunca concretadas.

La muerte es invencible,
al menos en tanto seres terrenales,
hacer las paces con ella nos permite hacer las paces con la vida.

El terremoto de sentimientos se va estabilizando en el proceso del duelo,
que precisamente para eso existe,
poner en orden la casa y seguir adelante.

Ya está.

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No sé si el duelo es hacer las paces con la muerte. Pienso que en tanto seamos seres conscientes nos revelaremos en aceptarla. No la aceptaremos nunca. Son más bellos los procesos, no sus paralizaciones. Dijo el Dr. Oliver Sacks antes de fallecer en su último libro: «no voy a fingir que no estoy asustado. Pero mi sentimiento predominante es de gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído y viajado; he pensado y he escrito. He mantenido un diálogo con el mundo..» El neurocientifico no vaciló su proceso de… Read more »

Rebelarse

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