Dijo Dios, dijo Moshé

En el sefer Devarim encontramos el relato de eventos sucedidos en los últimos cuarenta años del pueblo de Israel, es Moshé Rabeinu el que está rememorando y contando a oídos del pueblo reunido a su alrededor.
Está en sus últimos treinta y seis días de vida, por tanto este recuento es también una especie de despedida y de testamento.
Aquí vierte Moshé sus pensamientos y sentimientos, con una clara finalidad: fortalecer a su pueblo y afianzarlo en su identidad nacional.
Una identidad que es propia, diferente a la del resto de los pueblos y naciones, pues tiene como eje al Eterno y por tanto un comprometido monoteísmo.
Pero además, son factores esenciales la tierra de promisión y la Torá (con sus historias y preceptos).
No hubo, ni hay otra identidad nacional como la de los judíos.
Aunque surjan copistas (islam, cristianismo) y simuladores (seudo judíos mesiánicos, netzaritas, etc.), el corazón del judaísmo es imposible de adquirir por aquellos que no forman parte del mismo, sea por nacimiento o por conversión formal y legal.

Volviendo al relato de Moshé, resulta que encontramos que hay algunas divergencias con los relatos anteriores que nos presenta la Torá.
Algunas incluso son llamativamente diferentes, como por ejemplo en la perashá Devarim se nos cuenta que el pueblo requirió enviar exploradores a recorrer la tierra de promisión, en tanto que en la perashá Shelaj Lejá se indica que fue una orden dada por el Eterno a Moshé.
Ésta es una de varias discrepancias, que puede llevar a que los perplejos supongan que la Torá tuvo múltiples autores y posteriores editores bastante desprolijos que no prestaban atención a estos aspectos, que no son precisamente pequeños detalles que pudieran pasar desapercibidos.

Sin recurrir a esa explicación carente de sentido, podemos plantear varias soluciones que permiten armonizar esta situación de discrepancias allí en donde no debiera haberlas (supuestamente).
Veamos:

1. Moshé no recuerda muy bien los eventos acontecidos porque en su mayor parte ocurrieron hace casi 40 años, por lo cual no tiene nada de extraño ni confuso que su memoria le está fallando. Aunque esté en la plenitud de sus facultades mentales a su avanzada edad (120 años), igualmente nosotros sabemos que la memoria es un recurso maleable, frágil, complejo, que bien pronto omite, evita, modifica, en fin, todo aquello que se puede esperar de un proceso biológico activo.
Por tanto, serían errores normales de un señor contando lo que él recuerda, que no tiene porqué ser precisamente lo que pasó.
Sin embargo, si esto fuera así, ¿por qué Dios le dijo que lo escriba y lo deje plasmado a perpetuidad a la Torá, convirtiéndolo así en relato de Dios?

2. Moshé nos da ahora un relato complementario fidedigno, con datos que son fieles y sin errores, que nos viene a informar de situaciones o circunstancias que no habían sido relatadas anteriormente.
Entonces, más que diferencias son anexos, que llenan las lagunas que pudieran quedar en el escueto relato anterior.
Y si nos preguntáramos el motivo por el cual no complementó directamente Dios en su momento, una de las respuesta podría ser que estas informaciones eran irrelevantes o contraproducentes insertadas con anterioridad, pero son de importancia y necesarias en este preciso tiempo y lugar.

3. Moshé está haciendo un recuento de historia para reprender al pueblo judío por aquellas situaciones no tan positivas que acontecieron, muchas de las cuales los tuvieron a ellos como causantes.
Por tanto, por ser una tojejá (reprimenda) es que hace hincapié en aspectos negativos, pues es para ello que se reprende y de esa manera se encamina al oyente a la TESHUVÁ.
Igualmente, Moshé endulza su dureza, por varios motivos, entre otros para que los que reciben sus criticas certeras y poderosas las acepten con buen ánimo, y por tanto sirvan como enseñanza y no queden olvidadas o transformadas en excusas.

4. La solución que presentaré ahora va más allá de la situación puntual de Moshé contando los eventos, es una instrucción que se puede generalizar.
El relato es lo que va formando la realidad, porque los hechos en sí pueden resultar irrelevantes a no ser que se transmitan.
¿Se entiende?
Es como decir que el árbol que cae en un bosque en el cual nadie lo oye, realmente no hizo ruido.
Porque todo es relato, sea de acontecimientos que ocurrieron o de los que fueron imaginados.
Por tanto, es la tradición, el mensaje relatado y luego vivido, lo que convierte el acontecimiento en realidad.
Pero, resulta que en la transmisión pueden ocurrir modificaciones que terminan contando una versión diferente de lo acontecido, es la versión relatada la finalmente se convierte en la realidad.
¿Esto quiere decir que lo que relata la Torá es imaginario?
Obviamente que no, pero sí quiere decir que nuestra comprensión de los sucesos es absolutamente limitada, en esto y en cualquier otra cosa.
Por tanto, y como enseñanza en general, cuidado con los relatos que nos hacen llegar y vamos admitiendo, no sea que transformen negativamente nuestra realidad.
Sé que puede resultar muy complejo de comprender y de aceptar, por tanto hay que tomarlo con calma y reestudiarlo.

5. El relato en los libros anteriores de la Torá proviene directamente de Dios en tanto que el relato en el sefer Devarim proviene de Moshé.
Luego de que Moshé lo dijera, fue refrendado por Dios y luego incorporado por orden divina a la Torá. Con esta incorporación de parte de Dios se transformó también en palabra dictada de Dios a Moisés para que sea escrita en la Torá.
¿Se entiende?
Tal como cuando Faraón dijo: «¿Quién es el Eterno para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco al Eterno, ni tampoco dejaré ir a Israel.» (Shemot/Éxodo 5:2).
Eso verdaderamente lo expresó el rey, pero pasó a ser parte de la Torá cuando Dios le dictó a Moshé las palabras del Faraón y entonces quedó por escrito y pasó a ser parte del texto sagrado.
Ahora, el discurso de Moshé nos da la versión humana de los acontecimientos, la suya, tan humana como la que más.
En tanto que en los libros anteriores está la versión divina.
Por más alta calidad de profecía que haya tenido Moshé y otras cualidades superiores, nunca su visión puede coincidir con la del infinito y eterno Dios. Es lógico que haya diferencias por tanto en su relato, lo cual no inhabilita ninguno de los dos, sino que por el contrario los fortalece.

Ahora, ¿qué aprendemos de cada uno de los puntos propuestos?
Y, ¿qué aprendemos de todos ellos cuando se los combina?

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