El Rav Kook nos regala una enseñanza profunda y directa en Orot haTorá 9:7, que merece ser escuchada con toda claridad:
אע»פ שכל העולם כולו, וכל המחשבות וההרגשות כולן, מלאים הם אור ד’ וקודש של החיים העליונים, אצל ישרי לב המתענגים על נועם ד’ ומבקרים בהיכלו תמיד,
מכל מקום מעין האורה היסודית הרי הוא גנוז בתורה,
וכשהולך בדרך ושונה ומפסיק ממשנתו, ואומר מה נאה אילן זה ומה נאה ניר זה, מעלה עליו הכתוב כאילו מתחייב בנפשו, אף על פי שאינו ממש מתחייב בנפשו,
אם כבר עלה למדרגת ההסתכלות האלהית, מכל מקום מעלה עליו הכתוב כאילו מתחייב בנפשו.
כי סוף כל סוף מכל העולם אור חיים זורח הוא,
אבל מן התורה שופע אור חיים דחיים,
ואין עוזבים קדושה חמורה מקורית ותופסים במקומה קדושה קלה מעותקת.”Traducción:
Aunque todo el mundo entero, y todos los pensamientos y sentimientos, están llenos de la luz de Hashem y de la santidad de las vidas superiores, para los rectos de corazón que se deleitan en el placer divino y visitan Su santuario siempre,
la fuente de esa luz fundamental está oculta en la Torá.
Y cuando alguien va por otro camino, abandona su enseñanza y dice “qué hermoso es este árbol”, “qué hermoso este campo”,
la Torá lo acusa como si estuviera comprometiendo su alma, aunque en verdad no lo haga realmente.
Porque si ya ascendió a la visión divina, la Torá de todas formas lo juzga con seriedad.
Al fin y al cabo, la luz de vida brilla en todo el mundo,
pero de la Torá fluye la luz de la vida de las vidas.
Y no se abandona una santidad original y profunda para tomar una santidad ligera y copiada.
Reflexión
El mundo está lleno de belleza, y la naturaleza nos habla de Hashem con cada árbol, cada río, cada montaña.
Los sentimientos nobles, la inspiración y la sensibilidad nos conectan con lo divino.
Pero esta experiencia, por más genuina que sea, es un reflejo.
La Torá es la fuente original, la raíz sagrada donde la luz de la vida no solo brilla, sino que fluye con fuerza inagotable.
No se trata de despreciar la naturaleza ni los sentimientos, sino de entender que la verdadera santidad se encuentra en la Palabra que nos fue dada para transformar nuestra alma y nuestro mundo.
Cuando alguien que ya alcanzó un nivel espiritual abandona la Torá para quedarse en la mera admiración estética, está, aunque sin querer, bajando el estándar.
Es cambiar la santidad profunda por una santidad superficial y copiada.
Por eso el Rav Kook insiste en que no basta con sentir la luz divina, hay que anclarse en la Torá, la fuente auténtica y primaria.
Solo así esa luz será vida verdadera y no un destello pasajero.
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