¿Se puede obligar a despertar la conciencia?

El diccionario nos dice que aprender es “adquirir el conocimiento de alguna cosa”.
”Alguna cosa”, sobre la cual adquirir el conocimiento o la destreza no solamente implica contenido, ideas, pensamientos, teoría, palabras sin sustento, sino toda la persona en su multidimensionalidad.
Se aprende contenido, es cierto, al igual que actitudes y procedimientos, y sin duda también una manera de percibir y percibirse, de ser-estar en el mundo.

Los canales por los cuales se aprende pueden ser varios: lectura de textos, escuchar una conferencia, ambos al unísono, gráficos, películas, una demostración práctica, conversando con alguien y poniendo en práctica lo que se intenta aprender. Según Edgard Dale, el creador del “cono de la experiencia”, no todos los canales tienen la misma fuerza e impacto en el que pretende aprender, ni marcan al aprendiz de similar manera. Según este pedagogo es la experiencia lo que impulsa un mayor cambio, una huella más intensa en lo que es aprender.
Puede que tenga su razón, que efectivamente sea así. Al menos está en concordancia con el sentido común.
Hacer las cosas que se quiere aprender, equivocarse en ellas, darse cuenta, corregirse, volver a hacerlo hasta alcanzar destreza o maestría.

Entre los Sabios se afirmó algo similar.
Atiende:

ד,ו  [ה] רבי ישמעאל בנו אומר, הלמד על מנת ללמד, מספיקין בידו ללמוד וללמד; והלמד על מנת לעשות, מספיקין בידו ללמוד וללמד ולעשות.

“El hijo de Rabí Ishmael opinaba: El que estudia para enseñar, tendrá oportunidad e aprender y de enseñar; mientras que el que estudia para practicar, tendrá oportunidad de aprender, de enseñar, de observar y de practicar”
(Mishná Pirkei Avot 4:6)

Sí, muchos siglos antes que Dale ya en el mundo existía esa referencia.
Aprende por medio de la acción modeladora.
Modela tu personalidad en tanto vas adquiriendo conocimiento.
Instrúyete no solamente con contenidos, palabras, ideas, sino que haz algo con ellas. Enseña, si puedes a otros, porque eso te dará más dominio en la materia. Pero por sobre todo esto está el hacer, el practicar, el no quedarse en la teoría, sino en sacarle jugo a la vida.
Como para aprender a conducir un auto, hay que sentarse tras el volante, encender el motor y empezar a andar. Con la experiencia se va formando el hábito, con éste la maestría.
Pero el que fantasea con conducir, aunque se conozca de memoria todas las piezas del auto, poco hace por disfrutar de su potencial.

כך שנה רבי המעשה קודם לתלמוד.  נמנו בעליית בית אריס בלוד התלמוד קודם למעשה.  ר’ אבהו שלח לרבי חנינה בריה יזכי בטיבריה.  אתון ואמרין ליה גמל הוא חסד שלח ומר ליה המבלי אין קברים בקיסרין שלחתיך לטבריא.  שכבר נמנו וגמרו בעליית בית אריס בלוד שהתלמוד קודם למעשה.  רבנין דקיסרין אמרין הדא דתימר בשיש שם מי שיעשה אבל אם אין שם מי שיעשה המעשה קודם.

“Así enseñaba Rabí: La acción precede al estudio.
Dijeron lo sabios reunidos en Lod: El estudio antecede a la acción.
Les contestaron los sabios de Keisarín: Esto se refiere solamente cuando hay otras personas dedicadas a la acción, pero si no las hay, la acción es más meritoria que el estudio”.
(TJ Pesajim 3:7)

Oh sí, por supuesto que el estudio es esencial, absolutamente necesario.
Pero cuando hay acción, cuando no se queda todo en palabras, en aire, en ideas, en ilusiones, en conocimiento estéril.
Porque el conocimiento sin obras, es como nada.
El estudio huevo es un regocijo emocional, una caricia al EGO, no mucho más. Pero se convierte en un instrumento transformador, de progreso, de bendición cuando se aplica a la realidad para mejorarla.
Puede ser la transformación interna, el mejoramiento de las cualidades personales, eso también es acción concreta.
Puede ser en la construcción de shalom con el prójimo, en la sociedad, en el mundo.

Así se aprende “Torá”, sea la noájica o la judía.
Aplicando lo que se sabe, adquiriendo datos para transformarlos en acciones concretas que perfeccionan el mundo (interno y/o externo).

El aprender no debe ser considerado como sumar cosas, atiborrarse de datos, sino más bien como el trabajo del alfarero sobre la arcilla.
Tú eres el alfarero y eres la arcilla.
Mientras aprendes te modelas, te das formas, te das sentido, te conectas, creces.
Si solamente engulles datos, eres una máquina repetidora, sorprendes con tu memoria, de poco vale todo ello, aunque muchos te aplaudan y te engorden la ilusión.

Aprender, entonces, es despertar la conciencia.
Ser consciente de la propia identidad espiritual, de quien es uno en su esencia eterna e inmodificable.
Reconocer su lugar, encontrar su misión personal en el mundo.
Tomar en cuenta los mandamientos que competen a cada uno y aplicarlos.
Aprender es mejorarse, cambiarse para bien, para alcanzar el máximo potencial posible.

Pero, no se puede obligar a despertar.
Por más despertadores que pongas, por más razonamientos impecables que expongas, por más que te alteres queriendo hacer despertar a alguno, éste no lo hará a no ser que esté preparado para hacerlo.
Mientras, seguirá durmiendo en los brazos del EGO.
Por ahí abre un ojo, farfulla alguna cosa, parece que sí… pero no, vuelve a la anestesia, a sus adicciones, a su ignorancia, a la idolatría. ¿Por qué? Porque aún no está en condiciones de despertar su conciencia espiritual. Sigue preso, y así seguirá hasta que decida por sí mismo salir a la libertad y quedarse allí.
Recuerda, no es tu fracaso el no conseguir difundir FULVIDA, el noajismo, entre tu familia, amigos, conocidos, cuidad. Tú haces tu parte, hablas, explicas, muestras, compartes, convives, pero es la responsabilidad del otro el despertar.
No lo puedes obligar, no lo puedes forzar.
De hecho, cuanto más fuerzas, menos el otro despertará.
Esto se aplica a todo aprendizaje.

La persona aprende antes y más fácil aquello que quiere o necesita.
Sí, es triste pero cierto.
Si la persona comprende que el despertar de su conciencia espiritual es lo que necesita para ser feliz, entonces despertará.
Pero, mientras siga narcotizado, idiotizado con las mentiras de las religiones y otras supersticiones, entonces no tiene necesidad de cambiar. Es feliz en su idiocia o ignorancia.
Cuando necesita se mueve, así funciona bajo el mando del EGO.
¿Qué puedes hacer tú?
Obligarlo –tal como hacen las religiones- no puedes ni debes.
Hacerlo sentir infeliz injustamente –tal como hacen las religiones-, no puedes ni debes.
Prometerle paraísos mentirosos –tal como hacen las religiones-, no puedes ni debes.
¿Entonces?
Que tu vida sea el ejemplo, que tus acciones hablen por ti más que tus palabras.
Que el otro comprenda que la vida es mejor cuando uno está armonizado, en sintonía multidimensional, cuando vive de acuerdo al patrón de conducta que Dios ha establecido para cada uno.
Por supuesto que seguirá presa de la adoctrinación, pues no ha des-aprendido aún, pero comprenderá que tú tienes algo que él precisa y querrá que se lo compartas. Pero, si tu vida es amargada, infeliz, pobre emocionalmente… ¿qué tienes para ofrecer?

Las amenazas o presiones cortan el camino del despertar.
Sí, las religiones se basan en mentiras, en estafas, en burlas, en presiones de todo tipo, en amenazas.
Por ello tienen “éxito”, el podrido éxito del EGO.
Pero no contribuyen con el bienestar de la persona ni de la comunidad.
Acrecientan el caos y el malestar.
Así pues, evita las amenazas, no hables de infiernos, no te dediques a ver “pecados” por todos lados, no te creas más bueno y justo de lo que eres.
Una cosa es el desafío, la propuesta de esforzarse. Otra muy diferente es la amenaza.
Una cosa es advertir lo que puede ocurrir, otra atormentar con mentiras de infiernos inexistentes.

No sermonear, no perseguir como misionero, sino compartir aquello que haga sentir cómodo al otro y a ti.
De predicadores y malabaristas emocionales está lleno el mundo. Tú eres diferente, eres un constructor de shalom que quiere compartir su legado con el prójimo.

Recuerda, todo tiene su tiempo. Por más que quieras apurar el despertar de esa persona que tanto quieres, ella no lo hará hasta que no esté en condiciones y quiera hacerlo.
No va en coeficiente intelectual, ni en estatus social, ni en preparación académica, sino en armonizar sus YOes, en dejar de vivir bajo la sombra del EGO y eso es probable que no lo consiga.
Adecúa tu expectativa, no esperes nada de nadie, entonces todo será ganancia.

Tú puedes mostrar el paisaje, pero es el otro quien tiene que verlo y disfrutarlo.
Tú puedes ir adelante mostrando la senda, pero es el otro quien tiene que mover los pies y acompañarte.
Si el otro decide no ir contigo, es su decisión, para bien o para mal.
Por más que te enojes, angusties, amargues, grites, llores, insultes, agredas, exijas, es el otro quien decide y no es bueno olvidarlo.

Recuerda, el despertar es aprender a conocerse, a amarse, a respetarse.
Uno no despierta a ser consciente de Dios, sino de la conexión sagrada e ininterrumpida que tiene con Él.
No es versículos, ni aforismos de rabinos, ni palabras en hebreo lo que hará al despertar, sino un cambio de vida hacia lo que es bueno y justo y verdadero.

Es necesario des-aprender para poder aprender.
Tantos años, tantos dogmas, tantas relaciones, tantas prebendas es difícil dejarlas.
El EGO encuentra excusas para no hacer esta tarea, para dormirse nuevamente, para perderse en la confusión.
Te pasará, lo verás, así somos.

No, no puedes obligar a despertar la conciencia espiritual de nadie.
Ni siquiera la tuya.

Pero, haz tu parte, dedícate a vivir noajismo o judaísmo, si eres gentil o judío respectivamente.
Habla, comparte, muestra, explica, pero no pongas tus ilusiones en “convertir” al otro.
Déjalo ser. No te opongas, no pelees, no quieras vencer, no quieras demostrar la verdad que tú conoces.
Camina con confianza, que seas tú el ejemplo.

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Luke

muy bueno este articulo, realmente todas estas palabras me ayudaron mucho , gracias!!

Fabiola Alvarado

100% nutritivo y constructivo!!! Gracias por compartir.

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