Si gritas, es casi siempre porque estás sintiendo tu impotencia y no sabes cómo procesar tus sentimientos de manera efectiva y productiva.
Te pondré algunas de las clásicas motivaciones para que grites, y que espero te des cuenta de que son evidencias de tu impotencia.
Porque no oyes, debido a una ineficiencia de tu sistema de audición.
Porque no escuchas, debido al ruido circundante, o el bajo volumen de aquello que quieres percibir pero no puedes.
Porque el otro está muy alejado, o hay obstáculos diversos para la comunicación, y pretendes evitar esos contratiempos a través del alarido.
Porque estás inseguro de tu mensaje, o de como lo emites, o de su validez, y como mecanismo inconsciente el clamor te da sensación de seguridad.
Porque estás enojado y no tienes herramientas para lidiar con esa emoción y hacer algo provechoso en su lugar.
Porque no te hacen caso y pretendes sostener el control a través de alzar la voz.
O, porque evidentemente no estás dominando la situación y no tienes otro recurso que chillar, como si con ello el universo conspirara para hacer tu voluntad.
Porque no tienes razón, y te desesperas porque te la den. No sé cómo, en tu inconsciente se grabó la idea de que aullando demuestras la veracidad de tu creencia. Será algo muy arraigado, de esas cosas que nos quedan de conductas que en su contexto ancestral tenían alguna utilidad, vaya uno a saber.
Porque no has educado tu personalidad, vives en una oscuridad emocional y probablemente intelectual, por lo cual, es probable que el rugido o el berreo sean apropiados para expresar tu parecer.
Porque estás bajo terrible tensión y el grito es una forma primitiva de aflojarla (digamos que resulta eficiente en eso). Tal vez ésta no te parezca que demuestre impotencia, porque, por ejemplo, cuando tu equipo preferido mete un gol, es muy probable que pegues un grito, supongo que de alegría. Ah, pero la verdad es que estabas tensionado, sintiendo la impotencia de no estar ganando, o de ir perdiendo y de pronto la pelota traspasa la línea y es anotado el gol. Esa presión que estabas aguantando, explota ahora en ese grito, que tal vez y solo tal vez, no es de una impotencia presente, sino de una que acaba de terminar. ¿O quizás continúa?
¿Se te ocurren otros motivos que ponen de manifiesto tu impotencia cuando vociferas?
Si se te ocurren y tienes ganas, te invito a que lo dejes aquí publicado como comentario.
Y recuerda que: «divrei jajamim, benajat nishmaim» (Ecleciastés 9:17).
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