Victimizarse está de moda

Victimizarse está de moda.
Victimizarse es ponerse en el papel de la víctima, del que sufre un daño que no se ha podido evitar y es injusto, pero sin que eso haya ocurrido realmente.
Es actuar el fracaso y echar las culpas fuera, para no hacerse responsable, o para manipular emocionalmente al entorno.

Estos son algunos de los posibles agresores inventados por aquel que se victimiza: el pasado, el destino, la suerte, los padres, la sociedad, el capitalismo, el imperio, los medios de comunicación, la herencia genética, la crisis, la educación, el gobierno, el partido político, el jefe, la esposa, el esposo, las circunstancias, los dioses, el Dios, las fuerzas místicas, el universo, Schopenhauer y Coelho, los demás, la vida, los vecinos, los países limítrofes, la historia oficial, el relato, el otro, los otros, lo otro, el demonio, los demonios, los judíos, los masones, los sionistas, los iluminatis, el gobierno profundo, Trump y Biden, por supuesto que Netanyahu, ya dije los judíos pero ellos siempre tienen la culpa de todo, el sistema de justicia, los hombres, el patriarcado, los heteros, el cine, el arte, la religión, la superstición, un error cuántico, la Matrix y podríamos seguir enumerando culpables que probablemente por eso que los estamos culpando no lo sean.

Hoy, con mucha constancia y presencia, la victimización está de moda.
Se pone en el otro, afuera de uno, la culpa y la responsabilidad y por tanto también el poder para ejercer un cambio reparador.

Hoy se grita y se queja, en vez de asumir los propios errores, valorar las decisiones tomadas desde una diferente perspectiva y reconocer que en buena medida (quizás no por completo) estamos como estamos porque hicimos, o dejamos de hacer, aquello que hicimos, o dejamos de hacer.

Entonces, que el otro sea el culpable, mientras yo soy la víctima a la que hay que consolar, cuidar, sostener, nutrir, abanicar, patrocinar, medicar, etc.

Es el triste rol de la generación de cristal, y de todos aquellos que la patrocinan.

Como nos enseña Pinjás, el hijo de Elazar, el nieto de Aarón, el mundo no es de los que se victimizan, sino de aquellos que hacen lo que debe de ser hecho, de la manera que hay que hacerlo. Siempre dentro de la ley, construyendo Shalom, le pese a quien le pese.

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