Tu creencia, tu vida

De acuerdo a como interpretas el mundo es como vives.
El mundo “objetivo” solamente cobra sentido a través de la subjetividad, por tanto generalmente, no estamos relacionados con ese mundo objetivo sino con lo que proyectamos en él.
Hace mucho tiempo atrás, un filósofo llamado Epícteto sostenía que nuestro estado emocional no es determinado por los sucesos, sino de cómo decidimos sentirnos en relación a ellos.
Por ejemplo, puedes tener cien millones de dólares, pero si crees/sientes que eres pobre, entonces de poco y nada valen tus millones: vivirás en pobreza.
Puedes ser una persona físicamente saludable, pero si tus emociones te impiden disfrutar, estás imposibilitado de desplegar tus capacidades a plenitud: vivirás enfermo.
Lo mismo ocurre a la inversa, si estás en una situación de carencia material pero de ánimo positivo, entonces encuentras la manera de estar satisfecho, agradecido, dichoso, sin por ello vivir en un conformismo absurdo.
Si hoy tienes solo para el arroz blanco, lo comes feliz, pero no por ello dejarás de buscar para mañana comer pollo con arroz.
Si has estudiado para el examen y confías en tu capacidad, probablemente puedas sortearlo favorablemente. ¿Pero qué pasaría si entras atemorizado, creyendo que eres un tonto, que te olvidas de todo, que no estudiaste lo suficiente?

Siglos antes que el filósofo mencionado, y con su sabiduría inspirada nos dijo el proverbista:

"Mejor es una comida de verduras donde hay amor que de buey engordado donde hay odio."
(Mishlei / Proverbios 15:17)

Porque, no es la riqueza material del alimento –en este caso- lo que determina su bondad, sino el estado emocional de quien lo consume.
¿De qué vale toda la riqueza económica allí donde hay pobreza emocional/mental/espiritual?
¿Cuán valiosa es la sencilla merienda en un marco de aceptación, respeto, admiración, cuidado?
Como sea, son tus creencias, el filtro de tu emoción/pensamiento, lo que determina tu estilo de vida.

El padre de la psicología cognitiva, el Dr. Aarón Beck afirmó que muchas depresiones, ansiedades, malestares eran consecuencia del pensamiento irracional y negativo que desconecta de la realidad, haciendo vivir a la persona en un calabozo de ilusiones dolorosas.

Tú, que quizás hace tiempo nos acompañas en nuestras enseñanzas acerca del EGO, probablemente te has dado cuenta de que estas ilustraciones no son nuevas para ti.
Si no has seguido nuestras lecciones de CTerapia, entonces puedes comprender la racionalidad y valor de lo que estás aprendiendo ahora.
Claro, si tu sistema de creencias te lo permite, si no estás sometido a un bloqueo que te hace permanecer en tu celdita mental.
Porque de eso se trata, de poder ver y verse, para ser libre, feliz, dichoso en la bendición que recibes constantemente.

Si somos capaces de controlar aquello que podemos controlar, y por consiguiente dejar fluir los pensamientos tóxicos para implantar ideas positivas, entonces estaremos condicionando favorablemente nuestra conducta. Esto no te garantiza el éxito, porque solamente controlas lo que puedes controlar, no eres el amo del universo. Pero, estará tu mente al mando y no el EGO.
No es el destino el que te determina, ni exclusivamente lo que los demás hacen, debes saber que tú tienes tu alcance, tu parte, que si no la haces entonces eres cómplice de tu fracaso.
Por lo general, ni el éxito ni el fracaso dependen exclusivamente de ti; pero, si dejas de hacer TU parte, o haces a desgano, con creencias negativas, sin ponerte por completo en la tarea, ¿a quién culparás?
Si tus ideas te llevan a interpretar adversamente las situaciones, sin encontrar el punto de equilibrio, ni la sintonía con la realidad, entonces, ¿cómo pretendes ser feliz?
Si te crees que te mereces todo lo bueno, pero no dejas de quejarte, echar culpas, maldecir, envidiar, amargarte, ver las debilidades, ¿siquiera tendrás un poco de lo bueno que te crees merecer?
Es cierto que los hechos externos tienen influencia sobre nosotros, ¿cómo negarlo? De hecho, controlamos tan poquito, somos tan impotentes en regla general. Por ello, sepamos que podemos controlar y dediquémonos a ello. Si solamente puedes decidir cual será tu actitud ante lo que sucede, y no puedes modificar de ninguna manera, entonces que tu actitud sea de victoria dentro de la oscuridad.
Según Viktor Frankl, padre de la Logoterapia: “Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito”. También: “Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir, ha de aceptar dicho sufrimiento, pues esa es su sola y única tarea. Ha de reconocer el hecho de que de que él está sólo en el universo (que) nadie puede redimirle… ni sufrir en su lugar (y que) su única oportunidad reside en la actitud que adopte al soportar su carga. La actitud más enriquecedora -no necesariamente la más fácil- es descubrirle un sentido al sufrimiento”.

Tomemos un ejemplo sumamente claro de cómo el pensamiento puede llegar a arruinar a quien vive en abundancia y tiene al mundo en su puño, pero es pobre, amargado, lastimoso y se dirige al más absoluto fracaso.
Atiende:

"Aquel día Amán salió alegre y contento de corazón.
Pero cuando Amán vio a Mordejai [Mardoqueo] en la puerta real, y que no se levantaba ni temblaba delante de él, se llenó de ira contra Mordejai [Mardoqueo].
Sin embargo, Amán se contuvo y se fue a su casa. Entonces envió llamar a sus amigos y a Zeresh [Zeres], su mujer.
Y Amán empezó a referirles la gloria de sus riquezas, la multitud de sus hijos, todo con que le había engrandecido el rey, y cómo le había enaltecido sobre los magistrados y los servidores del rey.
Y Amán añadió: -También la reina Ester a ninguno hizo que viniera con el rey al banquete que dio, sino sólo a mí. Además, para mañana yo seré su invitado junto con el rey.
Pero todo esto de nada me sirve cada vez que veo al judío Mordejai [Mardoqueo] sentado junto a la puerta real
."
(Ester / Esther 5:9-13)

¿Ves?
Amán tenía absolutamente TODO a lo que podía aspirar.
Era el hombre más importante del reino, luego del rey.
Su poder era inmenso, de vida o muerte sobre individuos y naciones.
Creía tener a la reina bajo su influjo, deseosa de concretar alguna cuestión licenciosa con él.
Estaba en el pináculo del éxito material, social, personal.
Tenía todo para ser feliz y no pasar un momento de congoja.
Pero, al ver a la persona que le recordaba que era solamente un hombre, aquel que no se estremecía al verlo, se llenaba de sentimiento de impotencia.
Amán creía tener todo, y quizás externamente era cierto, sin embargo, nada tenía, porque estaba esclavizado a su EGO.
Entonces, no podía disfrutar, no gozaba, no agradecía, no vivía en paz y ayuda a otros a hacerlo.
Estaba corroído por malos sentimientos, que le perturbaban la percepción de las cosas.
Su EGO estaba al mando, entonces lloraba, gritaba, pataleaba se abstraía de la realidad. Su mirada estaba desenfocada de las oportunidades múltiples para ser feliz, ya que solamente se concentraba en es puntito que le recordaba su impotencia. Eso no lo podía tolerar, lo hundía en sentimientos oscuros, le hacía permanecer encerrado en su celdita mental.
¡Hubiera sido tan fácil ser feliz!
¿Qué le faltaba?
¡¿Qué?!
Pero, su EGO no le permitía hacerlo.
Le llenaba de pensamientos nefastos, de muerte, destrucción, celo, queja, ira… su mirada estaba ofuscada por los lentes del EGO.
Si Amán hubiera comprendido lo miserable que le hacía su apego al EGO…
Si en lugar de querer destruir para satisfacer una irreal demostración de poder, hubiera corregido sus pensamientos, armonizado sus creencias, controlado lo que podía controlar, ¡cuán diferente hubiera sido su historia!
Tenía todo para ser el primero en construir shalom, pero no podía hacerlo. ¿Cómo hacerlo, si no era más que un presidiario en su celdita mental?

¿Comprendes cómo este mecanismo puede estar ejerciendo su influjo en tu vida?
¿De cuáles cosas aptas y saludables te privas para cumplir con los mandatos del EGO?
¿Cuántas trampas pisoteas simplemente por creer que no puedes hacer otra cosa?
¿Qué oportunidades dejas pasar por considerar que no te mereces una vida diferente?
¿Cuánto desperdicias al no reconocer lo bueno que ya tienes, disfrutarlo, agradecerlo y compartirlo?
¿Qué soluciones pasan a tu lado y ni te das cuenta concentrado en quejarte y echar culpas?

Sí, las creencias te estructuran tu manera de sentir, de actuar, de vivir.
¿Qué puedes hacer para vivir mejor entonces?

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