Resp. 3612 – Los necesitados de Pesaj

Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Como cita usted mismo, se hace una invitación doble.
Por un lado a que los hambrientos pasen a comer.
Por otro para que los necesitados compartan el Pesaj.
Como sabemos, el Pesaj a compartir no es la festividad en sí misma, sino el sacrificio llamado «Pesaj», que está absolutamente prohibido para los incircuncisos y/o ajenos a la nación judía. De hecho, tampoco podía participar de la comida de ese sacrificio alguien ajeno al grupo que lo sacrificó. Cada grupo con su sacrificio de Pesaj, y los ajenos quedaban fuera.

Así pues, ya que la puerta está abierta para recibir invitados, si alguna persona gentil hambrienta entra a nuestra mesa, por el espíritu de paz y armonía social, por supuesto que lo podemos acoger y alimentar.

Pero, el meollo de la celebración, eso que apunta a la nutrición del espíritu más que del cuerpo, eso está reservado en esta oportunidad solamente para judíos.
El deber de relatar acerca de la Salida de Egipto se aplica exclusivamente para judíos, no para otras personas. El deber de comer una porción de matzá y otra de maror, de beber las cuatro copas, de festejar nuestra liberación, esto queda limitado para personas judías.

¿Qué hacemos entonces con el invitado gentil?
No con ese que «cayó» cual paracaidista al tener nosotros la puerta abierta, pues difícilmente algún extraño en la actualidad entre a su casa solamente para comer porque haya visto la puerta abierta; sino con ese que hemos invitado, porque quizás es parte de nuestra familia (las parejas mixtas abundan en este día, como sabemos); o porque es un noájida ciertamente muy comprometido con la causa del Eterno.
¿Lo invitamos para que venga solamente a compartir la comida, el «shulján orej», pero le prohibimos la entrada a nuestras casas antes de la comida?
¿Le negamos la invitación, para hacer una fiesta 100% de judíos?

Parece que no es sencilla la respuesta, pero lo es en la práctica.
Que el gentil participe con nosotros, que aprenda de las maravillas del Eterno, de Su misericordia, de Su justicia, de Su poder ilimitado. Que se compenetre con la idea de que la única libertad real se encuentra al someterse a los mandamientos. Que se deleite con los manjares culinarios de nuestras colectividades. Que beba del caudal de conocimiento y santidad de nuestra acervo tradicional. Que se nutra cuerpo y espíritu al compartir con nosotros la celebración de Pesaj.
Pero, hay solamente un elemento ritual que no habrá de compartir, tal como no sube a la Torá si es invitado a una bar mitzvá, ni se pone tefilín si va al shil. El elemento que no podrá compartir es la ingesta de una porción del afikomen. Esto queda reservado en exclusiva para los hijos de Israel, pues es en recuerdo del sacrificio de Pesaj que en épocas del Templo se debe comer.

Por cualquier duda halájica no dude en consultar oportuna y personalmente con el rabino de su comunidad.

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.

Moré Yehuda Ribco