«Danos heredad entre los hermanos de nuestro padre.»
(Bemidbar/Números 27:4)
Eso fue lo que pidieron con amable vehemencia las hijas del finado Tzelofjad.
Amaban la tierra que Dios le había prometido a su nación, por tanto querían tener parte en ella.
¡Qué importaba que fueran mujeres!
¿Acaso por ello no le correspondía su parte en la buena porción de Israel?
¡Qué importa que fueran damas!
¿Acaso por ello no iban a elevar su justo reclamo ante las autoridades para obtener lo que anhelaban y les era de justica?
Entonces dijeron TENÁ LANU, ¡danos!
Porque su relación con la Tierra de Israel se manifestaba en los hechos, se hacía carne en sus palabras y actos.
Nuevamente la Torá nos trae una imagen sumamente positiva de las mujeres judías, aunque machistas y feministas modernos lo obvien y dejen de reconocer.
Miren que diferencia con el pedido de unos hombres, que pocos días atrás leímos en la Torá:
«Y se decían unos a otros: –¡Nombremos un jefe y volvámonos a Egipto!»
(Bemidbar/Números 14:4)
Gritaban NITNÁ, que es del mismo verbo que el usado por las hijas de Tzelojad.
Pero no era desde la NESHAMÁ su reclamo, sino desde el EGO.
En vez de afrontar las dificultades y tomar posesión de su porción de la Tierra, ellos escogían el que parecía el camino más fácil: regresar a la esclavitud de Egipto.
Es decir, al control y dominio del EGO.
A la vida miserable de máscaras y cáscaras ocultadoras de la cara.
De un Yo Vivido perturbado y exiliado del Yo Esencial.
Esa era la propuesta atrevida y absurda de este grupo de varones.
Y no fue ni la primera ni última vez que los hombres causaban disturbios y contratiempos.
Tomemos en cuenta quienes fueron los que llevaron al tremendo pecado que los dejó varados hasta 40 años en el desierto:
«Envía hombres para que exploren la tierra de Canaán»
(Bemidbar/Números 13:2)
Sí, fueron doce hombres los enviados, diez de los cuales permitieron al EGO dirigir sus acciones y por tanto manipular al resto (de varones del pueblo) para la contienda y la afrenta.
Lo que a la postre derivó en un retraso importantísimo en la redención de la humanidad y otros sufrimientos que no vamos a detallar.
Y en nuestra parashá, las constructoras de SHALOM Majla, Noa, Jogla, Milca y Tirsa nos vienen a traer una gran enseñanza de múltiples aplicaciones.
¿Qué aprendemos pues?