Parashat Ekev 5769

Shabbat Av 19, 5769 – 8/8/09.

Comentario de la parashá Ekev: La tierra buena.

Shalom iekarim!

El pueblo de Israel está a punto de entrar a la Tierra Prometida, luego de 40 años de permanecer en el desierto, tras la espectacular salida de Mitzraim/Egipto.
Y en esta ocasión, la parashá Ekev que nos brinda la continuación del discurso de despedida de Moshé Rabenu, afirma:

«Ciertamente el Eterno tu Elokim te introduce en una buena tierra…»
(Devarim / Deuteronomio 8:7)

Moshé, por indicación de Dios, llama a la Tierra de Israel como: «buena«.
Esto es muy importante, pues el ser «bueno» es el máximo valor posible para cualquier cosa creada, tal como Dios señalara reiteradamente en el relato de Bereshit/la Creación.

Sin embargo, comparemos esta valoración con esta otra:

«La tierra que fuimos a explorar es tierra que devora a sus habitantes.»
(Bemidbar / Números 13:32)

Así la describen diez de los doce exploradores que fueron a inspeccionar la Tierra Prometida: «tierra que devora a sus habitantes«.
Es decir, realmente ¡no muy buena!
¿Cómo puede ser buena una tierra que aniquila a los que viven en/de ella?

A todo esto, ¿a quién creer?
¿A los exploradores con sus habladurías negativas, o el elogio de parte de Moshé (en nombre de Dios)?
Sin dudas que es preferible aceptar la versión positiva, la de Dios.

Pero, ¿podemos explicar qué movió a los diez exploradores a dar una visión tan distorsionada y alejada de la realidad?
Daremos cuatro posibles respuestas:

  1. Exploradores perversos:
    Tal como indica específicamente la Torá (en Bemidbar / Números 13:32), los diez exploradores decían cosas que no eran ciertas, sino que tenían la intención de desacreditar el valor de Israel con falsedades destinadas a fomentar el miedo en los oyentes, y de ese modo lograr el poder sobre los que les escuchaban y creían (ver en Bemidbar / Números 14:36)

  2. Líderes temerosos e indecisos:
    En verdad los exploradores no eran tan malvados como la imagen que nos da la posibilidad anterior, sino que se dejaron llevar por su fantasía y miedo, percibiendo un peligro mayor allí donde realmente existía un pequeño obstáculo.
    Es decir, en lugar de ser viles manipuladores, eran víctimas de su propia debilidad escondida; eran personas que vivían reaccionando a su debilidad, en lugar de actuar buscando el crecimiento integral (comparar con Bemidbar / Números 14:9)

  3. Demagogia esclavista:
    Los diez exploradores que desacreditaron la Tierra, (conscientemente o no) en realidad buscaron complacer a sus escuchas, decir al pueblo lo que éste en su corazón anhelaba escuchar.
    El mensaje que deseaban (posiblemente) era: ¡pueden seguir siendo esclavos irresponsables, pues no existe tal mañana mejor, tal patria para trabajar y hacer florecer, tal Tierra Prometida! ¡Sigan siendo esclavos! (ver en Bemidbar / Números 14:4).

  4. Quizás, sin saberlo los diez exploradores, fueron más veraces de lo que pretendieron.
    Es decir, quizás dentro de la gran falsedad en su descripción de Israel se halla contenida una verdad: aquel que busca en la tierra tan sólo una tierra de la cual vivir, finalmente termina siendo comido por ella.
    ¿Qué quiere decir esto?
    Que si la persona se concentra solamente en lo material, despreciando o ignorando lo trascendente, al final de su vida, ¿con qué se queda efectivamente?
    Nadie se lleva a la Otra Vida ni sus estancias, ni sus casas, ni su ganado, ni su hacienda, ni su dinero,  ni lo que ha comido. Lo único que nos llevamos es el resultado de cumplir las mitzvot/mandamientos, de lo que hemos beneficiado a los demás, de los efectos de aquellas acciones que han ayudado a otro.
    Así que, quizás sin quererlo los exploradores enseñaron una gran verdad, similar a la que dice la parashá de esta semana: «Lo hizo para enseñarte que no sólo de pan vivirá el hombre, sino que el hombre vivirá de toda palabra que sale de la boca del Eterno.» (Devarim / Deuteronomio 8:3)

Tenemos cuatro posibles respuestas ante una diferencia de criterio sobre nuestra tierra, pero un mensaje claro:
La Tierra de Israel es una buena tierra, ¡tan buena como queramos que sea!, si sabemos apreciarla y cuidarla como corresponde.

Les deseo Shabbat Shalom!

Moré Yehuda Ribco

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