Queridos Talmidim y Javerim:
En esta Parashá la Torá nos relata sobre los últimos días de Iaacov y la manera en que intentó transmitir parte de su herencia espiritual a sus hijos.
"Habitó Iaacov en la tierra de Mitzraim. Cuando los días de Iaacov se acercaban a su fin llamó a su hijo Iosef y le dijo: Si he hallado gracia a tus ojos haz conmigo favor y fidelidad, no me sepultes en Mitzraim; cuando me duerma con mis padres sácame de Mitzraim y sepúltame en su sepulcro".
Pasaron 17 años desde que Iaacov llegó junto a sus hijos a Mitzraim. Fueron estos años de consuelo y abundancia junto a Iosef y sus hijos. Llegado el momento, comprendió Iaacov que se acercaba el día de su muerte. Iaacov ve que sus hijos ya no se sienten extranjeros en la tierra de Mitzraim, sino que se establecieron y tomaron posesión de la tierra donde residían, confundíendose, asimilándose, con los moradores de la tierra.
Iaacov comienza a preocuparse. El teme que con su muerte, no muera sólo él, sino que todo el pueblo de Israel, incipiente engendro, pero destinado a la muerte de continuar el camino actual. Por lo cual, Iaacov intentará hacer de su muerte la vida de todo el pueblo. Esto es, al morir un hombre puede revedecer el sentido, el patrimonio completo de toda una familia. Una muerte provechosa, para una vida meritoria. Porque la muerte del justo también acarrea beneficios para quienes le sobreviven. Por esto es que se dirige a su hijo Iosef, el que es poderoso en Mitzraim, el que puede hacerse cargo del encargo y de los avatares de la familia y le pide: "No me entierres en Mitzraim".
Iaacov decide hacer un acto, el cual será un duro golpe para sus hijos, un acto el cual producirá una reacción en sus hijos: ordena que lo entierren después de su muerte en Jebrón (Israel). Y no para dormir con sus padres, ya que poco les importa a los cadáveres el lugar de su residencia póstuma, pero si es vital para los vivos.
Son los que quedan los que erigen lápidas recordatorias, prenden velas y hallan consuelo con las memorias de los días pasados. Por lo cual, son los sobrevivientes los que también pueden otorgar sentido al pedido del agonizante patriarca.
Él sabe que a través de esto comprenderán sus hijos, y sabrán sus nietos que su cuerpo pertenece a la tierra de Israel. Que el corpus familiar no es diaspórico, sino sacro como es la Tierra Prometida al abuelo.
Iaacov sabía que no era fácil cumplir con el pedido que hizo a sus hijos. Ellos van a parecer extraños a los ojos de los egipcios, preguntándose cómo es posible que no lo entierren en la tierra de Mitzraim. Con la pompa y el fasto propios del padre del Gran Ministro. Pero era lo que Iaacov tenía como objetivo. Para él la eternidad judía estaba simbolizada en la Tierra de Israel y no en las momias empotradas en los palacios de las muertes piramidales.
Iaacov quiso transmitir ese mensaje a sus hijos.
La eterna tierra judía, es aquella en donde están enterrados los patriarcas Abraham, Isaac y Iaacov, pero no por estar ellos enterrados allí, son porque ellos hicieron de esos páramos inhóspitos vergeles, verdaderos paraísos ricos y fructíferos.
Porque ellos hicieron de la muerte un sendero para la vida.
Porque, y más importante quizás, ellos demostraron que la vida tiene un porqué y un para qué…
Shabbat Shalom les desea Yehuda Ribco
Resumen de la parashá Vaieji
Por causa de personas inescrupulosas, el que desee el resumen de la parashá contáctese con nosotros via mail, que se lo enviaremos a la brevedad.
Preguntas:
- ¿Quién vio a sus tataranietos?
- ¿Quién fue sepultado en la cueva de Majpelá?
- ¿Por qué esta persona solicitó ser enterrado allá y no quedar en Mitzraim?
- ¿Cómo podemos explicar el siguiente enunciado: ‘Iosef recibió doble herencia’?
- ¿Quiénes murieron a edad avanzada?
- ¿En qué se fijó Iaacov para bendecir a sus hijos’
- ¿Por qué al principio de la sidrá Iaacov hace jurar algo a Iosef y no al resto de sus hijos?
- ¿De qué temían los hermanos de Iosef?
- ¿Qué le dice Iosef a sus hermanos?
- ¿Qué hace prometer Iosef a sus hermanos y qué nos recuerda esto?