Una buena idea para llevar una vida feliz y disfrutable es parar de compadecernos, ¡basta de quejarnos!
La autocompasión es un sentimiento terrible que invade la mente y nos lleva a la derrota.
Consume nuestra energía vital, nos deja débiles, indefensos, esperando algo malo que ya está por llegar… y sin dudas llegará y nos dominará y quedaremos indefensos, puesto que nos hemos quedado sin respuesta, sin capacidad para construir una alternativa saludable.
La lamentación, el pobre agradecimiento por lo que nos sucede nos va corroyendo las entrañas, nos agota y agobia.
Nos perdemos en laberintos mentales de excusas, de amarguras, de resentimiento, de envidia y difícilmente descubrimos el goce y le abramos las puertas para bendecirnos, aunque esté llamando insistentemente a nuestra entrada.
Nos visualizamos fracasados y por tanto nos dejamos derrumbar entre llantos y gemidos, porque no nos damos cuenta de que el exitoso es aquel que no deja de probar una nueva alternativa luego de cada fracaso que experimentó.
Entonces, como si fuera una profecía, constatamos que tenemos motivo para el quejido y el reclamo, porque en verdad estamos saturados de desgracias y decepciones.
Entonces, si quieres ser feliz, si esperas tener una chance de éxito, simplemente deja de sentir pena por ti mismo, mira a tu alrededor y mira qué afortunado eres.
No te compares con otros, porque en verdad no sabes lo que está pasando el otro. No tienes idea de los infiernos que padecen incluso los que se presentan como triunfadores y felices.
No busques mínimos fallos para negarte a gozar tu porción actual, por el contrario, enfócate en todo lo bueno que sí tienes, sin por ello dejar de trabajar por mejorar mañana.
Agradece, siempre agradece.
Quizás hasta puedas llegar algún día al nivel espiritual de los que sinceramente también reconocen que “lo malo”, es para agradecer, aunque intelectualmente no se comprenda.
No dejes de ayudar a otros, sin esperar NADA, pero nada de nada, a cambio de tu favor.
Y bendice, con una sonrisa si es posible, porque todo el que bendice es bendito.
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