Reuníos y escuchad
En la parashá de esta semana, cuando agoniza el patriarca Israel/Iaacov, leemos que él manda llamar a sus hijos, para bendecirlos antes de partir de Este Mundo.
Entonces, comienza su discurso y les dice:
"Reuníos y escuchad, hijos de Iaacov [Jacob];
escuchad a vuestro padre Israel"
(Bereshit / Génesis 49:2)
¿No sienten nada extraño en estas palabras?
¿No perciben como que si algo estuviera fuera de lugar en ellas?
¿No debiera decir el versículo: "reuníos hijos míos, para oír mis palabras"?
¿Por qué este uso de la tercera persona?
Veamos algunas respuestas posibles y probables.
Primera: mensajeros
Atendamos al párrafo en su contexto:
"(1) Entonces Iaacov [Jacob] llamó a sus hijos y les dijo: ‘Reuníos, y os diré lo que os ha de acontecer en los días postreros.
(2) Reuníos y escuchad, hijos de Iaacov [Jacob]; escuchad a vuestro padre Israel:
(3) ‘Rubén, mi primogénito:…"
(Bereshit / Génesis 49:3)
De acuerdo al contexto, descubrimos que el postrado patriarca envió mensajeros1 para que llamaran a sus hijos y se aproximaran a su lecho, cosa que se relata en el primer versículo.
Entonces, en el segundo versículo, el cual comenzamos a analizar, no sería el patriarca el que está convocando a los israelitas, sino los mensajeros del padre, que fueron hasta el lugar de residencia de cada uno para anunciarles el próximo desenlace y la voluntad del padre de despedirse de ellos.
Así pues, el versículo se comprende perfectamente, ya que no era Iaacov quien lo pronunció, sino sus heraldos.
Segunda: trascendencia del asunto
Ahora atendamos al contenido del mensaje, para descubrir otra posible respuesta.
"Reuníos, y os diré lo que os ha de acontecer en los días postreros…"
(Bereshit / Génesis 49:1)
Iaacov preludia su mensaje que dará a continuación con una advertencia: no esperen encontrar aquí la simple y emotiva despedida de un padre que está a punto de fallecer; están por recibir lo que con la inspiración divina he podido develar del futuro de la humanidad, les delinearé el rostro de la Era Mesiánica2.
Tan trascendental información no debía quedar en la intimidad de padre e hijos, en el reducido ámbito familiar, sino que merecía ser pronunciada y repetida luego con poder y autoridad.
Por eso el mismo patriarca cambia el tono de su discurso y lo pasa a tercera persona, con el vigor de la poesía hebraica, para indicar que este mensaje será para todos los hijos de Iaacov, los que están en cuerpo presente pero también para los descendientes que los sucedan. De manera tal que el mensaje sería perenne entre los descendientes de Iaacov, pues estaría destinado a todos ellos en conjunto.
Tristemente, el deseo de Iaacov no se concretó, pues el Eterno veló su visión profética y tan solo dibujo el patriarca un esbozo incompleto de la Redención final3.
Tercera: Escucha Israel
Al morir, temía Iaacov, que la unidad familiar se terminará por dislocar (no era tonto, sabía que entre sus hijos hubo graves disputas, casi fratricidas) y que cada hijo con su progenie se desligaría del resto de la familia, y así perderían también el esencial fundamento que los unía: la creencia exclusiva en el Uno y Único.
Por eso les dijo: "¿Hoy están reunidos, pero cómo sé que mañana lo estarán?
¿Cómo puedo saber que santificarán al Eterno cuando no esté yo para recordárselos en persona, cuando pase a ser un patriarca petrificado en la memoria del tiempo y no sea más vuestro padre activamente?"
En conjunto respondieron los hijos:
"Escucha, Israel: el Eterno nuestro Elokim, el Eterno uno es."
(Devarim / Deuteronomio 6:4)
Le dijeron:
"Escucha nuestro padre, al que Dios ha dado el nombre de Israel.
Aunque tú pasarás al Mundo Venidero, pero nosotros no perderemos de vista que el Eterno es nuestro Elokim, que no hay otro fuera de Él.
Eso es lo que tú crees y conoces, y esa es también nuestra plena certeza.
Así como tu corazón es uno con Él, también lo es el nuestro."
En un susurro el padre sonrió, se inclinó y respondió:
"Baruj shem kevod maljutó leolam vaed
¡Reconocido sea eternamente el glorioso nombre de su reino!"
(Pesajim 56a)4
Esta frase quedó como la silenciosa compañera indisoluble de la invocación del "Shemá Israel", que posteriormente entonaron las generaciones de generaciones de hijos de Iaacov.
Cuarta: unidad
El egoísmo es el camino directo hacia la destrucción, propia y del prójimo.
Solamente cuando dos personas se unen y se aprecian auténticamente, sin rivalidades, es posible que la divina Presencia repose entre ellos.
Cuando los israelitas se mantienen unidos, porque han dominado su egoísmo negativo, no caen y prosperan.
Pero si entre ellos se levantan voces de desprecio y deshonra hacia el hermano, por motivos banales y faltos de total sentido, prontamente el enemigo que los acecha cae sobre ellos y los despedaza.
El porvenir como individuo y como nación está en los lazos plenos de juicio y caridad que son la fuerza de Israel (y de toda persona/nación).
Tal como mucho siglos más tarde profetizara el profeta de la Verdad:
"Tzión [Sion] será redimida con el juicio,
y sus arrepentidos con la justicia/caridad."
(Ieshaiá / Isaías 1:27)
La redención se encuentra en el juicio y en la caridad, ni más ni menos.
¿Pero, dónde reconocemos en el versículo este llamado a la unidad por sobre las diferencias menudas?
Ante todo en la insistencia en las palabras "reuníos y escuchad".
En reunirse ya se configura el llamado a la unión.
Pero en el "escuchad" está su confirmación.
Lishmoá en hebreo quiere decir "escuchar", pero está esta voz íntimamente relacionada con mishmaat que es disciplina, estar en alerta como un vigía en su guardia.
Así pues, la convocatoria del patriarca era para que se juntaran pero que también estuvieran atentos a no provocar discordias, sino a encontrar puntos de contacto y armonía entre ellos.
Y por eso mismo se los denomina de dos maneras:
por un lado se les recuerda que son "hijos", por tanto supeditados a una autoridad superior que es la paterna;
y se les recuerda que todos tienen "un padre", que es Israel. Por tanto, ellos son personas con sus propios criterios, con sus aspiraciones diferentes, incluso con madres diferentes; pero están en esencia unidos, pues son "hijos del mismo padre".
Eso les debe servir como señal, para no quebrar jamás la unidad de Israel con tontas divergencias.
Unidad de nación
Tristemente a lo largo de los siglos hemos visto como la unidad no se mantiene, y esto fue aprovechado por el enemigo para diezmar a la nación.
También en la actualidad se percibe con demasiada claridad, para nuestro gran dolor, que las pequeñas ganancias del ego opacan el amor hacia el prójimo israelita y llevan a vivir en discordia y aprensión.
Es el ego, y solamente él, quien lleva a la discordia y el malestar entre las personas.
El que infla de orgullo y falsas expectativas y nubla el corazón de las personas impidiéndoles aproximarse con humildad y verdadero amor.
Recordemos como fue el ego de Caín quien lo movió para cometer el primer asesinato de la historia, acabando así con la vida de su hermano.
Recordemos que la paz y concordia son el sustento necesario para que exista una verdadera vida:
"Grande es el poder de la paz, que si Israel cae en idolatría pero hay paz entre ellos, el Acusador no puede dañarlos. Pues el Eterno bendecirá a su pueblo en Shalom (Tehilim/Salmos 29:11)"
(Ialkut Shimoni 904)
Desoímos la enseñanza verdadera del salmista cuando cantó inspiradamente:
"¡He aquí, cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía!"
(Tehilim / Salmos 133:1)
Lo bueno y agradable está en la unión armoniosa de los pares, sostenidos en juicio y caridad.
Ser íntegros
Ahora bien, en lo individual también este principio se cumple.
Cuando la persona vive des-integrada en sus diferentes planos5, su vida está con falta de armonía, por tanto no hay serenidad ni crecimiento.
La desintegración puede ser en la relación de dos o más planos, o a la interna de un plano; como sea, siempre conlleva angustia y decepción.
Por tanto, en la integridad de nuestro ser, está la respuesta para alcanzar nuestra serenidad.
La Torá ordena:
"Serás íntegro para con el Eterno tu Elokim."
(Devarim / Deuteronomio 18:13)
en un párrafo en el cual rechaza absolutamente toda idolatría o incitación hacia ella, y en el cual se ordena la remoción de toda mácula de idolatría.
La definición de idolatría supera el objeto de nuestro encuentro actual, pero debes saber dos aspectos básicos:
-
idolatría = en lo espiritual, es tomar lo aparente en lugar de lo que es real o esencial; por lo tanto:
-
idolatría = rechazo, activo o pasivo, de la Verdad.
Así pues, una persona que vive en engaños espirituales, puede actuar como una buena persona, pero no es íntegra, y por tanto se cierra la opción para alcanzar la paz.
Y una persona que adopta un estilo de vida contrario al dispuesto por el Eterno, aunque diga con firmeza que cree en Él, tampoco alcanza a ser íntegra, pues está carente de algo que es fundamental.
¿Cuál es el método para conseguir la integridad?
Pues, el que propone el patriarca en el versículo que analizamos: "reunir y escuchar".
¿Cómo se aplica a la persona, en un proceso terapéutico o de crecimiento?
"Reuníos" en este contexto se puede entender como concentrarse para poner en actividad cada uno de los planos, sin dejar ninguno por fuera.
No sirve decir: me haré muy sabio, estudiaré y sabré todas las respuestas del intelecto; si al mismo tiempo se deja corromper el plano de lo social, por ejemplo.
Reunir a cada uno de los cinco planos, dándoles su importancia que corresponde, en la medida que es justo y bueno hacerlo.
El "escuchad" en este contexto se aplica a prestar atención a los preceptos que el Eterno nos ha dado6, que involucran cada uno de los planos de la persona.
(Atención: no se debe acatar los mandamientos porque eso nos servirá como terapia, o para obtener algún otro beneficio, sino acatar porque esa la Voluntad del Eterno.)
Cuando en lo personal logramos reunirnos y atender, estamos en la senda que provee de Shalom y bienestar.
Sin dudas que una persona así integrada, íntegra, puede estar en condiciones de proveer de mayor integridad a la sociedad y al mundo.
Éste es el camino de la rectificación del mundo, del advenimiento de la Era Mesiánica.
Sorpresa
Y llegados a este punto vemos que el patriarca SÍ anunció los parámetros de la Era Mesiánica: si cada uno de nosotros, y la mayoría de nosotros, vive con integridad a la luz de los mandamientos, entonces la Era Mesiánica será un hecho consumado.
En palabras de Rabbí Iojanán en el Talmud:
"El Mashiaj, hijo de David, no vendrá hasta que no haya una generación plena de méritos o plena de culpa."
(TB Sanhedrín 98a)
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir shalom!
Moré Yehuda Ribco
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"La persona generosa será prosperada, y el que sacia a otros también será saciado."
(Mishlei / Proverbios 11:25)
Notas:
1– Comentario de Rashbam in situ.
2- Comentario de Ibn Ezra in situ.
3- El Midrash (Bereshit Rabbá 98:3) nos cuenta que, por determinación divina, la visión profética del patriarca se nubló precisamente en aquel momento, y él no pudo anunciar los acontecimientos de la Era Mesiánica con claridad, sino tan solo pálidos y confusos esbozos. Es que el Eterno tiene reservada la exactitud de las características de esa Era para cuando sea el momento de vivirla, especialmente sellada esta su fecha de comienzo, para que las generaciones previas no desesperen en el exilio.
4- Midrash Tanjuma Vaieji 11; Devarim Rabbá 2:35.
5- Planos: Espiritual, Intelectual, Social, Emocional y Físico.