La Torá, en su ciclo anual de lecturas, nos lleva al encuentro de la parashá Emor que quiere decir "Diles".
Uno de sus párrafos presenta lo siguiente:
"El Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo:
‘Di a Aarón y a sus hijos que traten con reverencia las cosas sagradas de los Hijos de Israel, para que no profanen Mi Santo Nombre en aquello que Me han consagrado. Yo soy el Eterno.’"
(Vaikrá / Levítico 22:1,2)
Esto significa que aquellas personas, actos, palabras u objetos que están dedicadas a Dios, deben ser guardados con sumo respeto y atención.
Por ejemplo, las personas, tales como los cohanim -sacerdotes-; pero también cualquier judío digno; o en un sentido amplio, cualquier persona.
Actos, tales como las mitzvot -preceptos-.
Palabras, tales como las de la Torá, o de la tefilá -plegarias-.
Y objetos, tales como el Sefer Torá, tefilín, mezuzá.
Porque, siguiendo la línea del versículo que hemos citado, si despreciamos o maltratamos alguno de éstos (o de los otros que no hemos mencionado), estamos profanando el Santo Nombre de Dios, lo que en hebreo se dice jiul haShem.
Y como comprendemos, jilul haShem no es solamente en lo obvio, como cuando maldecimos a Dios, o nos rebelamos activamente contra Él, o seguimos la idolatría; sino que puede ser también al burlarnos de un prójimo, o al tratar ofensivamente un objeto consagrado, o al descuidar nuestro comportamiento en sociedad, o al públicamente despreciar una mitzvá.
Y el jilul haShem es un pecado grave, pues según nuestros Sabios (Talmud, Iomá 86a) todos los otros pecados, errores y omisiones pueden ser subsanados mediante la teshuvá -arrepentimiento o retorno a la esencia del Bien-, pero el jilul haShem, no.
Y la razón que dan es que el jilul haShem es hecho en público, y otras personas aprenden del mal ejemplo, y se suman al error, y las consecuencias negativas dejan de estar ligadas al hecho erróneo original, pues se esparcen e incrementan entre los que presenciaron el primer error, y sucesivamente.
Además de esto, también porque el que hace jilul haShem puede provocar que las personas reaccionen y hablen mal de los judíos en general, de sus acciones y de su Dios, pues no entienden como un judío, miembro del Pueblo consagrado por Dios, se comporte de manera negativa.
Una de las mejores soluciones para no caer en el jilul haShem es atender el versículo, en el cual Dios nos dice:
"Mi siervo eres tú, oh Israel; en ti Me gloriaré."
(Ieshaiá / Isaías 49:3)
Si recordamos antes de hacer o dejar de hacer, de hablar o dejar de hablar, que cada uno de nosotros somos lo que representamos a Israel, y que tenemos la misión de dar gloria a Dios, entonces tendríamos más cuidado en nuestras acciones, y más beneficios en nuestra vida.
Les deseo Shabbat Shalom!