Parashá Vaiakel 5770: todos y uno un pacto sagrado y eterno con el Eterno

Esta semana leemos públicamente de la Torá las dos últimas parshiot del segundo libro, denominado Shemot, conocido en español como «Éxodo».
Como siempre mencionamos, son numerosas las lecciones que se pueden aprender y derivar del sagrado texto -heredad y patrimonio eterno de la nación judía-, esta semana por supuesto que también es así.
Nosotros en particular solemos destacar aquellas pautas de conducta que sirven para embellecer la espiritualidad de la persona (sea judía o gentil, más o menos apegada a la observancia de los preceptos), de modo tal de alcanzar mejores niveles de vida, tanto aquí como en la eternidad.

Prestemos atención a una de estas perlas del conocimiento y la ética.
Dice en el principio de la parashá Vaiakel:

«Moshé [Moisés] hizo reunir a toda la congregación de los Hijos de Israel y les dijo: ‘Éstas son las cosas que el Eterno ha mandado que hagáis«
(Shemot / Éxodo 35:1)

Los mandamientos e instrucciones que vienen a continuación son fundamentos para las personas judías, pues refieren al cumplimiento del Shabbat y la santidad que vincula a ese día con la nación judía.
No es el tema que trataremos en este breve encuentro, pero es indispensable que el lector busque en el sitio lo que hemos publicado acerca de Shabat, o que encuentre información en otros lugares verdaderamente judíos y con contenido apto para su lectura y comprensión.
El conocimiento y cumplimiento de los reglamentos del Shabat es un fundamento esencial para la vida del individuo y del colectivo judío, por tanto, a no perder la oportunidad para estudiarlos, conocerlos, repasarlos y especialmente vivirlos.
Así pues, no olvides estudiar acerca del Shabat, ni bien termines de leer estas breves líneas, o en cuanto tengas el tiempo necesario para hacerlo como corresponde.
(Si eres un amable lector gentil, el siguiente párrafo es para ti:
Recuerda que el Shabat es heredad y patrimonio exclusivo de los judíos.
Cuando el gentil se interesa sanamente en lo ajeno, sea algo santo -como las cosas del judaísmo-,
o algo perverso -como las cosas de religiones-,
igualmente ese interés pudiera llevarlo a confundir su preciosa identidad noájida y llevarle a pretender usurpar la propiedad exclusiva que Dios ha dado para los judíos o a andar por caminos oscuros y carentes de verdad de las religiones.
Por tanto, al finalizar de leer este comentario, ve a FULVIDA.com, nutre tu alma allí, con el buen pan espiritual que Dios ha reservado para ti, con amor y sabiduría.)

En la frase que citamos hay una impresionante lección de vida, una pauta ética y espiritual que todos debiéramos conocer, comprender y aplicar cabalmente en nuestro quehacer cotidiano.

Fíjate bien, no se dirige el mandato de Dios hacia jefes de congregación, ni líderes, ni profetas particulares, ni personas con supuestos sueños de revelaciones, ni a santos, ni a consagrados, sino que Dios comunica Su Voluntad a TODOS los miembros de la comunidad.

Si bien hay mandamientos de los 613 para la nación judía que son para determinado sector del pueblo, o para tales o cuales circunstancias, en su fundamento el conjunto de los mandamientos que el Eterno dio a Israel son para TODA la nación judía.

Entendamos esto, que es sencillo, pero suele quedar en el olvido o en la confusión.
Los 613 mandamientos de la Torá para los judíos, son responsabilidad de la nación judía; no es el individuo judío particular quien está obligado al cumplimiento del conjunto de los 613, sino solamente de aquellos de los 613 que le corresponden legalmente.

Pongamos por ejemplo, si una persona no es de la casta sacerdotal, no debe de cumplir los mandamientos que incumben a los descendientes de Aarón haCohén. Si una persona no es agricultora, no debe cumplir aquellos preceptos que refieren a la actividad agrícola, ni sentirse en falta o pecado por no hacerlos… ¡no le corresponden!

Pero, de los 613 que sí le tocan, entonces sobre ese subconjunto es responsable de cumplirlos, pues tales preceptos son su pan espiritual, su escalera para alcanzar mayores grados de espiritualidad, su fortalecimiento en la conexión con el Eterno.
De no acatar aquellos mandamientos que son de su esfera, la persona decae, se debilita, pierde vigor, todo esto en su plano espiritual; pero además, la influencia de los preceptos en los otros planos de la vida algunas veces son evidentes, pero en otras ocasiones el influjo no es claro ni fácilmente perceptible.
Por tanto, la persona no conoce a cabalidad cuanto es lo que gana ni cuanto pierde, pero es importante recordar que de acuerdo a sus hechos es su retribución justa.

Los 613 mandamientos son para la nación judía y es ella, como una unidad, la que debe procurar su cumplimiento; de forma que cada individuo cumpla con aquellos que debe cumplir y no con lo que es de otro.

Esta es una gran diferencia con el decreto de los Siete Mandamientos para las naciones, pues no ordenó Dios los Siete para que la responsabilidad del cumplimiento recaiga sobre una nación o un grupo determinado de gentiles, sino que cada uno de los noájidas es el receptor y el responsable de vivir de acuerdo a los Siete.
Por ejemplo, No es admisible que el noájida se excuse diciendo que el roba pero hay otros en la sociedad que no roban, ya que el mandamiento le fue dado a cada gentil para que lo cumpla.

Así pues, el pueblo judío es el receptor y responsable de los 613 mandamientos; en tanto que cada individuo gentil es el receptor y responsable de cumplir cada uno de los Siete.
Es habitual que las personas se confundan y crean que los 613 son para cada uno de los judíos, y por eso tachen de «pecador» a aquel judío que no cumple con todo el conjunto de los preceptos. Ciertamente no es así como Dios determinó que fueran las cosas. Él dio 613 para la nación judía, como un gran organismo nacional compuesto de multitud de miembros, que son los individuos judíos. Cuando el organismo nacional judío está en su plenitud, es cuando está en el cumplimiento de la Torá en su totalidad.
No hay cuestiones de pecado o santidades, sino de fortalecer la identidad de acuerdo a como Dios ha determinado que fuera.

Atendamos, el llamado del Eterno en el párrafo que citamos es para TODOS los que forman parte de la comunidad judía.
No solamente para sabios, lindos, ricos, inteligentes, religiosos, hombres, sino que estaban incluidos TODOS y TODAS. Grandes, chicos, los que sabían, los que sabían menos, los que cumplían más, los que cumplían menos, etc.
Los 613 mandamientos, el mensaje de la Torá para los judíos, es para TODOS.

Como miembro de la nación judía tienes un sagrado pacto con Dios, por siempre, sin excusas, sin cambios.
Es el pacto de la Torá con sus 613 mandamientos, que te provee de bienestar, te inunda con bendición, te premia con una buena vida en la eternidad.
Tú eres el receptor y el responsable de cumplir con ese pacto sagrado que tienes como con Dios.
Si te buscas justificaciones, te inventas religiones, veneras redentores, te haces el distraído, te disfrazas de una identidad ajena, repites frases supuestamente espirituales sin ton ni son, adulas al nazareno, reformas el judaísmo para que se adecue a tus deseos e ignorancia, etc., si haces cualquiera de las cosas que Dios no te ha pedido que hagas para nutrir tu espiritualidad y dar sentido a tu vida, entonces estás en el camino del fracaso, en el caos, rodeado de sombras y abismo.

Tienes un pacto sagrado y eterno con Dios, el judaísmo.
Para vivirlo como individuo, para formar comunidades unidas y trabajar todos y todas por la construcción de Shalom.



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