Uno fuerza y “vence” a otro, usando las herramientas del EGO (grito, llanto, pataleo y desconexión de la realidad, o algunos de sus derivados).
Ciertamente parece haber obtenido lo que deseaba y además seguir tranquilo, en paz.
Aquel que fuera manipulado, forzado, llevado a la acción u omisión, puede parecer también calmo, sin reclamos.
Lo cierto es que ninguno de los dos ha sido beneficiado, no han habido ganadores, ni tampoco reina la paz. No hay paz, ni interna, en cada uno de ellos, ni entre ellos.
Existe una paz aparente, un conflicto tapado, violencia silenciada, agresión sin demostración.
Son dos los perdedores, aunque a la vista superficial aquel que uso del EGO se haya quedado con el trofeo.
Si hay manipulación y se cede por presión o engaño, aunque reine una apariencia de paz, no hay ganancia real ni paz.
Eventualmente explotará el rencor, se desbordará el odio contenido, surgirá la venganza, el sufrimiento se hará patente, la vergüenza disimulada estallará. Violencia duplicada, triplicada, centuplicada, porque se ha ido acumulando, porque se suma al primer dolor todo lo nefasto que brota a causa de él.
Si no se exterioriza la negatividad, por dentro irá corroyendo, enfermando, empobreciendo, degradando. Es la violencia dirigida a sí mismo, aquella que se enquistó, se convirtió en un mal que mata desde las entrañas.
Si se exterioriza, se está en situación de golpes de ida y de vuelta, de cobrarse cuentas pendientes, de devolver golpe a golpe, trampa a trampa.
No, no hay paz en donde comanda el EGO y la persona está sometida.
Aunque no corra sangre, aunque nadie se queje, aunque todos parezcan en calma, no hay paz.
Por el contrario, cuando se conduce desde el AMOR, entonces se construye Shalom.
En base a la verdad, a la justicia, a la bondad, a la lealtad.
Se emplea la Comunicación Auténtica, se perdona, se pide perdón, se agradece, se beneficia al prójimo sin esperar nada a cambio. Se pide, pero sin pretender controlar lo que no está en capacidad de ser controlado.
Hay tanto por aprender, pero mucho más por des-aprender.