El salmista nos viene enseñando que Dios nos protege, siempre y cuando seamos leales a Él a través del cumplimiento de los mandamientos que nos corresponde cumplir.
Entonces Él nos guarece de los males, para que la cobertura de Su Misericordia sobrepase al estricto equilibrio de la Justicia.
Igualmente, nuestra mente no puede calcular con precisión los métodos del Eterno para administrar Su creación, por lo tanto, confiemos en que Él hace misericordia más allá de todo entendimiento. Pero, no olvidemos que la acción del hombre es ejecutada con su libre albedrío, por tanto allá donde la persona actúa el Eterno se limita para no interrumpir la decisión del hombre. Por tanto, lo que Él hace es justo y misericordioso, pero lo que el humano hace puede ser malo y provocar sufrimientos injustos en inocentes.
Volviendo al salmista, podemos encontrar un ejemplo de la protección Divina en este verso:
«יוֹמָ֗ם הַשֶּׁ֥מֶשׁ לֹֽא־יַכֶּ֗כָּה וְיָרֵ֥חַ בַּלָּֽיְלָה:
El sol no te herirá de día, ni la luna de noche.»
(Tehilim/Salmos 121:6)
Que cuando lo analizamos con atención, nos salta de pronto una pregunta.
Ya que, se entiende perfectamente que haya necesidad de ser protegidos del sol, porque no son pocos los daños que recibimos a nuestra salud a causa de la exposición no controlada al mismo.
Pero, ¿cómo entender que nos proteja de la luna de noche?
Una respuesta, muy interesante y práctica, es la siguiente.
La noche aclarada por la luna permite reconocer algunas formas, identificar ciertos movimientos, pero lleve a confundir y a imaginar cosas que no están allí.
Es decir, la poca información que revela la luz lunar suele provocar distorsiones que alimentan los miedos, que perturban la mente, que aumentan la ansiedad. En lugar de servir para discernir y obtener comprensión, muchísimas veces genera lo contrario. Entonces, es necesario que recibamos también protección de los efectos que genera en nuestra mente la luz de la luna en la oscuridad. Para que no reaccionamos automáticamente con pánico, ni que montemos un problema allí en donde no está, que no nos consuma el pavor provocado por la ignorancia que fomenta la imaginación.
Así pues, por un lado ser guardados del sol, para que no se queme nuestra piel; ser resguardados de la luna, para que la mente no se atormente por imaginaciones terribles.
Ambas son peticiones muy válidas para asegurarnos una mejor vida.
¿Qué opinas tú?
Si este estudio te ha sido de provecho, acuérdate de hacernos llegar tu tzedaká porque es a través de ti que Dios quiere bendecir materialmente nuestra obra sagrada. Cada centavo que aportas a la obra del Eterno, te vuelve multiplicada con creces.
Así pues: http://serjudio.com/apoyo