“Vivimos en la mente y el único que está presente es el cuerpo”. Esta afirmación, aunque común, encierra una profunda verdad que a menudo olvidamos en el ajetreo de la vida moderna. El judaísmo, con su énfasis en la práctica y la conexión con lo tangible, nos ofrece herramientas para anclar nuestra conciencia en el presente. La Havdalá, la ceremonia que marca la separación entre Shabat y los días de la semana, nos proporciona un ejemplo poderoso de cómo podemos cultivar la presencia plena.
La Havdalá utiliza estímulos sensoriales para marcar la transición. El vino, las especias, la luz de la vela trenzada: cada elemento nos invita a despertar nuestros sentidos y a experimentar la realidad del momento. El aroma de las especias nos recuerda la dulzura del Shabat que acaba de terminar, mientras que la luz nos guía hacia una mejor semana que comienza. El vino, símbolo de alegría, nos anima a recibirla con gratitud y esperanza. En tanto que, podemos prestar atención al sonido de las bendiciones y frases sagradas que la acompañan, para conectarnos mejor con el presente.
La Havdalá nos enseña a distinguir, a separar lo sagrado de lo profano, el Shabat de los días laborables. Esta distinción, sin embargo, no implica una desconexión. Al contrario, nos ayuda a apreciar la santidad que reside en cada momento, incluso en los momentos aparentemente ordinarios de la vida cotidiana. Nos invita a silenciar la mente y a prestar atención a los sonidos del presente, la Havdalá nos anima a silenciar el ruido interno y a conectarnos con la riqueza del momento presente.
Podemos captar chispas de divinidad en cada minúscula traza del mundo transitorio en el cual estamos.
Podemos encontrar la plenitud, la eternidad, al descubrir el valor infinito del aquí y ahora.
No puedes oír una voz del pasado, más que como un recuerdo, tal como ocurre con el aroma de los besamim.
No puedes oír algo que aún no sucedió, más que como una sombra pasajera del fuego entremezclado que arde en la havdalá.
No puedes saborear nada, sino aquí y ahora, como hacemos con la rebosante copa.
Así pues, la sabiduría judía que nos insta a vivir plenamente en el presente, sin aferrarnos al pasado ni angustiarnos por el futuro. La Havdalá, al marcar el fin del Shabat, nos invita a dejar ir la semana que pasó y a recibir la nueva con una mente abierta y receptiva. Pero, viviendo este presente en el cual estamos tan fugazmente.
Al igual que la Havdalá nos ayuda a distinguir entre el Shabat y los días de semana, debemos aprender a distinguir entre la realidad del presente y las especulaciones de la mente. La Havdalá, con su énfasis en la experiencia sensorial y la presencia plena, nos ofrece una vía para acceder a esta plenitud, para conectar con la santidad del momento presente y vivir con mayor conciencia y gratitud.
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