En el rezo tradicional judío de la noche, poco antes de la parte central (la Amidá), hay un parrafito que dice: «וְהָסֵר שָּׂטָן מִלְּפָנֵינוּ וּמֵאַחֲרֵינוּ” al que podemos traducir como “quita al Satán de delante nuestro y de detrás nuestro”.
Sabemos que el Satán es el adversario, un socio que nos ha puesto Dios para que nos sirva para ejercitarnos en tomar buenas decisiones, para que seamos fuertes y dignos, para que la vida tenga sentido y consigamos disfrutar del merecido resultado de nuestras acciones.
Está para oponerse a nosotros, para que de esa manera desarrollemos nuestras mejores virtudes y capacidades.
Ya que cuando a la persona le llega todo regalado, sin esfuerzo, sin trabajo, pronto todo carece de sentido y valor, incluida su propia vida.
Por tanto, el Satán es una fuerza de vida, a la que nosotros acostumbramos llamar en este Hogar como “el EGO”. Hemos estudiado en cientos de ocasiones su naturaleza, su accionar, como doblegarlo, etc.; por lo que el interesado tiene a disposición una enorme biblioteca, generosamente disponible para quien quiera en http://serjudio.com.
El problema está realmente cuando permitimos que el EGO usurpa lugares que no le corresponden y se entrometa en cuestiones por completo ajenas a su limitado rol para el que fue diseñado. Entonces se transforma en el rey, en el dios, en el salvador, al mismo tiempo que en el tirano, el demonio, el perpetuo boicoteador. Nos pone en constante situación de padecer o sentir impotencia, para que de esa manera sus escasos instrumentos, muy útiles cuando son realmente necesarios, sean reclamados por nosotros, para salir de alguna manera de esa impotencia que nos carcome. Entonces, de manera automática se dispara alguna de estas reacciones: llanto, grito, pataleo, desconexión de la realidad. Y/o alguna de las conductas que se derivan de éstas y que han sido aprendidas durante el crecimiento.
Como sea, el limitado recurso del EGO le da más que suficiente para dominar a la persona, a la sociedad, al mundo. Y así estamos, sumergidos en guerra, miseria, religión, superstición, depravación, violencia, y todas las otras manifestaciones que son antagonistas del sendero del constructor de SHALOM.
Allí donde no hay pensamientos, palabras, actos de bondad y justicia, es un lugar en el que seguramente el EGO es el amo.
Notemos que el pasaje del rezo que citamos al principio se menciona la actividad del Satán por delante y por detrás de nosotros.
¿Cómo pudiera ser interpretado?
Que el EGO nos pone la trampa para caer en impotencia poniendo dificultades delante de nuestro camino. Nos susurra que somos incapaces, que nadie nos quiere, que fracasaremos, que todo lo que hacemos está mal, que nuestro destino es de sufrimiento, que no vale la pena ni siquiera tratar de cambiar y cosas por el estilo que nos agobian, nos dejan hundidos en la impotencia y nos impide siquiera movernos un paso hacia fuera de la celdita mental en la que estamos confinados.
Ese es el Satán que está por delante, oponiéndose a nuestro paso.
Pero otra estrategia del EGO es alentarnos a intentar lo que no nos corresponde, ni aquello que debemos/podemos hacer. Desde atrás nos impulsa, nos aplaude para seguir, nos da ánimos para romper límites (que deben ser respetados), nos lleva a creer que atrevernos a usurpar roles es lo acertado y todo lo otro que es de este estilo. Cuando el EGO te infla el ego, te hincha de aire oscuro y terminas por creerte que eres así de gigante e importante, siendo que en verdad lo que hay es puro humo que se escapa al menor pinchazo, porque te desinflas como un globo al primer cortesito. Es lo que pasa cuando nos llenamos de orgullo, nos sentimos más de lo que estamos siendo, perdemos de vista nuestra realidad. Entonces, tarde o temprano chocamos contra el muro de la impotencia, de fracasar por estar en donde no es nuestro sitio y actuando una obra que nos es ajena. Así, el EGO nuevamente queda al mano, haciendo de cuenta que nos rescata y nos salva del sufrimiento que es la impotencia. Lo triste es que esta vez llegamos allí precisamente por estar narcotizados por el EGO.
Así pues, pedimos que el Eterno nos brinde cordura para valorarnos correctamente, tener bajo dominio al EGO, no ser víctimas de menospreciarnos pero tampoco de vanagloriarnos. Ser humildes, enfocados, medidos, aceptando las limitaciones y también los poderes, para de esa manera desarrollarnos a plenitud.
Entonces, poder gozar de la bendición constante que llueve sobre nosotros.
Y mientras tanto más de uno culpando a un sujeto con cachos y cola… :)
Gracias Moré
Las religiones nos vendieron la falsa cura para esta «enfermedad» llamada Satan. Y todavia siguen engañados. Gracias Morè.