Podemos, en realidad, debemos, encontrar fortaleza en los desafíos, pues son lecciones de esperanza y conexión espiritual.
En mi viaje espiritual, he aprendido que los desafíos que enfrentamos en la vida pueden ser verdaderos catalizadores de crecimiento y fortaleza. A menudo buscamos evitar las luchas, las adversidades y las pérdidas, creyendo que una vida sin desafíos sería más fácil y deseable. Sin embargo, es a través de estos desafíos que crecemos, aprendemos y descubrimos nuestra verdadera fortaleza.
Recientemente, tuve dos encuentros conmovedores que me enseñaron una lección profunda sobre los desafíos que enfrentamos. El primero fue con una madre afligida que había perdido a su hijo. Aunque su dolor era inmenso, pude ver cómo llevaba consigo el recuerdo y la esencia de su hijo. A pesar de su partida física, su amor y conexión con él permanecían intactos.
El paraíso es una dimensión, sin espacio ni tiempo, a la cual pertenecen los espíritus. Ahí vivimos cuando ya no estamos en conexión con este cuerpo que vivenciamos.
Pero el paraíso también es la memoria que guardan aquellos que quedan en este mundo. Compartir esas memorias, preservarlas, embellecerlas con amor y respeto, es el gran regalo que podemos seguir haciendo por aquellos que ya no transitan corporalmente entre nosotros.
El segundo encuentro fue con un abnegado hermano que estaba de luto por la pérdida de su hermana, a la cual había cuidado con empeño durante décadas de padecimiento. Me contó cómo él había estado alejado del judaísmo y de su comunidad durante muchos años. Sin embargo, la tristeza y la pérdida lo llevaron a buscar consuelo y respuestas en la tradición judía. Fue en ese proceso de búsqueda que se encontró conmigo en el templo. Durante nuestra conversación, se dio cuenta de la importancia de las tradiciones y creencias del judaísmo, y de su papel como padre, como abuelo, como hermano de aquellos que permanecían en este plano, como de aquella hermana que ya no estaba entre nosotros, y ahora permanece como una luz en las vidas de los que conoció. Sintió un fuerte llamado a reconectarse con su identidad judía y a honrar la memoria de su hermana.
Porque con ello hacía una bondad eterna con su amada hermana, con el resto de su familia y con él mismo.
Estos encuentros me enseñaron que, aunque enfrentamos desafíos dolorosos, no estamos solos. Nuestras neshamot, nuestra verdadera esencia, permanecen intactas a lo largo de estas pruebas. Somos esas neshamot, cada uno de nosotros esa personalidad única, más allá de nuestras habilidades, nuestras relaciones y nuestros recuerdos.
Sin embargo, la neshamá se nutre de todos esos recuerdos, de los vínculos de las acciones positivas que realizamos en este mundo.
Así como la madre afligida aún tenía el recuerdo y la esencia de su hijo con ella, y el padre en duelo tenía el amor y la conexión con su hija, nosotros llevamos dentro de nuestra consciencia la esencia de quienes somos, independientemente de los desafíos que enfrentemos. Podemos encontrar fuerza al saber que nuestras almas son resilientes y continúan viviendo.
Estas historias también nos enseñan la importancia de abrazar la vida y encontrarle sentido incluso ante la tragedia. Es natural lamentar y sufrir, pero no debemos permitir que nos consuma. Debemos permitirnos sanar, conectarnos con nuestros seres queridos que han partido y honrar sus memorias viviendo nuestras vidas al máximo.
El camino espiritual está lleno de desafíos, pero en cada desafío encontramos una oportunidad para crecer y aprender. No debemos temer a las dificultades, sino abrazarlas con valentía y confianza en nuestra capacidad para superarlas. En el corazón de cada desafío yace una lección de esperanza y una invitación a conectarnos más profundamente con nuestra espiritualidad.
Espero que estas historias inspiren y fortalezcan a quienes las lean, recordándoles que no están solos en sus luchas y que la esperanza y la conexión espiritual pueden encontrarse incluso en los momentos más oscuros. Sigamos buscando la luz y la sabiduría en nuestro camino espiritual, con la certeza de que somos capaces de superar cualquier desafío que se presente ante nosotros.
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