Avraham permaneció sentado cuando el Eterno se le apareció (Bereshit / Génesis 18:1).
Quizás porque estaba a tres días de haberse circuncidado, dolido, afiebrado, cansado, agotado.
Tal vez por ser un anciano de 99 años, que estaba padeciendo de terrible calor que caía a plomo aquel mediodía sobre el encinar de Mamre.
El hecho es que allí estaba apostado el patriarca de la futura familia judía, en su asiento a la entrada de su morada.
La aparición fue en una visión profética, tal vez por ello Avraham no atinó a incorporarse.
Aunque, según nos trae Rashi de Bereshit Rabá, fue el Eterno quien le dijo que se quedara quieto, que no debía levantarse.
Pero al rato, aparecen tres vagabundos.
Entonces la acción toma un ritmo frenético, ya que Avraham corre, se apura, repite la Torá los vernos que muestran la prisa del anciano para recibir y agasajar a estos extraños que se convirtieron en sus huéspedes.
En ese frenesí de generosidad el patriarca olvida su dolor, ya no está enfocado en su padecimiento, hasta la fiebre se evapora mientras se dedica a obrar con bondad hacia el prójimo.
Pasó el sufrimiento y se abren nuevas esperanzas, la puerta de un mejor futuro. Todo envuelto en esas acciones desinteresadas de construcción de SHALOM.
Es evidente, al menos para mí, que el mensaje sagrado no invoca a la fe, ni a la pasiva contemplación de la deidad o cuestiones metafísicas, tampoco a encerrarse en la reunión de “santos” para alabar y adorar, ni siquiera a atragantarse con palabrería acerca de Dios o religiosidad. El mensaje es claro: ponte en marcha, involúcrate, sé activo, deja las excusas e impotencia, pon tu poder en construir SHALOM. Entonces, las verdaderas puertas del bienestar y de la bendición se abrirán ante ti para tu regocijo aquí y en la eternidad.
No es casualidad que este pasaje concluya con la siguiente descripción:
«Entonces el Eterno dijo: -¿He de encubrir a Avraham [Abraham] lo que voy a hacer, habiendo de ser Avraham [Abraham] una nación grande y poderosa, y que en él han de ser benditas todas las naciones de la tierra?
Porque Yo le he escogido y sé que mandará a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino del Eterno, practicando la justicia y la bondad, para que el Eterno haga venir sobre Avraham [Abraham] lo que ha hablado acerca de él.»
(Bereshit / Génesis 18:17-19)
El camino del Eterno que todo hombre puede guardar es practicar justicia y bondad, de forma de recibir y disfrutar las bendiciones del Eterno.
Así pues, construye SHALOM y deja la religión para los que se abandonan a la idolatría, incluso aquella de disfraza de santidad espiritual.