Ser uno

I

¿Dudas que lo que ingresa a tu organismo te afecta?

Cuando pensamos en lo que llevamos a la boca, alimentos, parece fácil dar una respuesta cierta.
No se precisa ni mucha teoría, ni demasiada ciencia, ni profundos estudios para reconocer que el veneno ingerido no resulta muy favorable… ¿no?
Gracias a los constantes avances en el conocimiento fuimos comprendiendo que efectivamente lo que ingerimos nos afecta, para bien o no.
Los nutrientes nos proveen de energía y materia, indispensables para sostener la vida, realizar funciones vitales, mantener los procesos biológicos, etc.
Visita este link, si deseas saber más. http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/foodandnutrition.html

Claro que algún confundido expresó como si fuera verdad sagrada algo completamente diferente, y muy perjudicial si se lo admite literalmente: “no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.” (Cuento de Mateo, cap. 15, verso 11).

¡Por supuesto que el hombre se contamina, se daña y hasta puede morir a causa de lo entra por su boca!
La ciencia solamente confirma lo que el sentido común y dos dedos de frente demostraron hace milenios.
Pero bueno, no es el tema que nos convoca en este artículo.

Como sistema abiertos que somos, tanto lo que entra como lo que sale  de nuestro organismo provoca modificaciones.

Si te pones a pensar un momentito más, verás que no es solamente en lo que a alimentos o palabras se refiere.
También lo que respiramos, lo que tocamos, lo que oímos, lo que vemos.
Así también con sus contrapartes activas: lo que emitimos a la atmósfera, lo que dejamos en el camino, lo que hablamos, lo que producimos, lo que destruimos, lo que desordenamos, etc.
Todo tiene sus efectos.
Todo, aunque no seas consciente, ni sea voluntario, ni te des cuenta, ni lo quieras, por el mero hecho de estar vivo ya estás modificando en cierta forma a tu ser y al entorno, y lo que proviene de fuera de ti también te modifica, a nivel molecular, a nivel mental, a nivel social, multidimensionalmente.
Somos seres ecológicos.

Sería bueno que te tomarás un rato para meditar en esto, si es que aún no lo habías considerado.

II

Luego del momento que te hiciste para reflexionar sobre lo que mostramos recién, continuamos.

Cuando leemos algo, vemos una película, escuchamos una prédica, miramos un blog, somos abrazados, nos instruyen, nos adoctrinan, etc., en toda ocasión vamos recibiendo modificadores, que nos van armando y desarmando por dentro. Cuanto más nos rodeamos de información estrafalaria, nos sumergimos en creencias grotescas, repetimos lemas incoherentes, creemos en fantasías locas, más nos vamos alejando de la salud, de llevar una vida por la senda de la plenitud.
Esto se agrava cuando emitimos mensajes negativos, tales como que no valemos, somos pecadores, somos malos, somos tontos, somos impotentes, cargamos con culpas ancestrales que solo se borran con infantiles rituales, maldecimos, somos agresivos, etc.
A cada instante, aunque no nos demos cuenta, estamos siendo re-creados, creados nuevamente.
Incluso a nivel biológico, también en el resto de las dimensiones que nos conforman.
La única dimensión invariable es la espiritual, pero ya se ha encargado el hombre de confundir el concepto y hacer creer que espiritual quiere decir “emocional”, “ético”, “estético”, “religioso”, “ritualista”, “fe” y cualquier otra máscara que impide ver el real rosto de aquella esencia perfecta que no se cambia, ni se perjudica, ni se contamina con nada de lo que hagamos, nos hagan, o dejemos de hacer.

Esa médula invariable, a la que llamamos Yo Esencial, es nuestra puerta de conexión con Dios, con el prójimo, con el cosmos, con la intemporalidad.
Es nuestro ser que perdura más allá del tiempo de vida en la tierra.

No se contamina, no crece, no se achica, no mejora, no empeora, nada lo modifica, por lo cual en realidad no precisa de ningún nutriente.
Sin embargo, desde el inicio de nuestra vida se van formando costras, cáscaras, recubrimientos que impiden que tengamos acceso directo y claro a esta dimensión que nos conforma.
Por tanto, tenemos el verdadero alimento espiritual, que no modifica al Yo Esencial, pero sí sirve para corregir lo que nos impide encontrarnos y poner en sintonía nuestro Yo Vivido con nuestro Yo Esencial.

El alimento espiritual, el único que sabemos existe, son los mandamientos que Dios ha dado para cada identidad espiritual.
Los Siete Mandamientos Fundamentales para las naciones, para todos los gentiles, y en paralelo el sistema de los 613 mandamientos para el pueblo judío.

Estos mandamientos, cada sistema para cada identidad espiritual, sirven para sintonizar las diferentes dimensiones del ser, para llevarnos a la armonía multidimensional, para encontrar la consonancia entre nuestro Yo Vivido con el Yo Esencial.

El gentil al seguir el código espiritual llamado NOAJISMO, nutre su espíritu, actúa como constructor de Shalom, primero consigo mismo, luego con el cosmos.
De manera idéntica, el judío que sigue su propio código espiritual, el JUDAÍSMO.

Vamos siendo modificados y modificamos, podemos encaminarlo para el lado de la salud multidimensional, o dejarnos arrastrar por las corrientes que fluctúan.
¿Qué decides tú?

III

El primer impacto que recibe el humano cuando nace es una catastrófica avalancha de sensaciones dolorosas, una inmersión total en la más completa impotencia.
El terrible padecimiento se mitiga por la inmadurez del sistema nervioso, sin embargo el registro de esa pesadilla vivida queda grabada imborrablemente en su memoria corporal.
Desde lo más profundo de nuestro ser el trauma de la impotencia se manifiesta a cada instante, es como una presencia oscura constante. No está guardada como palabras, ni como imágenes concretas, ni como sonidos definidos, ni como nada que podamos señalar precisamente. Es una presencia, oscura, borrosa, difusa, tremenda, insoportable, inexplicable pues no entra dentro de ninguno de los registros que empleamos para comunicarnos, para comprender al mundo. Está por fuera, del tiempo y del espacio, de la razón, pero se las arreglas para manipular el pensamiento para generar dudas, ideas extrañas, creencias nocivas, excusas y justificaciones para conductas negativas.

Venimos equipados con un mecanismo natural de supervivencia, nosotros le llamamos EGO, pero puede ser nombrado de varias maneras.
El EGO es un sistema rudimentario, primitivo, efectivo en la necesidad de supervivencia extrema. Está íntimamente ligado a las funciones vitales y a las emotivas.
En breve, tiene a su alcance el control de nuestro ser, si bien con el desarrollo la zona cerebral “humana” es la que comandaría, igualmente en las profundidades permanece el EGO con su ligaduras cerebrales ejerciendo el control.
Pero, sus herramientas para vencer a la impotencia, para llamar la atención de algún protector y nutricio que permita al recién nacido sobrevivir, son toscas y limitadas: llorar, gritar, patalear y si estas no surten efecto, desconectar a la persona de la realidad.

Vamos siendo modificados, estas herramientas del EGO también se modifican, aunque en su raíz se mantienen idénticas.
El llorar se mantiene o se convierte en tristeza, agresividad pasiva, quejas, etc.
El gritar se mantiene o se convierte en insultos, agresiones verbales, mentiras, burlas, hostigamiento, amenazas, etc.
El patalear se mantiene o se convierte en toda forma de agresión física, roturas, lesiones, destrucción, gestos atemorizadores, etc.
El desconectarse de la realidad gira para ser drogas, alcohol, enfermedades, fantasías, dormir excesivo, etc.
(Todo esto es un resumen, ya lo hemos ido trabajando en otras oportunidades, sería bueno buscar, encontrar y estudiar lo ya publicado.)

Cada vez que nos sentimos (sea realidad o fantasía) impotentes, el recurso automático son las herramientas del EGO.
Si perdimos un examen, ¿qué hacemos? Lloramos, gritamos, golpeamos, echamos culpas, buscamos culpables, nos enojamos, rompemos algo, fumamos, cualquier otra reacción de las que son propias del EGO.
Si alguien nos contradice, ¿qué hacemos?
Si nos enteramos de alguna mala noticia, si nos equivocamos, si nos maltratan, si no podemos corregir a un hijo, si… enseguida se dispara la respuesta del EGO.
Luego de un rato, con suerte, uno se justifica, trata de explicar la conducta errática y poco constructiva. Pero, eso es con suerte, pues generalmente uno se niega a retroceder, pues sería corroborar la impotencia, por lo que se agrava el estado de desconexión de la realidad al imponer cáscaras y máscaras, negaciones y trampas.

IV

El EGO nos controla, es un Faraón en nuestro interior.
Si bien en su origen es un benefactor, al perdurar en un sitial que no le pertenece, se constituye en un tirano que nos esclaviza y emplea nuestros recursos para mantener el sometimiento.

El EGO nos introduce en situaciones en las que sentimos impotencia, de modo tal de tener miedo, agobiarnos, desesperarnos por encontrar un salvador, que pronto se manifiesta como el EGO con sus herramientas.

El EGO proyecta sus mecanismos hacia el exterior, como religión, dictaduras, estados policiacos, modas, “cultura”, relaciones tóxicas, publicidad, demagogia, afán por trofeos, conquistas militares, hostigamiento, presiones sociales, etc.

Por su naturaleza el EGO es rígido, desprovisto de empatía, territorial, agresivo, reclama satisfacción inmediata, pretensión de controlar todo, carente de razón, esclavizador, jerárquico, autoritario, demandante, ritualista, infantil, paranoico, se presenta como el “salvador”, el único camino hacia la vida.

El EGO se interpone en el equilibrio indispensable entre el Yo Vivido y el Yo Auténtico, pues la armonía le quita completamente el poder.

V

Introducir información positiva, especialmente en los niños, es una forma de orientar las energías y modificar nuestro ser hacia la liberación de la celditas del EGO.

Los niños que están rodeados de información saludable y positiva de las personas y del mundo que los rodea, se nutren saludablemente –en su aspecto emocional- y por tanto se aporta a ser más tranquilos y calmados, porque fortalecen su autoestima, construyen shalom interna y con el exterior al formar una imagen más segura de sí mismos y de la vida.

Por supuesto que desde los aparatos del EGO no se incentiva esto. La exposición a imágenes groseras, violentas, degradantes, de inestabilidad, provocativas, abunda en los medios masivos de in-comunicación, lo que necesariamente afecta la autoimagen de las personas –particularmente los niños- y por tanto de la manera de interactuar con el mundo.
Si vemos en la TV, en el arte, en las revistas, en la calle que se reacciona al modo EGO, con gritos, golpes, agresiones, adicciones, ¿cómo pretender que el niño se forma una modelo saludable y aprenda modos de comunicación auténtica? Lo mismo aplica para los adultos, sometidos también al EGO, que siguen siendo niños encerrados en sus celditas emocionales del pensamiento.

Así como es bueno que los padres provean de una alimentación saludable, balanceada, rica, a sus hijos, ¿por qué no hacer lo mismo en los otros nutrientes, no solo los que sirven a la dimensión biológica del ser?

Claro, no es una tarea simple.
Uno tiene que aprender a lidiar con su propio EGO.
Luego, vérselas con el tremendo EGO que se distribuye masivamente en los aparatos sociales.
Sería como nadar contra la corriente, pero si damos la excusa antes de hacerlo, si decimos no puedo… ¿en qué dejamos de ser esclavos del EGO?
Hagamos o no hagamos, estamos modificando al mundo.
Mejor hacer el esfuerzo por que sea una modificación consciente, voluntaria, racional, positiva.

Encontraremos inconvenientes, no será fácil, habrá oposición, inventaremos mil justificaciones para dejarnos llevar…

Hemos dado un gran paso si llegamos con la lectura hasta aquí.
Otro paso será si no solo leímos, sino comprendimos.
Luego si compartimos.
Más si lo aplicamos.

Analicemos nuestra situación, veamos cómo estamos bajo el dominio del EGO, descubramos cómo este artículo nos describe, nos desnuda y si nos reconocemos y no nos agrada, hagamos algo para construir shalom.

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