El que en verdad es armonioso en su determinación, en su insistencia, en su perseverancia,
sabe que su tarea consiste en descubrir y poner de manifiesto sus mejores cualidades
y, en la medida de lo posible, también las del prójimo.
Reconoce que la tarea probablemente será larga y dura,
que la recompensa percibida y públicamente valorada quizás será pobre,
pero que vale la pena construir sentido a la vida,
porque el éxito no se mide en la cantidad y fuerza de los aplausos externos,
ni en los bienes materiales cosechados,
sino en construir sentido a la vida,
y mucho más si es SHALOM.
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