El justo jamás sufre

"No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, sino hasta un mes; hasta que os salga por las narices, y tengáis náuseas. Por cuanto habéis menospreciado a Hashem, que está en medio de vosotros, y habéis llorado delante de él diciendo: ‘¿Por qué salimos de Egipto?»’ (Bemidbar / Números 11:19,20)

Hay ocasiones en que lloramos y nos lamentamos porque nuestra suerte no es la mejor, la que consideramos que nos merecemos. A veces sufrimos porque vemos que otros parecen ganar lo que nos corresponde en justicia. A menudo nos lamentamos de que Dios es malo con nosotros, pues no nos da lo que le reclamamos, lo que sentimos que debe ser nuestro- por derecho.

Pero, la parashá nos enseña que en todo lo que existe debemos distinguir entre lo manifiesto -lo visible- y lo latente -lo oculto.
En más de una ocasión nos puede parecer que hemos sido despojados injustamente, y que otros, en cambio, se benefician sin méritos; pero, si supiéramos reconocer lo que permanece alejado de la vista, es decir, los planes de Dios, podríamos darnos cuenta de que la Justicia existe, y que siempre que seamos personas de Bien, todo (incluso lo que padecemos) tiene como objetivo último nuestro perfecto bienestar.

La prueba está en los pesukim que hemos trascrito, y que podremos entender leyendo detenidamente su contexto en el capítulo once de Bemidbar.

Profundizando esta semana:

  1. ¿Por qué eligió Hashem a los descendientes de Leví para la kehuna?
  2. ¿Quién decidió crear la institución del Sanhedrín?

Respuestas para la semana anterior:

  1. Todas la bendiciones son siempre de Dios, pero el Pueblo las oye de boca de los cohanim .

  2. Su pecado era prohibirse un bien que Dios nos permite gozar.

Destellos de la parashá

Comienza la parashá instruyendo a Aarón el modo correcto de elevar (encender) las luces de la Menorá en el Mikdash.

Más adelante leemos que como resultado del pecado del Jet haeguel (Becerro Dorado), los primogénitos de Israel quedaron inhabilitados de ejercer las funciones relativas al sacerdocio, que iban a cumplir en un principio, por lo cual, Dios escogió para ser Sus servidores exclusivamente, y a perpetuidad, a los descendientes de la tribu de Leví.

Luego la Torá refiere reglamentos y pautas concernientes al Korban Pesaj, y a su consagración en Pesaj Sheni, para la persona que por algún motivo no lo pudo ofrecer en su momento.

También se narra las disposiciones para el desplazamiento del Campamento de Israel durante sus traslados en el desierto, rumbo a la Tierra Prometida.
En estos viajes muchas personas no israelitas entran en contacto con los dirigidos por Moshé, algunos con intenciones nobles, en tanto que otros buscan la destrucción de estos recién liberados esclavos. Algunos de los gentiles, piden para añadirse al Campamento, en tanto otros rechazan el ofrecimiento para ser incorporados, como ocurrió con Jobeb ben Reuel el midianita (alias Itró), suegro de Moshé.

Luego de varios intentos de revuelta por parte del inquieto Pueblo, Dios ordena que sean seleccionados 70 ancianos (sabios), que conformarán el primer Sanhedrín, que ayudará a Moshé en su tarea de liderar al pueblo.

Se suceden experiencias prodigiosas (tanto a individuos como al colectivo), algunas nefastas, en tanto que otras maravillosas; pero todas tienden a afirmar la autoridad de Hashem sobre la Creación, y a educar a los obtusos hebreos en el camino de la rectitud.

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