Queridos hermanos y hermanas,
Hoy quiero hablarles sobre la importancia de la confesión, no como un acto de mero arrepentimiento por nuestros pecados, sino como una profunda y hermosa comunicación con nuestro Padre Celestial.
Es importante recordar que no se precisa ser pecador para confesarse. La confesión es un acto de amor y sanación, una oportunidad para fortalecer nuestra conexión con Dios y reparar las faltas que hayamos cometido.
En el judaísmo, no se requiere de mediadores para acceder a la confesión, así como tampoco al perdón Divino y al gozo del mundo venido. Podemos dirigirnos directamente a Dios, con un corazón sincero y abierto, y expresar nuestros sentimientos, nuestras dudas y nuestras necesidades.
La confesión no es solo un acto de palabras, sino también de acciones. De nada sirve expresar arrepentimiento si no estamos dispuestos a reparar el daño que hemos causado.
¿Cómo podemos reparar el daño?
- Arrepintiéndonos sinceramente de nuestros actos.
- Pidiendo perdón a las personas que hemos lastimado.
- Realizando acciones positivas para enmendar nuestro comportamiento.
La confesión es un camino hacia la sanación personal y espiritual. Es un proceso que nos permite crecer como personas y fortalecer nuestra relación con Dios y el prójimo.
¿Cuándo podemos confesarnos?
En cualquier momento. No hay un día o una hora específica para hacerlo. Podemos hacerlo en la intimidad de nuestro hogar, en la sinagoga o en cualquier lugar donde nos sintamos cómodos y seguros.
¿Cómo podemos confesarnos?
No existe una fórmula mágica para la confesión. Lo importante es ser sinceros y expresar nuestros sentimientos con nuestras propias palabras.
Aquí les dejo algunas sugerencias para realizar una confesión:
- Comienza con una oración de agradecimiento a Dios por su amor y misericordia.
- Reconoce tus faltas y expresa tu arrepentimiento.
- Pide perdón a Dios y a las personas que has lastimado.
- Comprométete a realizar acciones positivas para enmendar tu comportamiento.
- Sé firme en no volver a caer en las conductas erróneas que has reconocido como tales.
- Finaliza con una oración de agradecimiento por la oportunidad de sanar y fortalecer tu relación con Dios.
La confesión es un regalo que Dios nos ha dado para que podamos crecer y ser mejores personas. No tengas miedo de abrir tu corazón a Dios y experimentar la paz y la alegría que la confesión puede traer a tu vida.
Te invito a que lo intentes hoy mismo, será increíble.
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