Reseña de la Parashá Vaishlaj (Génesis 32:4 – 36:43)

Vaishlaj, que significa «Y él envió,» narra un momento crucial en la vida de Iaakov, lleno de encuentros transformadores y reconciliaciones tensas. La parashá se divide en varias secciones clave:

1. El Encuentro con Esav: Dominando la parashá está la anticipación y la preparación de Iaakov para su reencuentro con su hermano Esav, el cual sentía que Iaakov lo había engañado años atrás. Iaakov, temiendo la venganza de Esav, emplea una estrategia triple: envía mensajeros con regalos, se prepara para la guerra y reza con humildad. Además divide a su familia en dos campamentos y, finalmente, lucha con un misterioso ser durante toda la noche. Esta lucha, con el «hombre» (o ángel), resulta en un cambio de nombre para Iaakov, quien pasa a llamarse Israel («el que lucha con Dios», o «la persona recta por Dios»). La lucha simboliza la lucha interna de Iaakov con sus propias debilidades, a las que debe doblegar bajo la voluntad divina.

2. La Reconciliación: A pesar de los temores de Iaakov, el encuentro con Esav es sorprendentemente pacífico. Esav lo recibe con un abrazo, aparentemente perdonándolo. Sin embargo, la sinceridad de la reconciliación es debatida por los comentaristas, algunos sugiriendo que la aceptación de Esav fue superficial. Independientemente de la verdadera naturaleza del perdón de Esav, el encuentro marca un punto de inflexión para Iaakov, quien comienza a vivir más abiertamente con las consecuencias de sus acciones pasadas.

3. Dina y Shejem: Tras la reconciliación, la parashá relata la seducción de Dina, la hija de Iaakov, por Shejem, el príncipe de la ciudad de Shejem. Los hijos de Iaakov, Shimón y Leví, toman venganza brutalmente, matando a Shejem y a todos los hombres de la ciudad. Iaakov reprende a sus hijos por su crueldad y la violencia innecesaria, temiendo las represalias de las ciudades vecinas.

4. El Regreso a Beit El: Dios le ordena a Iaakov que regrese a Beit El, el lugar donde tuvo su primera visión divina. En el camino, Rajel muere dando a luz a Biniamín. Finalmente, Iaakov llega a Beit El y renueva su pacto con Dios.

5. Las Genealogías de Esav: La parashá concluye con las genealogías de Esav, detallando sus descendientes y los jefes de Edom. Esta sección, aunque aparentemente menos dramática, establece el escenario para las futuras interacciones entre los descendientes de Iaakov y Esav.

La parashá Vaishlaj nos presenta a Iaakov en un momento crucial de transformación. No es simplemente un cambio de nombre, de Iaakov a Israel, sino un cambio profundo de identidad, forjado en la lucha y la reconciliación. Esta lucha, tanto la física con el ángel como la emocional con la sombra de su pasado, resonancia con la experiencia humana universal de confrontar nuestros propios demonios internos.

Desde una perspectiva psicológica, la lucha de Iaakov puede interpretarse como un proceso de individuación, un concepto junguiano que describe el camino hacia la integración de las diferentes facetas de la personalidad. Iaakov, el suplantador, el que vivía a la sombra de su hermano, se ve obligado a enfrentarse a sus miedos y sus acciones pasadas. Este encuentro doloroso, simbolizado por la lucha nocturna, es esencial para su crecimiento. No se trata de negar o reprimir las partes oscuras de nosotros mismos, sino de integrarlas, de aceptarlas como parte de quienes somos para poder avanzar hacia la plenitud.

El judaísmo, con su énfasis en la teshuvá (traducido fácilmente como arrepentimiento, pero que en verdad es construir una mejor versión de nosotros mismos), nos ofrece un marco para este proceso de transformación. La teshuvá no es simplemente un acto de pedir perdón, sino un proceso profundo de introspección, de reconocer nuestros errores y capacidad para ser mejor, y comprometernos a cambiar. Iaakov, al prepararse para el encuentro con Esav, inicia este proceso. Envía regalos, divide a su familia, se prepara para lo peor. Estas acciones, aunque motivadas por el miedo, son un primer paso hacia la responsabilidad. La lucha con el ángel representa la lucha interna por liberarse del peso del pasado y abrazar un futuro diferente.

La reconciliación con Esav, si bien ambigua, es un paso más en el camino de Iaakov hacia la integridad. El perdón, tanto el que se ofrece como el que se recibe, es un acto liberador. Permite soltar la carga del resentimiento y la culpa, abriendo espacio para la sanación. El encuentro con Esav nos recuerda que la reconciliación no siempre es fácil ni completa, pero es un paso esencial para la paz interior.

La parashá nos invita a reflexionar sobre nuestras propias luchas internas. ¿Qué aspectos de nosotros mismos nos resistimos a confrontar? ¿Qué heridas del pasado nos impiden avanzar? El ejemplo de Iaakov nos enseña que el camino hacia la integridad requiere valentía, honestidad y la disposición a luchar con nuestros propios demonios. Es un proceso continuo, a veces doloroso, pero esencial para alcanzar nuestro pleno potencial y vivir una vida más auténtica y significativa.

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