Reflexiones Judías al Finalizar Janucá – 2 de Enero de 2025

Hoy, 2 de enero de 2025, al ir finalizando la festividad de Janucá, nos encontramos en un momento propicio para la reflexión. La luz de las velas de la Januquiá aún brilla en nuestras memorias, recordándonos la victoria de la luz sobre la oscuridad, de lo sagrado sobre lo profano.
Janucá nos enseña sobre la resiliencia, la lealtad y la importancia de mantener nuestras tradiciones vivas. En un mundo que a menudo se mueve a un ritmo frenético, donde las luces de Janucá se apagan, es crucial detenernos y meditar sobre lo que significa ser judío hoy.

Este año, como cada año, hemos encendido las velas no solo para conmemorar el milagro del aceite y de la victoria sobre los que impurifican la existencia, sino también para iluminar nuestros corazones. Cada vela que añadimos simboliza el aumento de la luz en nuestras vidas, no solo en términos físicos, sino también espirituales y morales. Debemos preguntarnos: ¿Cómo llevamos esa luz a nuestro día a día? ¿Cómo enfrentamos las tinieblas de la intolerancia, la ignorancia o el olvido de nuestras raíces?

La historia de Janucá nos enseña que incluso cuando todo parece perdido, un pequeño acto de valentía, una diminuta chispa de esperanza, puede generar un milagro. Vivimos en tiempos donde el antisemitismo ha resurgido en formas nuevas y viejas, sin dudas, con mucha violencia y demasiada inteligencia para corromper y corroer; donde la asimilación cultural amenaza con diluir nuestra identidad. Sin embargo, la lección de Janucá es clara: la menorá no solo ilumina nuestro hogar, sino también nuestro espíritu, recordándonos quiénes somos y de dónde venimos, para de esa forma, poder iluminar a otros para que sean ellos quienes a su vez hagan resplandecer sus propias llamas de libertad, dignidad, identidad.

En este momento, que tantos sienten como inicio de una nueva etapa, propongámonos a ser más conscientes de nuestras acciones, más comprometidos con nuestra educación judía y más activos en nuestras comunidades. Celebremos nuestra herencia no solo durante las fiestas, sino en cada momento del día, en cada palabra de Torá que convirtamos en accionar y no meramente en palabrería santurrona, en cada genuina oración que recitemos desde lo más profundo del alma, y en cada acto de justicia y de bondad que realicemos.

Que este 2 de enero nos encuentre no solo al final de Janucá, sino al inicio de un nuevo compromiso con nuestra judeidad.
Que la luz de Janucá continúe brillando en nuestras vidas, guiándonos hacia un año de paz, de aprendizaje y de fortalecimiento de nuestra comunidad.
Shalom y que la luz de Janucá permanezca en nuestros corazones.
Con amor y bendiciones,

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