Estudio para la pronta recuperación completa de mi hermano Efraim –Jaim- ben Bluma, junta a todos los enfermos de Israel y los justos de las naciones.
Y para ílui nishmat Clara Jaia bat Rajel, hermana del querido Walter, que ha pasado hoy a su mundo, zijroná liberajá.
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Eterno.»
(Vaikrá/Levítico 19:18)
En hebreo dice: «vêáhavtá lêré’ajá kamója; aní Hashem. » y es interesante notar que usa el prefijo “le” (a/para) antes de “reaja” (tu prójimo); cuando en otros lugares el verbo “leehov” (amar) usa el prefijo “et” (a), como por ejemplo en:
«vêáhavtá, ét Hashem elohéja; bêjol-lêvávêjá uvjol-nafshêjá uvjol-mêodéja . Y amarás al Eterno tu Elohim con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.»
(Devarim/Deuteronomio 6:5)
¿Cómo se puede entender esto y qué podríamos aprender?
Una explicación nos informa que “leehov le” (amar a/para) es lo que debemos realizar sinceramente con el prójimo, y es aquella cuestión que hemos enseñado en repetidas ocasiones: realizar acciones favorables para el otro, generosamente, sin esperar nada a cambio.
Que no se quede solo en una cuestión sentimental, que es importante, pero no suficiente.
Más bien que hagamos nuestra parte para beneficiar al prójimo, en la medida de nuestras posibilidades, para alcanzar con ello una relación saludable en la cual brilla la presencia de Dios, porque actuamos noblemente de acuerdo a Sus dictados y al movimiento de nuestra ética (espíritu).
En concreto, en palabras más sencillas, para amar al prójimo no basta la buena onda y los buenos deseos.
Eso no alcanza, apenas si es un escalón bajito dentro de nuestra responsabilidad para con él, y con nosotros.
En cambio, con el Eterno no hay nada que podamos hacer que le provoque cambio, ni para bien ni para mal.
Toda acción u omisión es infinita nada ante su absoluta infinitud.
Por tanto, lo que hagamos en nuestra relación con Él no es para favorecerle, sino para actuar de acuerdo a Su Voluntad.
Así amamos al Eterno, viviendo tal y como Él nos pide/ordena/aconseja que hagamos.
Esto se traduce en ser un leal noájida que conoce y cumple sus Siete Mandamientos Universales; y para el judío en conocer los mandamientos de la Torá y ser aplicado en cumplir aquellos que están al alcance ser cumplidos.
Entonces, ambos amores son mandamientos y pilares que sostienen el judaísmo, y de manera indirecta se encuentran presentes también en el código de los noájidas.
El amor del corazón pero especialmente el amor de la mente.
Y éste que lleva a la acción constructiva, que hace real al SHALOM.
Acciones de bondad y justicia, tanto en pensamiento, palabra como actos.
Porque el amor verdadero no es solo bondad, ya que la bondad sola puede terminar convirtiéndose en humillación, vergüenza, ira, malos modales, desequilibrio, etc.
Mucho para aprender y más para compartir, aplicar, agradecer y si quieres promover con tu aporte económico que nos viene bien para seguir difundiendo mensajes de vida y luz.
Para finalizar, te dejo con una interrogante que espero tú me la respondas.
Unos versos más adelante del mandamiento para los judíos de amar al prójimo judío, dice la Torá con respecto al amor que el judío ha de tener por el converso (aquel que habiendo nacido gentil se convirtió leal y legalmente al judaísmo):
«kêezráj mikem íhyéh lajém hagér | hagár itêjém vêáhavtá ló kamója, kí-gerím heitém bêéretz mitzráim; aní Hashem elóheyjém . Como a un natural de vosotros consideraréis al extranjero que resida entre vosotros. Lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo soy el Eterno, vuestro Elohim.»
(Vaikrá/Levítico 19:34)
¿Qué nos está queriendo decir?
Interesante que el mandato no diga «amarás al extranjero como/del mismo modo que a tu projimo», sino como a ti mismo.
Pareciera que se ordena amarlo más que a tu projimo?
Gracias por el texto Moré