¡Shabbat Shalom, queridos amigos!
Hoy nos sumergimos en la sagrada Parashá Vaiakel, un texto que resuena con la melodía de la comunidad, la creatividad y el compromiso.
Vaiakel nos relata cómo Moshé reúne a todo el pueblo de Israel y les transmite las instrucciones divinas para la construcción del Mishkán, el Tabernáculo. Lo que destaca aquí no es solo el diseño intrincado y la magnificencia de la estructura, sino la respuesta entusiasta y generosa del pueblo.
Hombres y mujeres, ricos y pobres, todos contribuyen con lo que tienen: oro, plata, bronce, madera, hilo teñido, piedras preciosas, y lo más importante, su tiempo, talento y habilidad. Betzalel y Oholiav, imbuidos de sabiduría divina, lideran la construcción, guiando a otros artesanos y asegurando que cada detalle se cumpla con precisión y reverencia.
La parashá culmina con un exceso de ofrendas, tanto que Moshé debe pedir al pueblo que detenga sus donaciones, ¡algo inaudito! Este torrente de generosidad refleja un espíritu de unidad y un profundo deseo de conectar con lo Sagrado.
La Enseñanza: El Poder de la Contribución Individual en la Construcción Colectiva
Vaiakel nos enseña que la grandeza no reside solo en los líderes o en los planes grandiosos, sino en la contribución individual de cada miembro de la comunidad. Cada uno de nosotros tiene algo único que ofrecer: una habilidad, un talento, un recurso, una perspectiva, un acto de bondad. Cuando unimos estas contribuciones, tejemos un tapiz de belleza, fuerza y propósito compartido, tal como se construyó el Mishkán.
Pero hay una lección aún más profunda. El Mishkán no era simplemente un edificio, era un reflejo de la presencia divina en medio del pueblo. Así, cada vez que contribuimos al bien común, cada vez que utilizamos nuestros talentos para servir a los demás, estamos construyendo un «Mishkán» espiritual, un espacio sagrado donde la Presencia Divina puede manifestarse.
El Llamado a la Acción: Descubre tu Ofrenda, Construye tu Comunidad
Esta semana, te invito a reflexionar sobre las siguientes preguntas:
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¿Qué talentos, habilidades o recursos poseo que puedo compartir con mi comunidad?
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¿Cómo puedo contribuir a construir un «Mishkán» espiritual en mi hogar, mi lugar de trabajo, mi sinagoga, mi ciudad?
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¿Qué pequeño acto de bondad puedo realizar hoy para iluminar el mundo que me rodea?
No subestimes el poder de tu contribución. Cada hilo cuenta en el tapiz. Cada piedra es fundamental en la construcción. Cada acto de bondad resuena en el universo.
¡Que podamos inspirarnos en la Parashá Vaiakel para ser una comunidad de dadores, constructores y buscadores de lo sagrado!
¡Shabbat Shalom!
Comparte este mensaje con tus allegados y anímalos a reflexionar sobre estos importantes temas. Involúcrate en iniciativas que promuevan la construcción de Shalom.
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