La parashá nos sorprende con esta afirmación rotunda:
"Si alguien peca transgrediendo alguno de los mandamientos del Eterno respecto a cosas que no deben hacerse,
aun cuando no llegue a saberlo,
será culpable y cargará con su culpa."
(Vaikrá / Levítico 5:17)
La sorpresa suele estar al enterarse que
aquel que peca a causa de su ignorancia,
igualmente es culpable del pecado que ha cometido,
y por tanto ha de enmendar lo dañado con su acción perjudicial
y/o recibir el justo castigo que le corresponda.
Muchos creen que el ignorante tiene una especie de tolerancia o licencia para equivocarse,
pero es tan clara y específica la Torá
que no deja lugar a dudas:
¡no es así!
Todos,
sabedores o ignaros,
estudiosos o iletrados,
creyentes o incrédulos,
cercanos o lejanos,
todos
somos sometidos al estricto y preciso juicio por parte del Juez Supremo,
que es Dios,
y todos recibimos la compensación por la conducta que hemos tenido.
Esta realidad
en lugar de aparecer como un cuadro aterrador
que gira en torno a un Dios perverso, deseoso de venganza, irascible e inhumano,
¡es todo lo contrario!
Ya que sabemos que estamos en un mundo de justicia,
sabemos que no hay crimen que quede sin castigo,
sabemos que no pasa ninguna buena acción sin recibir su merecido premio,
sabemos que hay un sistema incorruptible que busca el equilibrio y la armonía,
sabemos que finalmente impera lo que es justo, y no lo que es antojadizo, arbitrario o aleatorio.
Sabemos que somos los únicos responsables por nuestras acciones,
y por lo tanto, los inequívocos responsables de rendir exactas cuentas ante el Supremo Juez por aquello que hicimos bien, que hicimos mal, o que omitimos hacer.
Y de acuerdo a nuestras obras, será nuestro deleite perpetuo, o nuestro malestar o nuestro pasar indiferente…
De nosotros depende,
no de ángeles, ni de demonios, ni de salvadores milagrosos, ni de medallitas mágicas.
De nosotros depende qué tanto amamos a Dios como Él quiere (cumpliendo con los mandamientos que nos ha dado),
o cuánto es que lo estamos rechazando con nuestras acciones impropias (dejando de cumplir con Sus mandamientos, y/o siendo fieles a distintas idolatrías).
Como ya saben, por medio de la Cabalaterapia, se dan los pasos esenciales para adentrarse a la misión individual que cada uno tiene en la vida,
y de ese modo hallar el camino a la armonía personal, familiar, social y obviamente con Dios.
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Relato
Preguntaron al Rabí Avraham Iaacov de Sadigor: "Nuestros Sabios enseñan que ‘no hay una persona que no tenga su lugar’, por lo cual toda persona tiene su lugar correspondiente. La pregunta es: ¿Por qué a veces resulta tan estrecho el lugar para las personas?"
A lo cual el rabino respondió: "Porque hay personas que buscan ocupar el lugar del otro".
Preguntas y datos para meditar y profundizar:
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¿Cómo se puede relacionar este relato con el comentario que brindamos de la parashá?
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¿Cuáles son los sentimientos ocultos del que no conforme con lo que le corresponde, usurpa y violenta lo que es patrimonio de otro?
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La Torá ordena: "Justicia, justicia perseguirás, para que vivas y poseas la tierra que el Eterno tu Elokim te da." (Devarim / Deuteronomio 16:20).
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¿Cuál le parece que sea el motivo para que la Torá repita dos veces la palabra "Justicia" en este versículo?
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Para "vivir" y "poseer la tierra", ¿qué es imprescindible que sea hecho?
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La falsa misericordia, aquella que desconoce la justicia, ¿en qué desemboca siempre?
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El inspirado David cantó: "El Eterno me ha pagado conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado." (2 Shemuel / II Samuel 22:21).
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¿Qué agrada al Eterno, y qué recompensa Él: la fe en lo absurdo o el conocimiento y aplicación estricta de la Torá?
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¿Por qué es también justo a ojos del Uno y Único Dios que el ignorante pague por los pecados que ha cometido motivado por su ignorancia?
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