La idishe mame recibió tres regalos de cada uno de sus hijos.
De Avruhum una mansión enorme. De Moishe un Mercedes último modelo con chofer. Por su parte, Duvid recordó como a su mame le encantaban las historias de la Torá, por eso le regaló un loro que sabía recitar por completo el Tanaj.
Al cabo de un tiempo, cada uno de los hijos recibió una carta de la madre.
"Avruhum, muy linda la casa, pero, yo uso sólo una habitación, y el resto queda vacío todo el tiempo. ¡Qué lástima que debo perder tanto tiempo limpiando todos esos cuartos inútiles!"
"Moishe, precioso el autito, pero, ¿a dónde quiero ir yo, si apenas salgo de casa? Así que, además de la patente y el seguro tengo que alimentar al charlatán del chofer, ¡para nada!"
"Duvid, me encantó tu regalo, sin dudas fue el mejor de todos, a pesar de ser el más económico. Que bueno que tú sí recuerdas mis gustos…ese raro pollo si que "sabía" muy bien… ¡asado estaba delicioso!"
En una lectura superficial, parece que el tema de la parashá Metzorá es por completo acerca de procedimientos "médicos", o de cuestiones corporales, dirigidas y supervisadas por los cohanim en su rol de "sanadores-purificadores".
Pero, suponer tal cosa es como despreciar la mansión, el Mercedes, el "conocimiento" tanájico del loro, para deleitarse "con falso pollo asado" y sufrir por poseer bienes valiosos.
La Torá nos quiere enseñar esta semana, que el espíritu y el cuerpo de la persona son importantes, que ambos deben ser representantes de la "imagen y semejanza" con H’, por lo cual, todas las precauciones, todos los cuidados, son pocos para mantener una estricta pureza.
Si entendemos esto, sabremos descubrir los verdaderos regalos que esta parashá tan "clínica" tiene aguardando para nosotros.