Shabbat Siván 21, 5769 – 13/6/09. En Israel se lee la parashá: Shelaj Lejá.
La Torá, en su ciclo anual de lecturas , nos lleva al encuentro de la parashá Behaalotejá que quiere decir «cuando elevares».
Entre otros interesantes temas, se nos cuenta acerca de la elección como
leviim (ayudantes en los servicios del Santuario), de los miembros de la
tribu de Leví.
Tal como leemos:
» El Eterno habló a Moshé [Moisés]
diciendo: Toma a los levitas de entre los Hijos de Israel y purifícalos…
Después que hayas hecho que se acerquen los levitas delante del Eterno, los Hijos de Israel pondrán sus manos sobre los levitas… Porque los levitas están enteramente entregados a Mí de entre los Hijos de Israel… «
(Bemidbar / Números 8:5,10,16)
Podemos reconocer dos planos en la elección de estas personas:
El plano divino y el plano humano.
Por una parte constatamos que es Dios quien ordena que los levitas sean los consagrados para realizar Su servicio.
Pero, también observamos que el resto de los israelitas debían aceptar esa
consagración, y avalar esa particular elección que diferenciaría a una parte
de ellos.
Lo que podemos aprender de esto, es que no alcanza solamente con dedicarse a cumplir las mitzvot -mandamientos- respecto a Dios olvidando las referidas al prójimo; ni viceversa tampoco.
Tanto los mandamientos que tienen como objetivo directo aproximarnos al
Eterno, como aquellas que sirven para crear una sociedad más humana ,
son imprescindibles.
Lo mismo podemos decir en cada uno de los aspectos de nuestra vida: nuestro
comportamiento debe ser el que es aprobado por Dios, así como por las
personas.
Tal como el gran maestro Yehudá hanasí formulara en el Pirke Avot (2:1): « ¿Cuál es la conducta correcta para la persona? Aquella que le sea de prestigio ante sí mismo y ante las otras personas; y que sea cuidadoso en el cumplimiento de cualquier precepto, lo considere banal o importante… «
Podemos darnos cuenta de que el nombre de la parashá («cuando elevares») es de aplicación a las conductas diarias de cada uno de nosotros.
Resumen de temas en la parashá Behaalotja
Sidrá 36ª de la Torá; 3ª del sefer Bemidbar. Entre pesukim 8:1 y 12:16.
Haftará en Zejariá 2:14- 4:7.
Se enseña a Aarón el procedimiento de elevar (encender) las luces de la Menorá en el Mikdash.
Asimismo, Moshé consagra a los Hijos de Leví para que sirvan en las actividades santas del Mishkán. Por causa del pecado del ‘Becerro de Oro’, los primogénitos de Israel quedaron inhabilitados de ejercer las funciones sacras que les correspondía en un principio, por lo cual, Dios escogió para Sí a los descendientes de Leví. Los leviim deben prepararse durante cinco años antes de comenzar a trabajar en el Mishkán.
La edad de los que están aptos está entre los treinta y cincuenta años; tras lo cual pasa a un retiro parcial, a actividades menos agobiantes.
Luego de pasado un año de Ietziat Mitzraim, Hashem estipula el Korban Pesaj. Como hay personas que por diversos motivos no podrían ofrecer el korban en su fecha correspondiente, se establece Pesaj Sheini, un mes después de Pesaj, existe la segunda oportunidad para hacerlo.
Las nubes que flotan permanentemente en las inmediaciones del Mishkán, son la señal de que el pueblo debe viajar y acampar.
Se especifica el orden en el que marchan las tribus.
Moshé respeta y admira a su suegro, Jobeb ben Reuel (alias Itró), por lo cual le pide que se una a los Hijos de Israel en su travesía y conquista de la Tierra Prometida, pero aquel declina la invitación y retorna a su patria, Midián.
Personas del pueblo murmuran malignamente acerca de Hashem, por lo cual este los castiga con un fuego que los calcina. No contentos con esto, las personas que se juntaron a los Hijos de Israel en su travesía se quejan del maná y exigen comer carne, pedido insolente al que se suma buena parte del pueblo. Moshé casi se quiebra y se queja ante Hashem que el sólo no puede con este pueblo. Por lo cual Hashem le dice que seleccione 70 ancianos, que conformará el primer Sanhedrín, que lo ayudará en su tarea de liderar al pueblo. También anuncia que el pueblo se enfermará de comer la abundante carne que Él mandará.
Los ancianos seleccionados para conformar el consejo de los ancianos, comienzan a profetizar cuando la presencia de Hashem aparece en el Tabernáculo, empero, dos de los ancianos
profetizan estando en el campamento. Iehoshúa siente que esto es incorrecto, pero Moshé está satisfecho y feliz de que otros también tengan el don de la profecía.
Hashem hace que los israelitas tengan abundancia de codornices. Y los que habían reclamado malévolamente por carne, murieron de tanta carne con la que se atiborraron.
Miriam murmura con Aarón acerca de la esposa de Moshé, así como de las cualidades de profeta de éste. Hashem castiga a Miriam con tzaraat (por haber murmurado) y aclara que no hay otro profeta de la talla de Moshé. Éste reza por ella, y la pueblo no viaja mientras aguarda su curación
fuera del campamento.