Muchas parejas continúan unidas solamente por recuerdos de un (quizás fantaseado) mejor pasado,
o por las semipermanentes rencillas actuales,
o por la excusa de los hijos en común
y las deudas compartidas e imposibles de sobrellevar cada uno por su cuenta.
Es un constante sufrimiento, pero que se enmascara como supuesta cercanía,
compromiso, amor, lealtad, responsabilidad o vaya uno a saber qué otro disfraz que tapa la realidad.
Lo mejor podría ser cortar los lazos negativos;
o, transformar lo que es negativo en positivo.
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