Así comienza la parashá:
«Mira, pues; yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si obedecéis los mandamientos del Eterno vuestro Elohim que yo os mando hoy; y la maldición, si no obedecéis los mandamientos del Eterno vuestro Elohim, sino que os apartáis del camino que yo os mando hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido…»
(Devarim / Deuteronomio 11:26-28)
Uno de los principios que destaca el judaísmo es que el hombre tiene libre albedrío, que es la posibilidad real de escoger entre el bien y el mal. Varias veces lo manifiesta la Torá y nos recuerda el deber de conocer entre una cosa y la otra, para así poder optar conscientemente, libremente, por el bien, lo cual trae como consecuencia el bienestar y la bendición.
Hay multitud de doctrinas que afirman que carecemos de libre albedrío. Sin él, no se puede exigir responsabilidad por las acciones, porque, ¿qué culpa tiene la persona si reacciona de acuerdo a un programa preestablecido e inmodificable? Sea una conducta generada por instintos o tendencias biológicas; o sea un destino metafísico que opera por sobre la humana voluntad. Si no puede elegir, no puede ser responsable, pero aun así, muchos de esos credos encuentran la excusa para condenar al hombre a sufrir de culpa, a pesar de no contar con mecanismos para escoger otra alternativa.
Pero, el judaísmo tradicionalmente afirma que en verdad SÍ somos responsables, porque Hashem nos ha creado de tal manera que tenemos un cierto control sobre nuestras decisiones y podemos elegir entre el bien y el mal. No tenemos un poder ilimitado, pero en aquello que somos poderosos, es nuestro deber escoger y hacerlo bien.
Por eso, es tan importante instruirnos, aprender, estudiar y esforzarnos; porque se nos pide rendir cuentas de aquello que está bajo nuestro dominio. Y si nos hemos equivocado, existe la TESHUVÁ, hasta el último momento tenemos la oportunidad de escoger el bien, aunque adolezcamos un pasado lleno de errores. Como indica el párrafo citado al comienzo, cada día es ese “HOY” en el cual elegimos hacia qué lado marchamos.
Podemos ser obstinados y profundizar el error, o podemos librarnos de él por medio de la TESHUVÁ. Porque Hashem nos ha dado este regalo gigante, que es el poder arrepentirnos y volver a la senda correcta sin depender de milagros o ángeles, sino solamente comprometernos a dejar lo negativo y dedicarnos a lo positivo.
Por ello, mucho cuidado para no “ir detrás de dioses que no hemos conocido”, que es inventar cualquier justificación para apartarse del correcto camino, usando como excusa “dioses”, que parecen ofrecer soluciones mágicas, respuestas satisfactorias, permisos increíbles, pero que no corresponden a una vida ética/espiritual.
¿Qué podemos y queremos hacer nosotros para elegir bien y disfrutar de sus resultados?