Sobrevivir al caos de Internet

El mundo viene siendo un hervidero de reposteos, comentarios salidos de las entrañas en lugar de la mente cultivada, likes a cosas abyectas, compartir lo insulso que deforma el buen sentido, quedar atrapados por tonterías de Tiktok, entre otras cosas, pareciera que la esencia del mensaje espiritual, la chispa de la Torá, ya no sirve como guía.
Sin embargo, hoy, como entonces de las Redes Sociales, las palabras siguen siendo uno de nuestros mayores poderes, capaces de elevar o destruir.

Cuatro Claves para una Comunicación Auténtica

La vida y la muerte están en poder de la lengua”, sentencian nuestras sagradas escrituras en Mishlé (Proverbios 18:21). ¡Una verdad tan potente como antigua! En esta era digital, donde cada tuit y cada mensaje instantáneo se dispara en un abrir y cerrar de ojos, la necesidad de una comunicación consciente no es un capricho; es una urgencia vital, un arte sagrado que debemos redescubrir y dominar. ¿Queremos construir puentes o cavar abismos? La elección es nuestra, y está en nuestras bocas.

Aquí les ofrezco cuatro pinceladas prácticas, imbuidas de la sabiduría milenaria de nuestra tradición y provechosas enseñanzas de la psicología interpersonal:

1. Escucha Activa: Más Allá del Oído, el Corazón

No se trata solo de oír los sonidos que el otro emite. Se trata de estar presente, de sintonizar el alma. ¿Acaso no comienza nuestra plegaria más fundamental, el Shemá Israel, con «Escucha«? No dice «Habla», ni «Declara», sino «Escucha, Israel» (Devarim 6:4). Esto nos enseña que el primer paso para conectar es abrir nuestros receptores internos, no solo los tímpanos. Escuchar con el corazón, con genuino interés, es la llave para entender al otro en su totalidad, no solo sus palabras.
(Corazón en este contexto significa: lo más profundo y empático de nuestra mente racional).

2. El Tiempo Adecuado: Cuando el Silencio es Oro

Incluso la verdad más luminosa, dicha en el momento equivocado, puede herir o ser ignorada. Kohelet, el sabio Rey Salomón, nos dejó una máxima eterna: «Hay tiempo para callar y tiempo para hablar» (Kohelet 3:7). Pensemos en un médico que da un diagnóstico grave sin preparar al paciente, o en un consejo que se da cuando la persona solo necesita un hombro para llorar. Discernir el momento oportuno para nuestras palabras es un acto de sabiduría y compasión. A veces, el silencio elocuente dice mucho más.

3. Claridad Respetuosa: La Verdad con Benevolencia

Ser directo y claro no es sinónimo de ser agresivo o hiriente. Nuestra Torá nos ordena reprender al prójimo, sí, pero con una advertencia crucial: “sin cargar pecado por su causa” (Vaikrá 19:17). Esto significa que nuestra intención debe ser la de ayudar y elevar, no la de humillar. Podemos expresar nuestra percepción de verdad, incluso cuando sea difícil, siempre envuelta en un manto de respeto y consideración. Las palabras firmes pueden ser suaves si nacen del amor.

4. Confirmación: Cerrando el Círculo de la Comprensión

¿Cuántos enredos y sufrimientos nacen de un simple «yo pensé que habías entendido»? No demos por sentado que el otro captó la esencia de lo que creíamos haber dicho. Después de comunicar algo importante, especialmente en temas delicados, es sabio verificar, preguntar o incluso resumir lo dicho. Como nos enseñan nuestros sabios, la comunicación es un camino de doble sentido. Asegurémonos de que el mensaje no solo salió de nuestra boca, sino que llegó a su destino y fue asimilado. Es como cuando Rabí Akiva se aseguraba de que sus alumnos no solo oyeran, sino que comprendieran y pudieran repetir las enseñanzas.
Por supuesto, es no tomar por sentado lo que suponemos que el otro nos quiso decir, o está callando; sino con directa amabilidad, con ánimo de comunicar realmente: ¡PREGUNTAR!

Tikún Olam a Través de la Palabra

Gran parte del sufrimiento humano, de la división y la incomprensión en el mundo, nace de los malos entendidos y la comunicación defectuosa. Mejorar nuestra forma de comunicarnos no es solo un acto personal; es una contribución directa al Tikún Olam, a la reparación del mundo.

Comencemos hoy mismo a hablar mejor, a escuchar con mayor profundidad, a construir puentes invisibles, pero poderosos, con cada palabra que pronunciamos. Al hacerlo, nos volvemos no solo más humanos, sino, si me permiten la audacia, más divinos, reflejando la imagen de Aquel que creó el universo con la Palabra.

¿Qué paso darás hoy para mejorar tu comunicación?

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