¿Vencerán la Jihad y los misioneros?

El profeta Isaías en su visión profética encuentra consuelo para la devastada Sión y anuncia de parte del Todopoderoso:

«Si alguno te ataca ferozmente, no será de Mi parte; quien te ataque caerá ante ti.»
(Ieshaiá/Isaías 54:15)

Eso ocurrirá en la Era Mesiánica, o tal vez en sus comienzos.
Es decir, en nuestro tiempo.
Porque hemos iniciado hace décadas la Era Mesiánica, habiéndose concretado algunas de las profecías verdaderamente mesiánicas que expresaron los profetas.
Por ejemplo, la restauración de un Estado independiente para el pueblo de Israel.
El retorno de los exiliados en masa a la tierra sagrada.
El reflorecimiento de ruinas y desiertos.
La revitalización de la actividad material que provee de bienestar y tranquilidad a sus habitantes.
El fortalecimiento de los centros en donde se estudia e imparte conocimiento de Torá.
El mérito de retomar la vida cotidiana con cierta serenidad, bajo un gobierno judío y no dependiendo de la mezquindad del déspota gentil.
El contar con una de las fuerzas armadas más poderosas del mundo, que siembra el respeto y reverencia entre sus oponentes.
El avance en ciencia y tecnología, propiciado en gran medida por la inteligencia judía e israelí, que permite logros en el agro, industria, salud, instrumental, entre otros éxitos que posibilitan una vida más saludable y extensa.
Sin dudas son demostraciones concretas del inicio de la Era Mesiánica, aunque no de su momento de mayor plenitud. Ésta vendrá a su debido tiempo y ya podremos enterarnos.
No son fantasías mitológicas de dioses nacidos de vírgenes, ni de luchas con demonios en desiertos, o místicas revelaciones incomprensibles e incomprobables.
Tampoco son narraciones fantásticas que expresan el deseo infantil por un mundo mejor.
Ni tan siquiera son cuestiones “religiosas”, sino hechos que se pueden corroborar en la vida cotidiana y que eran imposibles hace pocas décadas atrás.
¡Si hace menos de ochenta años atrás todos daban por desaparecido al pueblo judío, herido mortalmente y en extensión!
¡Si para todos era más que evidente que se había evaporado toda posibilidad de concretar el sueño del pueblo judío libre, poderoso e independiente en la tierra judía!

Pero, amaneció la Era Mesiánica y sus múltiples profecías verídicas han cobrado vida y están al alcance de manos y ojos.
Y entonces las palabras que citamos del profeta de la Verdad:
«Si alguno te ataca ferozmente, no será de mi parte; quien te ataque caerá ante ti.».
Incluso en ese momento de especial significado no faltará el absurdo, el incorregible, el fanático, aquel que no comprende ni puede hacerlo, que ha iniciado una nueva Era y que ya no corre la maldad habitual.
Entonces, sobreviene el ataque sobre la amada del Eterno, sobre los judíos.
Porque hasta en la Era Mesiánica, o al menos en sus comienzos, el lobo seguirá queriendo comer ovejas y la serpiente morder la mano del niño desprevenido.
Y habrá dolor y sufrimiento a causa de la acción del malvado.
Y habrá tontería, de parte del necio, disculpando al perverso y excusando lo injusto, para de ese modo hacer daño duplicado a la víctima.
Y habrá algo de confusión y turbación, no sabiendo cómo resolver esto; dudando si con peluches e “Imagine”, o con fuego y palo.
Digamos lo que estamos padeciendo actualmente, y el suceso trágico de Barcelona trae a la vista para tantos que viven negando la realidad o justificándola estúpidamente.

Pero debemos tener en claro que los ataques no son de parte del Eterno.
No es Él quien los preparó, ni está al mando de los asesinos.
Ni hay “teología” que valga que explique la miseria del hombre cobarde, que a remo del EGO perpetra todo tipo de vilezas en nombre de dioses y derechos humanos.
Es simplemente el EGO, que trastorna su sendero y corrompe al hombre, lo que lleva a esta calamidad.

Al final de cuentas:

«No prosperará ninguna herramienta (espada) que sea fabricada contra ti.
Tú condenarás toda lengua que se levante contra ti en el juicio.
Ésta es la heredad de los siervos del Eterno, y su vindicación de parte Mía’, dice el Eterno.»
(Ieshaiá/Isaías 54:17)

Ni la verba asesina, llena de malicia, falsedad, confusión, mentira, odio prevalecerá.
Ni los retrucos y malabares mentales, que dicen que es bueno lo malo, y malo lo bueno.
Ni el adoctrinamiento, ni la obligación en profesar determinada fe, ni la coerción para adoptar un cierto dogma.
Ni las jugarretas que apartan al hombre de su esencia.
Ni las condenas pérfidas contra Israel por el mero hecho de sobrevivir, ni el terrorismo de los medios masivos de desinformación que asesinan a diario con sus mentiras.
Ni las calumnias y maldiciones de déspotas y todo tipo de eunuco espiritual.
Nada de eso tendrá vigor sobre Israel y los fieles del Eterno.
Como tampoco la espada, en todas sus versiones y condiciones.
Acuchillamientos, explosiones, disparos, atropellamientos, golpizas brutales, misiles…
Nada de eso prosperará, aunque sean muchos los que padezcan y caigan.
La heredad del Eterno no será doblegada ni el engrandecimiento de Su Nombre podrá opacarse.
Hay Estado de Israel para rato.
Hay pueblo judío para rato.
Hay una promesa de bienestar, plenitud, shalom para todas las personas leales.
Hay oportunidad de construir SHALOM aquí y ahora, con bondad y justicia.
Que prevalezca la bondad allí donde sea necesario.
Que la justicia caiga con todo el peso riguroso y sin gota de compasión donde sea merecido.

(En la foto que acompaña el texto, el así llamado “Callejón del Mashiaj”, en la ciudad de Tzfat/Safed).

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