Como rabino y como psicólogo, he tenido el privilegio de acompañar a muchas almas en sus caminos más difíciles. Y si bien la conversación sobre el maltrato suele centrarse, en la violencia contra la mujer, es crucial que hablemos de una realidad que, por prejuicios y estereotipos, a menudo permanece en las sombras: el maltrato que un esposo (u otro varón) puede sufrir a manos de su esposa.
No es algo de lo que se hable fácilmente en la sinagoga, ni en las reuniones de amigos, y mucho menos en la mesa familiar. Pero la verdad es que un hombre puede ser víctima de un abuso insidioso y devastador. Me refiero a ese tipo de relación donde la esposa lo denigra, lo llama «inútil», lo somete a trabajos degradantes que atentan contra su dignidad, lo insulta constantemente, le niega cualquier vida independiente y lo manipula con la constante amenaza de abandonarlo. Esto, queridos amigos, es una forma de violencia tan real y destructiva como cualquier golpe físico.
¿Qué hacer? La Fortaleza de Reconocer y Actuar
Reconoce la Realidad: No es tu Culpa. Lo primero y más importante es desterrar la idea de que «te lo mereces» o que «eres débil». El abuso, en cualquiera de sus formas, nunca es culpa de la víctima. Has sido herido, y tienes todo el derecho a buscar ayuda y a sanar. Tu autoestima y tu valor como ser humano son sagrados, creados a imagen de lo Divino.
Rompe el Silencio: Busca Apoyo. El aislamiento es el caldo de cultivo del abuso. Habla con alguien de confianza: un amigo cercano, un familiar, un rabino o un terapeuta. Contar tu historia es el primer paso hacia la liberación. Verás que no estás solo y que tu experiencia, por dolorosa que sea, es validada.
Prioriza tu Seguridad y Bienestar: Establece Límites. Esto puede ser extremadamente difícil en una dinámica de control, pero es vital. Psicológicamente, necesitas empezar a reafirmar tu individualidad. Esto podría significar negarte a realizar tareas que te denigran, o buscar formas de recuperar pequeños espacios de independencia. Si la situación escala y sientes miedo, planifica cómo mantenerte a salvo.
Busca Ayuda Profesional: Terapia es Clave. Un psicólogo te brindará herramientas para reconstruir tu autoestima, entender la dinámica del abuso y desarrollar estrategias de afrontamiento. No es una señal de debilidad; es una muestra de inmensa valentía y un compromiso con tu propia recuperación. Un terapeuta puede ayudarte a identificar patrones y a tomar decisiones informadas sobre el futuro de tu relación.
Considera el Asesoramiento Rabínico o Legal. Un rabino puede ofrecerte guía y apoyo espiritual, además de explorar las perspectivas de la Halajá (ley judía) en estas situaciones. Si la situación es insostenible y no hay esperanza de cambio o mejora, es fundamental consultar con un abogado para entender tus derechos y opciones legales.
En el judaísmo, valoramos el shalom bait (paz en el hogar), pero la paz no puede construirse sobre los cimientos del miedo y la degradación. Un hogar donde existe maltrato, sin importar quién sea la víctima o el perpetrador, no es un hogar de paz, sino de sufrimiento.
Ayudar a un hombre en esta situación es reconocer su dolor, validar su experiencia y ofrecerle un camino hacia la recuperación. Es recordarle que su nefesh (alma) es sagrada y que merece vivir en un hogar de respeto, amor y dignidad. La valentía no es soportar en silencio; la verdadera fuerza reside en reconocer el abuso y tomar los pasos necesarios para sanar y reconstruir una vida plena y libre.
Si tú o alguien que conoces está experimentando este tipo de maltrato, por favor, busca ayuda. Tu bienestar importa.
Comparte este mensaje con tus allegados y anímalos a reflexionar sobre estos importantes temas. Involúcrate en iniciativas que promuevan la construcción de Shalom.
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