¿Demasiado Kashrut en tu Cabeza? Cómo el Mr. Exigente Interior Maneja tu Ansiedad

¿Alguna vez sientes que tu cerebro tiene más reglas que un banquete de Pesaj? ¿Como si una voz interna te dictara cada movimiento, cada pensamiento, y hasta el orden en que debes doblar la toalla después de secarte las manos? ¡Tranquilo, no estás solo! Es probable que tengas a un Mr. Exigente Interior muy activo en tu cabeza, y si bien sus intenciones son buenas (¡orden, orden y más orden!), a veces puede llevarnos directo a la ansiedad.

En el judaísmo, tenemos un amor por las mitzvot, por la estructura, por entender el «por qué» y el «cómo» de cada cosa. Y eso es hermoso, nos da un marco, un sentido de pertenencia y propósito. Pero la psicología nos enseña que un exceso de control, de querer prever cada posible escenario y «protegerse» de cada «jametz» «shaatnez» y «muktze» mental, puede ser la receta perfecta para el estrés. Es como querer seguir todas las halajot existentes de todas las comidas, pero para cada plato específico que prepares.

El Dilema del Mr. Exigente Interno: Este pequeño sabio que llevamos dentro, con su toga imaginaria y su plumilla siempre lista, es el que nos impulsa a repasar la lista de pendientes diez veces, a preocuparnos por lo que «podría» pasar, a buscar la perfección en cada detalle. Su objetivo es mantenernos a salvo, evitar errores, asegurar que todo esté «kosher» en nuestra vida. Pero a veces, en su afán por la meticulosidad, nos paraliza o nos inunda de preocupaciones innecesarias.
De tanto detallismo y demanda de lo perfecto, no nos permite crecer, disfrutar, equivocarnos y mejorar.

La Enseñanza para tu Vida Diaria (¡y la de tu Mr. Exigente!): Así como en la vida judía aprendemos sobre el Bitajón beHashem (confianza en Dios) y la importancia de hacer nuestra parte y luego soltar, en psicología hablamos de la aceptación y de soltar el control sobre lo incontrolable. No se trata de ignorar a nuestro Mr. Exigente interior, sino de recordarle que no todas las batallas son la Guerra de Jericó.

A veces, el mejor «tikún» (arreglo) para tu alma ansiosa es simplemente reconocer que estás haciendo lo mejor que puedes con lo que tienes. Date permiso para no tener todas las respuestas. Dale a tu Mr. Exigente una merecida siesta, y confía un poco más en que el universo (y la Divina Providencia) también tiene un plan. A veces, la mayor sabiduría radica en saber cuándo una regla es para nuestra guía y cuándo se convierte en una prisión.

Así que la próxima vez que tu cerebro empiece a revisar los planos de tu vida como si estuviera construyendo el Beit Hamikdash, sonríe, dale una palmadita a tu Mr. Exigente interior y dile: «Gracias por la preocupación, amigo, pero hoy, vamos a vivir un poco más en el aquí y ahora, y confiar en que el resto, bueno, ¡ya lo resolveremos sobre la marcha, confiando en Dios y en que tan mal no hacemos las cosas!»

¿Tu Mr. Exigente interior es un perfeccionista agobiante y cansino? ¡Cuéntanos en los comentarios cómo manejas esa voz interna!

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