Esta es una época de balances, de introspección, de re-visitar nuestro pasado para comprender el presente y proyectarnos constructivamente hacia el futuro.
El mes de Elul nos convoca a eso.
La cercanía del Día del Juicio (Rosh HaShaná) nos exige tal esfuerzo de auto-conocimiento, compromiso y responsabilidad.
En ocasiones anteriores habíamos enseñado los motivos que subyacen a los errores y pecados, repasemos rápidamente:
- El fallo involuntario
- La ignorancia
- La comodidad
- La rebelión
Sea cual fuera el motivo, por cualquier error o pecado, siempre se está a tiempo de regresar a la Buena Senda, al camino de la Torá y el cumplimiento de los mandamientos.
El arrepentimiento es una posibilidad y una obligación.
Si llegamos a comprender que nuestra esencia espiritual es pura y luminosa,
que no hay acción o fuerza que la pueda manchar o degradar,
que ninguna lejanía corta nuestro lazo con el Eterno,
si todo esto penetra en nuestra conciencia,
sabremos apartarnos del mal y hacer el bien.
¿Cómo pecar, si somos radiantes?
¿Cómo sentirse malos, si somos Hijos del Eterno?
¿Cómo mantenerse en la vía del corazón, los ojos y los propios pensamientos, siendo que nuestro espíritu sediento reclama el contacto con la Eternidad?
Esta idea debiera enraizar en nuestro ser,
debiera estar presente a cada instante.
El recuerdo de nuestro identidad espiritual,
de nuestro lazo inquebrantable con la Fuente de Vidas.
Quiera el Eterno que podamos despojarnos de máscaras y cáscaras que ocultan nuestro Yo Esencial, para crecer y fortalecernos.