Parashat Pinjás – 5781

La historia de Pinjás tiene lugar en el lado oriental del Jordán, en la víspera de la entrada de los israelitas a la Tierra de Israel. La tarea de entrar al país no es sencilla y hay que prepararse bien para ella. La disposición se centra en estos preparativos.
Como por ejemplo, el confirmar a Pinjás como digno sucesor de Aarón y de Elazar, que será el portador del sagrado báculo del sacerdocio supremo, cuando le toque su turno.
Sus acciones, al final de la parashá anterior, le dieron una relevancia indiscutida, un sitial que se lo ganó por propio mérito y no por ser hijo de.

Luego, se pasa a verificar el tamaño del ejército israelí. Con este propósito, se realizó un gran censo para todos los hombres mayores de 20 años en todas las tribus de Israel. Los enviados pasan e inspeccionan cada familia y cada tribu y finalmente resumen todo el censo. A disposición de los hijos de Israel hay 600.730 hombres mayores de 20 años (Capítulo 26, versículos 1-5).

Entonces Dios instruye a Moisés sobre cómo se dividirá la tierra entre las tribus de Israel: cada tribu recibirá una parcela de tierra de acuerdo con su tamaño, pero la ubicación de la parcela se determinará por sorteo. Esta conversación sobre la división de la tierra no es fácil para las cinco hijas de Tzlofejad, su padre murió en el desierto y no tuvo hijos varones, por lo que no habrá una propiedad con el nombre de Tzlofejad en la Tierra de Israel. En su angustia, se vuelven a Moisés y le piden la herencia del padre, aunque por lo general en aquellas épocas y lugares solo los hijos varones heredaban la herencia del padre.

Moisés escucha su solicitud y, por orden de Dios, acepta que ellas sean quienes hereden a su padre y agrega que esta no es una instrucción especial solo para este caso, sino una ley para todo el pueblo: cuando un hombre que muere sin hijos varones, la herencia pasa a sus hijas. ¡Si es así, la audacia de algunas mueres logró cambiar una ley habitual y fue incorporada como una de las leyes de la Torá! (Capítulo 27, versículos 1-10).
Por supuesto que, con el avance de la conciencia espiritual y social nos damos cuenta de que ese gran paso en su momento, quizás no sea el que necesita nuestro tiempo. Pero, como sabemos, el Divino Autor no solamente nos entregó Su Torá Escrita, sino también la Oral y nos brindó herramientas para que los expertos puedan ir elaborando reglas que se adapten a las necesidades sociales. Dentro de un sistema, siguiendo ciertos parámetros, apoyándose en los fundamentos previos, pero con gran visión del dinamismo que implica la humanidad.

Moisés se prepara para la entrada de Israel a la tierra, pero sabe que a él mismo no se le permitirá entrar. Por ello, necesita que sea nombrado un reemplazo digno para su cargo de liderazgo, un líder que guíe a los hijos de Israel a su entrada a la tierra. Dios elige a Josué, hijo de Nun, el siervo y discípulo de Moisés para ser el próximo líder, luego Moisés reúne a todo el pueblo y ante los ojos de todos confía en Josué como el próximo líder (capítulo 27 versículos diez al 23).

Aunque Moisés no puede entrar, puede ver la tierra. Moisés asciende al monte Avarim, una de las montañas altas en su lado oriental y desde allí observa y ve la tierra tan anhelada y tan lejana para él (capítulo 27 versículos 12-14).

La parashá termina con un largo pasaje que describe las ofrendas Musaf de todas las fiestas (Capítulo 28 versículo 1 – Capítulo 30 versículo 1).

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