Toledot («Generaciones…»), es la sexta sidrá de la Torá; la podemos encontrar en el sefer Bereshit, versos 25:19 al 28:9.
La suele acompañar la lectura del profeta Malaji, desde 1:1 a 2:7.
Nos encontramos que, tras las plegarias de Itzjak, y veinte años de estéril matrimonio, Rivka queda encinta. Ella siente que su embarazo es complicado, no entiende qué le pasa, por ello consulta a Dios, a través de su suegro Abraham. Éste le informa que carga mellizos, quienes son futuros padres de naciones. Ambos se enfrentan ya en el útero, pues uno anhela la vida espiritual, en tanto que el otro la desecha para afincarse en la pura materialidad. Ese enfrentamiento será milenario, aunque finalmente el mayor estará supeditado al menor, lo cual será el triunfo de la espiritualidad.
Nace el primero, todo peludo, por lo que es llamado Esav, que da a entender que estaba ASUI, hecho, completo, sin posibilidad para el desarrollo. Es también una referencia a su tendencia materialista.
Al rato, agarrado de su talón (akev), surge quien será llamado Iaacov. Este nombre proviene, precisamente, del hecho de haber estado asido al talón de su hermano; pero también indica que por un tiempo andará de manera AKUVÁ, torcida, falta de ordenamiento, hasta que por fin madure y se transforme, por mérito propio, en quien conocemos y respetamos como ISRAEL, nuestro tercer patriarca.
Con el tiempo, Esav se dedica a la caza, a los placeres de la tierra, mientras, Iaacov era más bien reservado, tímido, que acostumbraba estar en el hogar y acompañar a su madre.
En cierta oportunidad que Esav volvió famélico de la infructuosa caza, Iaacov se encontraba cocinando lentejas. De acuerdo a la tradición, fue el día de la muerte de su abuelo, nuestro patriarca Abraham; es entonces, una antigua costumbre judía ofrecer un potaje de lentejas a los que están de duelo para su primera comida luego del entierro de su familiar.
Esav está fracturado del hambre, sin pensarlo y con su ímpetu desmedido habitual, reclama ser alimentado de «esa cosa roja». Entonces, en un rápido intercambio, Esav permutó sus derechos de primogenitura a cambio de un plato de lentejas.
La parashá continúa contándonos que hubo otra época de terrible hambruna, por lo que Itzjac y familia emigran a la tierra de Grar, que queda dentro del territorio de Israel. Era sumamente acaudalado, por lo cual Avimelej, rey de la zona, por su seguridad le rogó que se fuera de allí. En verdad, detrás de esa orden había mucho de envidia y enojo, pues Avimelej había actuado de manera indecente en contra de la familia, pero Dios no le permitió continuar con sus planes. Por el contrario, tuvo que permitir a la familia residir en su territorio y ver como se enriquecían. Nuestro patrirca, entonces se muda. Llega a donde había residido antiguamente su padre, y excavó nuevamente los tres manantiales que habían sido abiertos en épocas de su padre, por los peones del mismo y que, vaya uno a saber por qué malicioso motivo, habían sido tapados. Ahora, nuevamente le tapan los pozos los siervos de Avimelej, pero Itzjac insiste, perforando nuevas fuentes de agua, las cuales, esta vez, no son obstruidas por los perversos.
Avimelej, al percatarse de que Dios estaba con Iaacov, selló un pacto de paz con él.
La parashá continúa contándonos aquel hecho, en el cual Rivcá ayudó a Iaacov para que tomara la bendición paterna, y la herencia material y espiritual, como le correspondía por derecho.
El padre no sabía que Esav había vendido a su hermano los derechos de primogénito, y Esav tampoco se lo comunicaba ahora.
Por lo que, Rivcá y Iaacov tuvieron que realizar la famosa y sagaz estratagema, de que Iaacov apareciera disfrazado como si fuera su hermano, para que así se hiciera justicia.
Tras enterarse Itzjac de lo que había hecho su hijo menor, aprecia que la trampa en realidad sirvió para reconocer que el más adecuado para recibir la herencia familiar era Iaacov, a pesar de los métodos poco convencionales que utilizaba. Además… ¡estaba en su derecho!
Esav furioso, juró matar a su hermano, por lo cual, la madre se apresuró a enviar a su hijo preferido (Iaacov) a casa de su propio hermano, Labán, el cual continuaba viviendo en la tierra de los arameos.
Antes de que partiera, Itzjak bendijo nuevamente a Iaacov y también le recomendó tomar el camino del exilio. Confiaba que allá obtendría protección y lograría encontrar quien pudiera ser digna esposa para la familia de Abraham.
Viendo Esav como las hijas de Canaan desagradaban a sus padres, tomó esposas de entre ellas.
Preguntas:
1. ¿Qué particularidad tuvo el embarazo de Rivka?
2. ¿Quién fue el primogénito real, y quién el moral?
3. ¿En qué se diferenciaban los mellizos?
4. ¿Cómo nos percatamos del odio hacia los hebreos que profesaba Avimelej?
5. ¿De cuál de ellos provienen los judíos?
6. ¿Por qué causas Rivka sugirió que Iaacov huyera a casa de Laban y no a otro sitio?
7. ¿Cómo explicar que a pesar de la astucia de Iaacov, la primogenitura le pertenecía?
8. ¿Por qué Rivka prefería a Iaacov?
9. ¿Qué significa el nombre Iaacov?
10. ¿Qué trampas suceden en esta parashá?
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