En la parashá Vaigash, continuamos la historia de Iosef y sus hermanos. Recordemos que Iosef fue vendido como esclavo por sus hermanos y terminó en Egipto. Pero a lo largo de los años, se convirtió en un hombre muy poderoso y sabio.
Un día, los hermanos de Iosef vinieron a Egipto para comprar comida porque había una gran hambruna en su tierra. No sabían que la persona a la que tenían que pedir ayuda era en realidad su propio hermano Iosef. Iosef los reconoció, pero ellos no sabían quién era él.
Iosef decidió probar a sus hermanos para ver si habían cambiado. Les hizo varias pruebas y finalmente les reveló su verdadera identidad. ¡Imagínense la sorpresa y la alegría de sus hermanos al descubrir que Iosef estaba vivo y era alguien tan importante!
Iosef les dijo que no se preocuparan, que no les guardaría rencor por lo que le habían hecho. Les dijo que todo lo que había sucedido era parte del plan de Dios. Los hermanos se arrepintieron mucho y se disculparon por lo que le habían hecho a Iosef.
Después de eso, Iosef invitó a su padre Iaacov y a toda su familia a venir a Egipto para vivir con él. Fue un reencuentro muy emotivo. Iosef abrazó a su padre y a sus hermanos, y todos lloraron de alegría.
Iosef les dio a su padre y a sus hermanos una tierra fértil en Egipto para que vivieran allí y se aseguró de que tuvieran todo lo que necesitaban. La familia de Iaacov creció y se convirtió en una gran nación en la tierra de Egipto.
La parashá Vaigash nos enseña sobre el perdón, la reconciliación y el amor entre los miembros de una familia. También nos muestra como Dios puede convertir situaciones difíciles en algo bueno. La historia de Iosef y sus hermanos nos recuerda que es importante perdonar y tratar a los demás con bondad, incluso cuando nos han hecho daño. Pero, ¡cuidado! Perdonar no quiere decir quedarse a disposición del que no se ha arrepentido para que pueda volvernos a hacer daño. Perdonar es algo personal, con uno mismo. Es quitar el dolor del corazón, los malos recuerdos de la mente, para poder uno vivir mejor y en paz. Pero nunca es darle permiso al que obra mal para que nos siga dañanado.
Y así termina la parashá Vaigash, con la familia de Iaacov reunida y viviendo en paz en Egipto. ¡Una historia llena de emociones, perdón y amor!
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