El plan original, en su plano manifiesto y explícito, NO incluía una parada “técnica” en Sinaí para recibir desde los Cielos la Torá.
Estaba claro que salieron de la esclavitud de Egipto para ser introducidos por el Eterno en la Tierra de Santidad, que había sido prometida desde la época de los patriarcas.
No se dejó ver abiertamente más que la finalidad política/nacionalista.
A los versículos oigamos:
«Yo he descendido para librarlos de la mano de los egipcios y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y amplia, una tierra que fluye leche y miel, al lugar de los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos.»
(Shemot / Éxodo 3:8)«Y he dicho que Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra de los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos; a una tierra que fluye leche y miel.»
(Shemot / Éxodo 3:17)«Vosotros salís hoy, en el mes de Abib. Y cuando el Eterno te haya llevado a la tierra de los cananeos, heteos, amorreos y jebuseos, la cual juró a tus padres que te daría, una tierra que fluye leche y miel, celebraréis este rito en este mes.»
(Shemot / Éxodo 13:4-5)«Cuando hayáis entrado en la tierra que el Eterno os dará, como lo prometió, guardaréis este rito.»
(Shemot / Éxodo 12:25)
Y a los patriarcas se les había dicho:
«Yo establezco Mi pacto como pacto perpetuo entre Yo y tú, y tu descendencia después de ti por sus generaciones, para ser tu Elohim y el de tu descendencia después de ti.
Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tu descendencia después de ti, la tierra en que resides, toda la tierra de Canaán. Y Yo seré su Elohim.»
(Bereshit / Génesis 17:7-8)«Aquel día el Eterno hizo un pacto con Avram [Abram] diciendo: -A tus descendientes daré esta tierra, desde el arroyo de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates»
(Bereshit / Génesis 15:18)» Entonces Elohim dijo a Avram [Abram]: -Ten por cierto que tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no es suya, y los esclavizarán y los oprimirán 400 años… En la cuarta generación volverán acá.»
(Bereshit / Génesis 15:13-16)«Yo soy el Eterno, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra como posesión.»
(Bereshit / Génesis 15:7)«El Eterno dijo a Avram [Abram], después que Lot se había separado de él: ‘Alza tus ojos y mira desde el lugar donde estás, hacia el norte, el sur, el este y el oeste.
Porque toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia, para siempre.
Yo haré que tu descendencia sea como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia podrá ser contada.
Levántate, anda a lo largo y a lo ancho de la tierra, porque a ti te la daré.'»
(Bereshit / Génesis 13:14-17)«Que el Elohim Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te multiplique hasta que llegues a ser multitud de pueblos.
Que Él te dé la bendición de Avraham [Abraham], lo mismo que a tu descendencia, para que poseas la tierra en que habitas, la cual Elohim ha dado a Avraham [Abraham].»
(Bereshit / Génesis 28:3-4)«Reside en esta tierra. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tus descendientes os daré todas estas tierras. Así cumpliré el juramento que hice a tu padre Avraham [Abraham].»
(Bereshit / Génesis 26:3)
No había una promesa de Torá, ni de cambio radical de vida de acuerdo a los 613 mandamientos.
La promesa era clara, repetida, sostenida, mantenida, firme era de retornar algún día a la tierra patria, al hogar nacional, para formar allí un hogar para la multitud de descendientes.
Era un llamado Divino para poblar el hogar, llenar de un límite al otro de habitantes judíos la tierra que les pertenecía y pertenece.
¿Dónde se hablaba, de forma explícita, de la entrega de la Torá?
En nuestra lectura veloz podemos dar testimonio de la importancia de la tierra para la nación, de la promesa acerca de ella, ¿pero de la Torá y sus mandamientos?
No vemos nada de ser un pueblo con un pacto especial, ni una herencia particular que cuidar.
No se les había hablado de ser el “pueblo elegido” para comprometerse con mayores cargas y responsabilidades espirituales que las del resto de las naciones. Ni de tener que ser quienes más se sacrificaran y esforzaran para cumplir su parte del pacto con Dios.
Simplemente, hasta ese momento ellos sabían que serían una nación como otras, en su propio terruño, siguiendo sus reglas, sus costumbres, adorando a Dios, como debieran hacer todos. Noájidas, como el resto de los humanos; con un par de costumbres propias, autóctonas, individuales, pero que no marcaban una diferencia cuantiosa con las otras naciones de la tierra. Sí, ellos sabían que quienes les bendijeren serían benditos (Bereshit / Génesis 12:3), ¿y eso qué? Se puede ser excelente espiritualmente como noájida, sin tener que llevar sobre sí un inmenso compromiso, tal cual es la Torá con sus cientos de mandamientos y miles de reglamentos derivados.
Hasta que un buen día, como de sorpresa, se topa Moshé con este mensaje:
«el Eterno lo llamó (a Moshé) desde el monte, diciendo: -Así dirás a la casa de Iaacov [Jacob] y anunciarás a los Hijos de Israel:
‘Vosotros habéis visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo os he levantado a vosotros sobre alas de águilas y os he traído a Mí.
Ahora pues, si de veras escucháis Mi voz y guardáis Mi pacto, seréis para Mí un pueblo especial entre todos los pueblos. Porque Mía es toda la tierra, y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa.’
Éstas son las palabras que dirás a los Hijos de Israel.»
(Shemot / Éxodo 19:3-6)
¿Reino de sacerdotes? Es decir, gente dedicada a las cosas sagradas, con una vida centrada y girando alrededor de la santidad.
¿Nación santa? Es decir, separada, diferente, especial, que se distingue meritoriamente.
Pues… ¡algo no cuadraba con lo que la tradición enseñaba respecto a la promesa de Dios!
Ellos sabían que volverían a su casa, que se establecerían, que construirían una patria en su suelo designado. Eso estaba claro, repetido y memorizado. Nadie podía dudar del ideal nacionalista, de retorno al hogar y crecimiento en él.
Pero ahora, ¿qué era todo este cuento de santidad, de pactos, de atender voces celestiales, de fungir como sacerdotes?
Para más de uno fue claro que esto no provenía de Dios, sino de Moshé.
Comenzaron a circular los rumores.
Esta era MSS, el que se había criado entre la realeza egipcia, entre los amos de esclavos. El que se había educado en el conocimiento y las prácticas de las ciencias y artes de Egipto, con sus dioses y fetiches, libros sagrados y fórmulas misteriosas. Era Moshé, quien había servido como gerente de Egipto durante una buena parte de su vida, codeándose con los que tiranizaban a la nación; escuchando a los sacerdotes y ocultistas reveladores del milenario Egipto.
Sí, este Moshé era quien había secuestrado el plan de Dios, el sencillo y claro plan: ser liberados de Egipto para ser llevados a Canaán y allí establecerse.
Era evidente que esta era una maniobra del servicio secreto de Moshé, para introducirles sus creencias, convertirse en su amo, dejando de lado al verdadero Dios que los salvó de la esclavitud.
Tampoco resultaba extraño para ellos suponer, o creer, que había un dios que los había redimido de Egipto; pero que pudiera haber otro dios que quisiera hacerlos partícipes de alguna adoración. No era ajeno a su sistema de pensamientos el politeísmo, y era frecuente considerar que había dioses locales, con poder sobre determinada región o tierra, pero que no gobernaban un ápice en otro lugar. Por tanto, ¿cómo saber que seguían bajo el mando del mismo Dios, el Uno y Único?
Así, cuando Moshé comunica la Divina Voluntad, esa que citamos unas líneas más arriba, algunos sospecharon; otros no comunicaron sus dudas; otros aceptaron las palabras de Moshé por una causa u otra.
Entonces:
«Todo el pueblo respondió a una, y dijo: -¡Haremos todo lo que el Eterno ha dicho! «
(Shemot / Éxodo 19:8)
Haremos lo que el Eterno ha dicho, NO TÚ. Tampoco lo que cualquier otro dios, real o imaginario, quisiera ordenarles.
¿Y qué sabían ellos que había dicho el Eterno?
Pues, que la meta era ingresar a la tierra prometida y radicarse allí.
Eso sabían, eso había dicho el Eterno, el que los rescató de las tribulaciones e hizo pasar por el gran mar hasta aquí.
Por ello, inmediatamente la Torá nos aclara:
«El Eterno dijo a Moshé [Moisés]: -He aquí, Yo vendré a ti en una densa nube, para que el pueblo oiga mientras Yo hablo contigo y te crea para siempre.»
(Shemot / Éxodo 19:9)
Con la Revelación en Sinaí quedó confirmado que no era Moshé el que decidía, o legislaba, o introducía sus creencias como si fueran de origen Celestial; sino que él era un instrumento sofisticado, pero solamente un instrumento de la Voluntad de Dios.
Nadie podía dudar de que esto no era un plan de Moshé, sino que estaba organizado y llevado a cabo por el Eterno:
«Mientras el sonido de el shofar se intensificaba en extremo, Moshé [Moisés] hablaba, y Elohim le respondía con estruendosas voces.»
(Shemot / Éxodo 19:19)
Y por si fuera poco, el mismo Eterno dejó constancia de que era el mismo que los había liberado de Egipto:
«[Haz de saber que] Yo soy, el Eterno tu Elohim que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud»
(Shemot / Éxodo 20:2)
Yo te extraje de esa muerte, soy quien me presento ahora, el que te ordena estas palabras.
No hay otros dioses, ni seres asociados, ni poderes ocultos, ni hijos, ni potestades misteriosas; solo el Eterno, Uno y Único.
No hay planes contradictorios, ni nuevos testamentos, ni otros libros revelados, ni un pueblo que remplace a otro.
El Uno y Único es quien manifestó Su poder y Presencia para liberar a los judíos, quien los transportó, cuidó, alimentó, instruyó y otorgó a perpetuidad la Torá en una alianza eterna entre Él y los judíos.
Sí, quedó muy claro, evidente, sin dudas para todos los presentes.
Ya no había lugar a dudas.
Hasta el punto que:
«Todo el pueblo veían las voces, y los destellos, y el sonido del shofar y el monte que humeaba. Y al ver el Pueblo esto, se estremecieron y se pararon a distancia.
Y dijeron a Moshé [Moisés]: -Habla tú con nosotros, y escucharemos. Pero no hable Elohim con nosotros, no sea que muramos.»
(Shemot / Éxodo 20:15-16)
Comprendieron hasta lo más profundo que era la Revelación del Eterno en Sinaí, y no su imaginación, o una tramoya, o las trampas habituales de los sacerdotes de la idolatría.
Estaban ante la Presencia, sin poder objetar en lo más mínimo.
Fue necesario caer al subsuelo del pozo de la desconfianza para poder elevarse por encima de toda duda, hasta la certeza y la convicción de la experiencia personal.
Precisaron todo esto para darse cuenta de que la finalidad política/nacionalista estaba íntimamente fundida con la finalidad espiritual.
El mismo Dios, la misma Voluntad, en todos los planos de la existencia.
A todo esto, ¿por qué no había sido anunciado con anterioridad que entre la salida de la esclavitud y el arribo al hogar recibirían el código de vida acorde a su identidad espiritual?
Como una pista para que tú elabores/encuentres la respuesta, un párrafo de la Torá:
«Aconteció que al día siguiente Moshé [Moisés] se sentó para administrar justicia al pueblo. Y el pueblo estuvo delante de Moshé [Moisés] desde la mañana hasta la noche.
Al ver el suegro de Moshé [Moisés] todo lo que él hacía por el pueblo, dijo: -¿Qué es esto que haces con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú sólo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la noche?
Moshé [Moisés] respondió a su suegro: -Porque el pueblo viene a mí para consultar a Elohim.
Cuando tienen cualquier asunto, vienen a mí. Yo juzgo entre uno y otro, y les hago conocer las leyes y las Torot [instrucciones] de Elohim.»
(Shemot / Éxodo 18:13-16)
Para más detalles: http://www.meirtv.co.il/site/content_idx.asp?idx=40541&cat_id=3744, especialmente a partir del minuto 38.
Una gran conclusión, entre varias: la fe es ajena al judaísmo, al mundo espiritual.
Otra: no podemos confiar en “libros sagrados revelados” a individuos o a grupitos particulares, puesto que la Torá fue otorgada por Dios a Israel en una manifestación pública, de todo un pueblo recibiendo directamente de parte de Dios.
Otra: Tierra de Israel y Torá de Israel, son dos columnas indisolubles de la Nación de Israel.
Las otras conclusiones, te las dejo a ti.
Moré, exelente texto, no lo habia apreciado así; mucho que refelxionar y que entender. Que bueno que tenemos una Toráh de verdad de la cual, año tras año, podemos seguir aprendiendo. Gracias
gracias. estudie, para eso l escribí. y comparta!
tbn oiga el link
que deje
La estoy oyendo en estos momentos, que gran shiur, y sí compartí este texto con unos amigos. Mucho que comprender y espero seguir oyendo a este Rab (אורי עמוס שרקי) que no conocia, gracias Moré.
Ahora me queda una pregunta de un tema que se desarrolla en la parashat Itró y que el Rab desarrolla, y es algo que habia estudiando en esta semana: y es que la entrega de la Torá esta presedida por el relato del encuentro entre Itro y Moshé, y como el primero (siendo hasta ese momento un noajide) le enseña Moshé una manera de administrar justicia y luego HaShem aprueba lo enseñado… ahora mi pregunta es ¿lo aprobó dando la Torá? Quiero decir al ver que Moshé era humilde y estaba dispuesto de aprender de alguien que habia dejado la… Read more »
la tora no es de moshe….
y el n relato ocurrió luego de la revelación, pero esta escrito antes
Es cierto, así lo explica Rashí, pero aun queda entonces la pregunta ¿por qué tuvo que escribirse antes si susedió despues? Y en últimas así es que está escrito, es decir en ese orden
porque se aprende algo de ello
¿No tendrá que ver de algun modo con la idea talmúdica de dina maljutá dina? Bueno es lo que se me ocurre
no creo, cual es el vínculo?
Lo vinculo por lo siguiente: la perasha inicia diciendo, «Vaishmá Itró Kohen Midiam»; es decir entra reconociendolo como autoridad, un Cohen, que aquí equivale a un Ministro de la región, lo que considero es una señal para indicar que si bien el hecho de har Sinaí ocurrió antes se le da presedencia por que la Toráh estaba entrando al mundo humano, que ya poseia leyes dadas por HaShem (noajismo) y las que el mismo ser humano se habia autoimpuesto (culturales). Pero vale la pena considerar lo que dice Rashí al respecto ya que destaca que s elo llame Itró y… Read more »
en realidad itro habia sido el maestro de espiritualidad de moshe, quien le habia enseñado el nombre de cuatro letras, entre otras cosas.
pero, eso no le da sentido a lo de «dina de maljuta», pq no era un gobernante, ni soberano, de hecho ya era un paria social en su propio pais.
lo q si hay para aprender tiene q ver con el lugar de los noajidas en la sociedad con los judios para ser socios, a su vez, de Dios.
pero, es para pensar un rato mas.
Pues habrá que desarrollar la idea. Dejeme y busco más elementos
Y un dato que se me olvida: que Itró es aqui una alusión a los gerim, segun entiendo por el comentario de Rashí
«..Fue necesario caer al subsuelo del pozo de la desconfianza para poder elevarse por encima de toda duda, hasta la certeza y la convicción de la experiencia personal..» Voy a releer el articulo, porque el comportamiento desconfiado de los hebreos era completamente comprensible, hasta la experiencia del Sinaí. Eso debió ser un suceso sin par al grado de generar una conciencia colectiva uniforme y unificada. Pero me preguntaba ¿será necesario caer nosotros los noajidas al punto de desconfianza parecido para elevarnos de toda duda de que Dios esta con nosotros tambien? ¿o fue el suceso de Sinaí unico, irrepetible y… Read more »
no lo constata? y el odio constante y sin motivo contra los judíos e Israel, que es? asi como el inmotivado apego?
y el diluvio con la posterior entrega de los siete mandamientos, no fue suficiente traumatico?
Cierto. Lo había olvidado.
http://serjudio.com/sitra-ajra/idolatria/¿que-descendio-para-los-gentiles-en-sinai-cuando-descendio-la-tora-para-los-judios