En los momentos más oscuros de nuestras vidas, cuando todo parece perdido, es cuando debemos recordar que la luz de la esperanza nunca se apaga. Aunque parezca imposible, siempre hay una salida, una oportunidad para renacer y alcanzar la libertad que anhelamos. Aceptamos nuestras limitaciones como seres espirituales viviendo una vida material, confiamos en Dios, y hacemos lo posible para que la restricción de tiempo y espacio no nos haga olvidar que realmente somos NESHAMÁ, espíritu.
Cada desafío, cada obstáculo, nos acerca un paso más a nuestra redención. Si no conseguimos victorias materiales, al menos podemos conseguir una experiencia que queda registrada en la memoria eterna del mundo espiritual.
No importa cuán profunda sea la oscuridad, siempre habrá una chispa de luz que nos guiará hacia un futuro lleno de promesas y posibilidades. Nunca dejemos de creer en nuestra capacidad para superar, transformar y encontrar la luz en medio de la adversidad.
Caminemos con Dios por el camino que Él nos ha indicado.
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