Aquellos que comienzan a despertar a su conciencia espiritual se suelen sentir solar.
Es lógico, porque de pronto están viviendo la realidad desde otra perspectiva y ya no se dejan atrapar por las mismas trampas y torpezas de su pasado reciente.
Está rodeado de la gente que sigue en la misma senda de oscuridad y terror, pero que deliran que es de luz y alegría, de esperanza y fe eterna.
El que despierta es tal cual aquel que pudo salir un rato de la caverna de la alegoría de Platón. Está solo, es incomprendido, es temido.
Lo ven raro, porque dice cosas raras para los que siguen esclavos.
Triste verdad, por la cual algunos se quiebran y deciden borrar sus nuevas memorias y así volver al rebaño.
Se dejan de luchar contra los gigantes para desplomarse y ser como el resto.
Volver juntos a las otras ovejas, habiendo olvidado que son solamente ovejas que van felices al matadero.
Bueno… felices es un decir, porque todos los que viven atrapados por sus ideologías en lugar de estar resplandeciendo con la espiritualidad, no son felices. Son esclavos amargados, sufridos, sin destino… pero tienen que delirar… ¡y deliran!
Están aquellos otros que al despertar salen de misioneros, para atrar nuevos conversos a su nueva religión.
Precisan desesperadamente la aprobación social, el sentirse amparados por otros.
Van por allí predicando, publicitando, levantando banderas, organizando campañas y oponiéndose a lo que era su realidad pasada, de anteayer no más.
Imponen sus ideas a los demás, rompen sus libros sagrados de antaño, buscan camorra para así conformar una nueva hermandad.
Pobres, son otros que vuelven a la esclavitud de la religión, pero creyéndose que es otra a la que los tenía oprimidos ayer.
Están aquellos que exteriormente siguen en sus viejas juntas, se congregan, alaban, parlotean, todo como si no hubiesen despertado (al menos un poquito); porque tienen tanto miedo, tanta desesperación, que escogen conscientemente o no esta vida de falsedad.
Lo que al principio pareció una respuesta mágica a los dramas de ayer, de pronto se convirtió en la realidad dura de hoy.
Ahora está ese pasado manchado, porque se lo ha visto y descubierto en su podredumbre.
Se sabe que la religión es un engaño que se quiere hacer pasar por espiritualidad.
Pero, el cambio no es fácil, el miedo atormenta y los otros presionan de diversas maneras.
Lo bueno sería continuar avanzando, desaprendiendo, rompiendo el viejo Sistema de Creencias para ir armando un Sistema de Pensamiento y Acción mucho más saludable.
Tenerse paciencia, confiar en uno y en Dios, perdonarse y perdonar.
Dejar el rencor, el lamento, el reproche, la falsa seguridad.
Si uno se anima y por eso no se permite desplomarse ni retornar al hueco del averno, entonces habrá buenas noticias esperando al otro día.
Confía en ti, confía en Dios.