El relato del inicio de la parashá Pinjas tiene lugar al otro lado del Jordán, en vísperas de la entrada de los hijos de Israel en la Tierra de Israel. Como leímos al final de la parashá anterior, Pinjás realizó un acto violento, llevado por su celo hacia Dios. En este momento, el Eterno le bendice con el ingreso al servicio como cohén, hasta entonces él no era considerado apto para tal servicio sagrado. Asimismo, es sellada con él una alianza de shalom, para que pueda dominar su impulso destructivo, sea éste con una buena intención o no, y de esta manera poder realizar la obra de Dios a través de canales más armoniosos.
Es decir, que su ímpetu poderoso que lo impulsaba a actos impulsivos violentos, pueda transformarse en energía de transformación positiva.
Continúa la parashá, ahora concentrándose en la tarea de ingresar al país, que no es sencilla, y hay que prepararse bien para ello. Primero, debemos verificar el tamaño del ejército israelí. Con este fin, se realizó un gran censo de todos los hombres mayores de 20 años en todas las tribus de Israel. Los enviados pasan e inspeccionan cada familia y cada tribu y finalmente resumen todo el censo. A disposición de los hijos de Israel hay 600.730 hombres mayores de 20 años.
Luego, Dios instruye a Moisés cómo se dividirá la tierra entre las tribus de Israel: cada tribu recibirá una herencia de acuerdo con su tamaño, pero la ubicación de la propiedad se determinará por sorteo.
Queda sin asignar una propiedad para el nombre de Tzelofejad en la Tierra de Israel, pues murió en el desierto, y no a causa del pecado de los exploradores, dejando tras de sí a cinco hijas, sin haber ningún varón.
Es por esto que las cinco damas elevan su petición a Moshé, solicitando que se les confiera el terreno que iba a corresponder a su padre.
Entendamos que hasta ese momento las mujeres no eran pasibles de heredar, solamente los varones.
Moisés escucha su petición, y por mandato de Dios acepta el reclamo de las damas de heredar la hacienda de su padre y añade, que esta no es una instrucción especial sólo para este caso, sino una ley para todo el pueblo – un hombre que muere sin hijos, la herencia pasa a sus hijas. ¡Si es así la osadía de unas muchachas lograron cambiar una ley de las leyes de la Torá!
Tal vez para nosotros, lectores en esta generación, estas circunstancias nos puedan resultar extrañas, y no pocos correrán a denunciar machismos y patriarcados en el asunto. Sin embargo, la Torá nos narra con autenticidad los acontecimientos, de acuerdo a lo que se vivía en la época, tal cual eran las costumbres imperantes. Al mismo tiempo, va dando pasos para que se eliminen barreras artificiales y se vaya consiguiendo eventualmente sociedades más pacíficas, justas e integradas.
Propone una evolución paulatina, y no una revolución atolondrada.
Ahora bien, la decisión de que las mujeres hereden podría haber surgido directamente de la Torá, o de Moshé, sin haberse tenido que esperar que las hijas sin herencia reclamaran su justa parte. Si ellas no actuaban, no sabemos qué hubiera pasado. ¿Se hubiese instruido la herencia también por parte de las damas? ¿Se habría tardado más o menos tiempo en conseguir ese derecho para las mujeres? No lo podemos saber. Pero lo que sí queda claro es que las mujeres tenían voz y presencia en la sociedad israelita, y tal vez adrede Dios quiso que las hijas de Tzelofjad actuaran y como consecuencia de ello se lograra el cambio necesario en la ley. Quizás para enseñarnos algo más acerca de los derechos de herencia, tal vez, acerca de que no tenemos que esperar que se nos den nuestros derechos, sino trabajar por adquirirlos cuando las condiciones así lo exigen.
Más adelante en la parashá. Moshé se prepara para la entrada de Israel en la tierra, pero sabe que a él mismo no se le permitirá hacerlo. Es por eso que necesitamos nombrar un reemplazo para Moisés, encontrar un líder que guiará a los hijos de Israel cuando entren a la tierra. Dios elige a Josué hijo de Nun como siervo y discípulo de Moisés para ser el próximo líder, luego Moisés reúne a todo el pueblo y ante los ojos de todos confía en Josué como el próximo líder.
Aunque Moisés no puede entrar, puede ver la tierra, para lo cual, sube al monte Abarim, uno de los montes altos en su lado oriental y desde allí observa y ve la deseada y no alcanzada tierra de la promisión.
La parashá termina con una larga sección que describe las ofrendas que se dedican en las convocatorias sagradas de la Torá.
Puedes tener una ampliación de este texto en el siguiente video:
https://youtube.com/yehudaribco