Es imposible para nosotros conocer la verdad, así que demos esa pretensión por descartada.
Podemos acercarnos un poco a ella, estar alineados con ella, estar con el ánimo de no apartarnos de ella, pero jamás sabremos la verdad definitiva.
Algo similar ocurre con aquello que se llama «la realidad», a la cual tampoco podemos llegar a conocer ni comprender por completo.
En gran medida porque no tenemos como saber si ella existe, y de hacerlo, cómo conocerla. Porque, todo lo que vamos sabiendo es a través de nuestra perspectiva, de lo que podemos ir interpretando y armando mentalmente con esa interpretación.
Como decía Campoamor: “Todo es según el color del cristal con que se mire”.
Podemos llegar a usar algunos cristales, pero es imposible que los usemos todos a lo largo de nuestra limitada vida, y mucho menos los podremos estar usando todos al mismo tiempo.
Por tanto nos llega el estímulo, el cual interpretamos, y con ello nos formamos alguna idea, a partir de la cual sentimos y reaccionamos o respondemos.
Bastante limitada es la cuestión.
Si bien es cierto que, cuanto más abstracto resulte un asunto, menos posibilidades de divergencias.
Pongamos por ejemplo, si a un número entero le sumamos 1, tendremos el número siguiente sucesivo.
Creo que eso no se funda en interpretación, sino en otra cuestión; pero, no estamos en la ciencia del conocimiento ni tampoco filosofando.
Por tanto, concretémonos al hecho, que no es verdadero, pero resulta muy habitualmente cierto, de que somos víctimas de nuestra perspectiva a la hora de tener idear y de plantear respuestas.
Si nos creemos víctimas, interpretaremos lo que nos ocurre desde este punto de vista y reaccionaremos desde la impotencia y falta de resolución.
Si nos creemos hijos del Dios, entonces viviremos intentando llevar una conducta ética, que no nos avergüence delante de nuestro Padre.
Así en cada situación.
Para vivir medianamente bien, propongo que ampliemos nuestra comunicación auténtica y aprendamos a interpretar los sucesos desde una perspectiva espiritual. Alejar en lo posible todo lo que sea manipulación emocional, berrinches supersticiosos, anhelos mágicos, actitudes religiosas, pomposidad ritual, agresiones al inocente y cosas por el estilo.
Así estaremos por el camino de la rectitud, lo cual nos habilite a llevar una conducta mucho más saludable.
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