Al rescate

Siempre la traducción es una cierta forma de creación. A veces tendenciosa adrede, otras basada en la ignorancia, otras en la incapacidad de transferir eso más que gramática que es el lenguaje, y en ocasiones por la propia profundidad y dificultad del texto.
Las obras del gran maestro, el Rav Kook, suelen ser de una complejidad extrema, incluso para gente que domina el hebreo con extrema facilidad; ¡mucho más al querer traducirlo!
Hice un modesto intento en este párrafo que quisiera estudiar junto a ti:

הוי! כמה עשוקה היתה הנפש, בעוד משא החטא, קדרותו, גסותו וסבלו האיום מונח עליה! כמה היתה ירודה וסחופה, גם אם עושר וכבוד חיצוני נפל לה לחבל! מה יועיל כל הון, אם התוך הפנימי, תוך החיים, הוא מדולדל ויבש?
(אורות התשובה ג)

¡Ay! ¡Cuán privada (desposeída, carente, despojada) estaba el alma, en tanto carga el pecado, su miseria, su grosería y su terrible sufrimiento recargado sobre ella!
¡Cuán grande es su descenso y desvarío, aunque le caiga riqueza y honor externo, es en vano!
¿De qué le vale todo el poder, si en su profunda interioridad, incrustado en su vida, él está empobrecido y seco?

Bien, me disculpo nuevamente por no ser una traducción literal, sino apuntando lo mejor posible a su sentido.

Ahora, una rápida mirada comprensiva.

La NESHAMÁ, el espíritu, el Yo Esencial, irradia su LUZ de manera constante, nada ni nadie puede oscurecer o apagar su brillo.
Pero, alrededor de la NESHAMÁ, no en ella sino rodeándola, se van formando costras, manchas, velos, coberturas, cáscaras, klipot, que impiden o dificultan que la LUZ alcance todos los rincones de nuestro ser.
Esas cáscaras son el producto de nuestros pecados.
Recuerda que pecado no es un concepto religioso, sino el desvío de la senda correcta que Dios ha trazado para cada uno de acuerdo a su identidad espiritual.
Cada pecado ensucia y por tanto obstaculiza el pasaje de la LUZ celestial en nuestra vida.
Como es una cuestión metafísica, no tenemos máquinas que realicen el diagnóstico del nivel de iridiscencia que disfrutamos, ni detectamos la ubicación y grosor de las cáscaras; pero sus efectos los podemos percibir, en nuestro interior, en el debilitamiento en otras dimensiones de nuestra existencia.
Te repito, la LUZ sigue tan brillante y pura como siempre, pero los efectos benefactores se ven bloqueados como resultado de nuestro accionar.
Estamos sufriendo del exilio interior, como si Dios nos hubiera dejado abandonados; cuando en verdad Él sigue tan firme y leal como siempre, pero somos nosotros los que a causa de nuestro pecado nos sentimos solos, enfermos, despojados, miserables.
Así, podemos llenar nuestra existencia de todo tipo de poder externo, sea fama, dinero, contactos influyentes, autoritarismo, belleza, lo que sea; pero a la hora de hacer un honesto análisis de nuestro estado de satisfacción y felicidad, debemos reconocer nuestra tristeza y pobreza. Claro está, si somos honestos y tenemos un poquito de conciencia de nuestro ser.
Al poder atisbar el sufrimiento, esa estaca atravesada en nuestro corazón, quizás queramos otra vida, una mejor.
Entonces, por ahí dejaremos de estar cayendo y sin rumbo, para enfocarnos en la TESHUVÁ.
Una que nos lleve a nuestro verdadero hogar, finalizar el exilio y disfrutar de la Era Mesiánica personal.

Así estamos nosotros.
En el conflicto que se genera por el dominio del EGO, alias Ietzer haRá, que nos lleva a asumir máscaras acordes con las cáscaras, y por tan seguir sumergidos en la impotencia aunque aparentemos honra, riqueza y poder.

No novedoso si eres habitual lector/estudiante de nuestros artículos en la sección de CABALATERAPIA.
Y también sabes qué acompaña a la TESHUVÁ: la construcción de SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia.
Son claves para deleitarte en el jardín del SHALOM, aquí y en la eternidad.

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